Capitulo 1

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Sara abrió los ojos en señal que tenia que ir a su primer día de trabajo. Con mucho entusiasmo se levantó de aquella cama a duchar su delgado cuerpo, delgado pero perfecto, su cara de alegría no se la quitaba nadie, pero como dicen la felicidad a veces dura poco.

Salió de su casa a tomar un taxi y así llegar a la casa de los Hiddleston.

En el taxi se dio tiempo para pensar en su nuevo trabajo, en como iban a ser sus jefes y todo respecto a su nuevo trabajo.

Narra Sara

Es tan bueno poder encontrar un trabajo donde sabes que te van a pagar bien, pero no sabes el trato ni el tipo de personas que son o lo que aparentar ser, jamás he tratado con gente como las que voy a conocer, con tanto dinero con un nivel mas alto que el mío, puede ser verdaderamente emocionante como también esta la posibilidad de ser decepcionante.

Narrador Omnisciente

Sara caminaba por el gigante jardín de la casa, asombrándose por cada cosa que veía a su paso, hasta los insectos que caminaban por el suelo llamaban su atención.

Se encontró con un jardinero, a quien Sara quería preguntarle por donde podía entrar a aquella casa, ya que había muchas puertas y no sabía cuál era la correcta.

   -Buenos días – dijo Sara al jardinero, quien estaba podando unas rosas hermosas color violeta.

   -Buenos días – dijo aquel hombre dejando de lado su podadora para concentrarse en Sara - ¿desea algo?

   -Quería hacerle una pregunta.

   -Claro – el jardinero limpio el sudor que se encontraba en su frente.

   -Soy la nueva empleada de esta casa... y no sé por donde entrar, ¿usted me llevaría a la entrada correcta? – preguntó Sara angelicalmente.

   -Por supuesto que si – dijo el jardinero amablemente – usted solo sígame.

Sara caminaba detrás del jardinero amable, su mirada iba a todas partes, no podía quitar aquella cara de asombro que presentaba su rostro.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de aquel amable jardinero.

   -Aquí tiene que llamar, la atenderá la ama de llaves y ella le explicara todo – explico el jardinero – si no necesita nada mas me retiro tengo bastante trabajo.

   -Oh claro, muchas gracias – dijo Sara amablemente mientras tocaba la puerta trasera de la casa de los Hiddleston.

La puerta se abrió por una señora de edad avanzada, con pequeñas arrugas en su rostro, su pelo con partes de cabello blanco que representaba ya su vejez, el rostro de la señora se ilumino al ver a Sara como si la estuviera esperando hace bastante tiempo.

   - ¿Tu eres Sara, no es así? – dijo la ama de llaves con cierta amabilidad en su rostro con una mirada angelical.

   -Así es – dijo Sara.

   -Te he estado esperando toda la mañana, pasa.

Sara entró a una estancia, donde era la cocina, asombrada por cada objeto de lujo que había, seguramente si su madre viera aquella belleza no querría salir nunca de allí, preparando cada alimento que se le ocurriera.

La ama de llaves Meryl le estaba explicando cada una de las tecnologías de la cocina, como funcionaban y que deseaban siempre para desayunar los integrantes de la familia Hiddleston.

-El más delicado con sus cosas es Tom, él es el mayor de los hermanos, a veces tiene un carácter que hay que domar – comento Meryl mientras recorrían la casa – ellos están en un desayuno familiar en estos momentos, llegaran para el almuerzo y tenemos que tener todo listo. Estaba tan casada de solo yo trabajar sola aquí, no sabe lo contenta que estoy de que hallas llegado y ojala nos llevemos bien.

   -Seguro que si – aseguró Sara – no soy una chica de problemas y no me gustan las peleas tampoco, te ayudaré en todo lo que sea necesario y ¿te parece que empecemos por hacer el almuerzo ahora? – propuso Sara sonriente.

   -Buena idea es mejor empezar antes de que llegue la señora y el señor Hiddleston, hay que soportarlos siempre. No lo tomes en cuenta, a veces son muy caprichosos y dicen frases muy desagradables hacia tu persona – reprochó Meryl con tono de disgusto.

   -Haré de odios sordos – dijo Sara sonriendo, mientras se ponía su delantal.

   -Cuando llegue la señora Barbara te dará tu uniforme.

   -Bien, ¡Empecemos! – dijo entusiasmada.

Solo soy una empleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora