Capítulo 56: Promesas

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Eliseo guardó silencio por unos minutos, esperando que la chica dijera algo más, pero no lo hizo, ni siquiera ella repitió su intención de que la dejara sola.

Pero a pesar de que él tenía que tomar la palabra, no tenía ni la menor idea de qué decirle.

No sabía cómo hacer para consolarla.

Aunque naturalmente, lo que hizo su padre fue algo reprobable, Mayra quizá no querría escuchar eso.

Y después de mucho pensarlo, solo acertó a decir una sola palabra:

─Perdón.

Mayra quizá no se esperaba que esa fuera su primera frase, ya que, incluso levantó la vista hacia el chico.

─¿Por qué te estas disculpando?

─Siento que debo de disculparme ─respondió─ Aunque no estoy seguro del todo, pero se siente como si todo lo que te está pasando fuera por mi culpa.

─Pero no es tu culpa.

─Pero así me siento ─dijo Eliseo─ Y siento que fue porque aún no he podido cumplir mi promesa.

─¿Tu promesa? ─Mayra abandonó su lugar y se posicionó frente al chico─ ¿De qué promesa hablas?

─¿Ya no la recuerdas? ─preguntó Eliseo─ Bueno, era de esperarse, eres muy distraída, fue algo que dije el día que nos conocimos, cuando invadí tu refugio sin permiso y te dije que te había de compensar por aquello.

─Espera ─preguntó la chica─ ¿Tú has hecho todo esto por quereres cumplir algo que ya no recuerdo?

─¿De qué hablas?

─¿Todas esas veces en las que me ayudabas, o me acompañabas algún lado, o cosas así, todo eso era por esa promesa?

─No estoy seguro.

─Solo te movía una promesa y nada más ─dijo mientras reanudaba su llanto─ Si no fuera por esa promesa no estarías aquí ¿verdad? Por eso siempre estabas a mi lado, tiene sentido.

─No entiendo de qué estás hablando.

─En realidad tú convives conmigo porque te sientes obligado por esa promesa ─le dijo la chica─ No lo haces por gusto, o porque realmente seamos amigos.

─Espera, no es así ─replicó el chico.

─¡No intentes hacerme sentir bien! ─contestó─ ¿De qué otra forma te habrías acercado a mi ofreciéndome tu amistad? Eres igual que todos, me miran como si fuera un fenómeno, se burlan de mi a mis espaldas, y a veces en frente, y no les importa.

La chica volvió a llorar.

─Por eso me preguntaba por qué un chico tan amable como tú se preocupaba tanto por mí, de otro modo cosas como esa jamás pasarían, déjame sola, olvídate de mí.

─No estas entendiendo nada, déjame explicarte ─insistió el chico.

─¿Qué más quieres decirme? ─replicó Mayra─ Eres igual que los demás, seguramente los demás chicos de SPEED piensan lo mismo, y aun así insististe en que me uniera a ellos.

─Ellos no son así ─replicó Eliseo─ Ellos también te quieren y se preocupan por ti.

─¡Seguramente ustedes también se burlan de mi a mis espaldas! ─Mayra elevó su tono de voz─ ¡Por eso me metiste a ese grupo, porque tú querías...!

─¡Cierra la boca! ─gritó el chico, dejando a Mayra completamente asustada.

─¿Nunca hablas y ahora que estás hablando dices puras estupideces! ¡Si no sabes cómo son las cosas mejor cállate!

Por un momento guardaron silencio, Eliseo se sintió mal consigo mismo después de aquello, así que trató de serenarse dando un suspiro.

─Yo sabía desde un inicio que habías olvidado la promesa, te lo mencioné hace un momento, y aun así quise ayudarte, pero ya no por aquella promesa, a veces hasta a mí se me olvida, yo te ayudo porque quiero hacerlo, creo que tu papá una vez lo dijo, el intentó hacerte feliz y no pudo, pero yo quiero intentarlo...

El rostro de Mayra cambió de semblante cuando Eliseo reafirmó sus últimas palabras:

─Yo... quiero hacerte feliz.

Y acto seguido la abrazó envolviéndola completamente.

─No lo hago por ganar algo a cambio o por otra razón, lo hago porque me importas mucho, y lo que más me interesa en este momento es verte feliz.

Mayra miró a Eliseo con unos ojos verdaderamente brillantes.

Probablemente ni su padre le había dicho tales palabras alguna vez.

─Pero siento que no lo estoy haciendo bien y por eso me estoy disculpando ─continuo Eliseo─ Y te prometo que te ayudaré a partir de ahora independientemente de lo que tu papá haga, si es que hace algo.

Mayra se soltó a llorar de nuevo, pero esta vez por una distinta razón.

Estaba feliz, pero también se sentía indigna de que alguien la quisiera tanto.

Ella creía que no se merecía a alguien como Eliseo.

¿Por qué alguien como él se interesaría tanto en una persona que es asocial, tímida hasta el extremo? ¿Alguien que no es muy madura para su edad, y con algunos desórdenes mentales?

Mayra no hacía más que enamorarse cada vez más del chico.

Pero no quería hacerlo, porque sabía que ella jamás seria correspondida.

Alguien como Eliseo jamás se fijaría en alguien como Mayra.

¿Qué iba a hacer con todos esos sentimientos?

Si de todos modos ya había sido rechazada antes, aun sin que él se diera cuenta ¿Por qué no olvidarse de aquello por ese momento?

Al final estaba fundida en un abrazo con aquel chico.

Solo eso obtendría y con eso tendría que conformarse.

─Hay que volver ─le dijo Eliseo mientras tanto.

─No quiero ─respondió─ No quiero ver a mi papá.

─Nunca dije que fuéramos a verlo ─comentó el chico─ Iremos a la fiesta a divertirnos.

La chica titubeó por unos segundos, quizá tardó a propósito en responder porque aún no se quería separar del chico.

Pero al final lo hizo.

─Está bien.

Los dos salieron de la iglesia y justo en ese momento una luz de colores iluminó el cielo.

─¡Demonios! ─exclamó Eliseo─ ¡Ya comenzaron los juegos pirotécnicos! ¡Hay que darnos prisa!

─Oye ─le preguntó la chica─ ¿Y si los vemos desde aquí?

─¿Aquí?

Eliseo dio un rápido vistazo a su alrededor.

Desde donde estaban, a una altitud mayor, los juegos pirotécnicos se veían a más baja altura.

Pero también era posible ver el alcance de la luz que dispersaban por todo el lugar.

También desde esa distancia era posible ver una columna de humo comenzando a elevarse desde el centro del pueblo, al tiempo que escuchaban unos sonidos chirriantes.

─También ya prendieron el castillo ─dijo la chica.

─Que bueno que lo hicieron enorme ─comentó Eliseo─ Se puede ver clarito desde aquí.

Pronto el cielo oscuro se iluminó por diversas explosiones multicolor que inundaban todo el ambiente.

─Oye ─preguntó Mayra sin dejar de mirar─ ¿Crees que las explosiones son redondas o planas?

─¿Qué quieres decir?

─No, nada.

Siguieron contemplando el espectáculo de luces hasta que la chica habló:

─Oye ¿Te puedo pedir un favor?

Yatareni (PRIMERA VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora