El arquitecto finalmente abrió su oficina hasta el jueves.
Así que hasta ese día me presenté a trabajar.
Y no fue porque la borrachera le haya durado cuatro días, más bien, fue porque el martes y el miércoles parece que estuvo yendo muy seguido a Sayula a ver lo de la obra suspendida.
O eso me dijo a medias.
Pero tengo la sensación de que también intentó, digamos, disculparse con su hija.
O al menos debió haber hecho eso.
Esos dos días, jueves y viernes el arqui estaba muy poco tiempo en su oficina porque seguía yendo a la cabecera municipal a resolver el asunto.
Lo bueno es que, según él, como la obra está detenida, puedo avanzar más rápido en las correcciones, aunque llegará un momento en el que ya no pueda avanzar, porque ya no habrá nada que corregir.
Por cierto no vi a su hija en toda la semana.
Ocasionalmente ella se aparece en la oficina para pasar a saludar, dejarle comida a su padre o cosas así.
Incluso a veces viene únicamente a ocupar una de las computadoras de su padre, aprovechando que tienen conexión a internet.
Pero estos dos días no se apareció para nada.
Me imagino que debe de estar en la iglesia leyendo manga o algo así.
Tengo ganas de visitarla, pero no se me ocurre un buen pretexto.
Además, conociendo el carácter que tiene, seguramente aun seguirá molesta.
Supongo que mejor esperaré hasta verla en la reunión del sábado, si es que se aparece.
Y sí se apareció, aunque como de costumbre, casi no decía nada, se veía igual que siempre, así que asumí que estaba bien aunque no le pregunté nada.
Personalmente no supe cómo abordar el tema.
Además, teníamos otra cosa de que preocuparnos.
Durante la reunión, Gibrán mostró a todos un sobre.
Era un sobre blanco, de los típicos sobres en los que antes se enviaban cartas en el correo postal.
Según Gibrán, lo encontró clavado en las tarimas que fungen como puerta en la iglesia.
Ya que él fue el primero en llegar, fue el primero en descubrirlo.
Este sobre era totalmente blanco excepto porque tenía rotulado unos ideogramas japoneses que no supe leer.
─Nipponbunka kenkyū kyōkai ─dijo el líder.
─¿Eso es lo que dice?
─Exacto ─contestó─ Es el nombre de la Sociedad de la que les hablé, significa algo así como "Asociación para el estudio de la cultura japonesa"
─¿La que nos estaba retando? ─preguntó Martina.
─Correcto.
Dentro del sobre hallamos una hoja, era un mensaje escrito a computadora, me sorprendió por el hecho de que parecía más bien una invitación a algún baile de esos que celebra la nobleza, por la cantidad de adornos y rótulos que tenía con el nombre de la Sociedad.
Era verdaderamente una carta formal.
Y me pidieron que yo lo leyera en voz alta:
"Líder y miembros de SPEED:
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Yatareni (PRIMERA VERSION)
Teen FictionEliseo es un egresado de la carrera de arquitectura que, contra sus propios deseos, tiene que mudarse a un remoto pueblito campestre mexicano llamado Yatareni, para trabajar como dibujante arquitecto, así que llega con la idea de que su estancia en...