El viaje a Japón se terminó y volvimos a nuestro país.
Tal y como lo habían prometido, la mamá de Mayra Páez y la hermana de Angelina nos recogieron en el aeropuerto, aunque la mamá de Mayra tan solo le dejó el auto a su hija y se fue a atender sus negocios. Básicamente regresamos en la misma disposición que cuando nos dirigíamos al aeropuerto para iniciar el viaje. Todas las maletas en la camioneta de Evangelina y nosotros en el auto deportivo de la chica.
Ya no éramos un club o Sociedad, solo éramos un grupo de amigos que regresaban de un viaje a Japón. No nos unía más que eso.
Aquel tramo que hicimos desde la ciudad de México hasta nuestra primera parada fue bastante extraño porque no puedo describirlo de otra manera. De cierto modo, las emociones que estallaron cuando la Sociedad desapareció seguían latentes.
Y podía sentirse eso en el ambiente. Nadie dijo ni una sola palabra aunque parecía que querían decirse muchas cosas. Después de tantas cosas vividas, de tantas experiencias, todo eso estaba por finalizar.
─¿A dónde iremos primero? ─Claudio rompió el silencio.
─Primero pasaremos a Santa Miranda a dejar a Martina ─respondió Mayra Páez─ Y después regresaremos a Sayula.
Pude ver que Martina tragó saliva como si ya se estuviera preparando mentalmente. Ella sería la primera en irse.
De nuevo reinó el silencio. Creo que todos esperaban alguna broma del que siempre las hacía, o más bien, lo deseaban. Pero creo que ni él estaba para eso en aquel momento.
─Pensé que dirías alguna de tus acostumbradas idioteces ─murmuró Martina.
─No querría arruinar el momento ─respondió el chico.
─No te preocupes ─comentó Guadalupe─ Hay otras maneras de hacerlo, eres experto en eso.
Los demás empezamos a reír. Con eso fue suficiente para que la plática comenzara. Reíamos, bromeábamos, hablábamos de lo recientemente vivido en Japón o de alguna experiencia como Sociedad. Dijimos tantas cosas que de cierto modo aquello fue mágico. Deseábamos que todo eso durara para siempre.
Pero, irónicamente, eso hizo que el tiempo se pasara volando. Cuando menos nos percatamos, ya habíamos llegado a Santa Miranda y a la casa de Martina.
La madre de la niña ya la esperaba fuera de casa. Desconozco cómo es que sabía que ya íbamos llegando.
La niña bajó del deportivo y al mismo tiempo, los chicos le ayudaron a bajar sus maletas de la camioneta de Evangelina.
Su madre no nos dirigió la palabra aunque se nos quedó mirando como si supiera que hubiéramos hecho algo malo.
─Gracias por todo chicos ─nos dijo conmovida─ Nunca los olvidaré, ni tampoco olvidaré todo lo que vivimos juntos.
─Cuídate mucho ─le dije mientras la abrazaba por última vez, cosa que después repitieron todos los demás.
Martina avanzó a su casa y pudimos oír que su madre le dijo algo:
─Qué bueno que llegas, hay alguien esperándote.
─¿Quién? ─preguntó extrañada.
─Dice que te conoce ─respondió su madre─ Se llama Lucia.
En aquel momento a Martina le brillaron los ojos y aceleró su entrada a la casa.
La mamá de Martina nunca despegó los ojos de nosotros, ni siquiera cuando le dijo aquello a su hija.
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Yatareni (PRIMERA VERSION)
Teen FictionEliseo es un egresado de la carrera de arquitectura que, contra sus propios deseos, tiene que mudarse a un remoto pueblito campestre mexicano llamado Yatareni, para trabajar como dibujante arquitecto, así que llega con la idea de que su estancia en...