Capitulo 37

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Volvieron a la casa, en el camino, Millie no se cansaba de repetir a cada rato lo entretenido que lo paso junto a Mckenna, todo lo que jugaron y de las conversaciones que ambas habían mantenido.

   -Sara, voy a mi habitación – dijo la pequeña, cuando llegaron a la casa, para posteriormente subir las escaleras corriendo.

   -Con cuidado, ¡no te vayas a caer! – grito Sara al ver a la niña correr.

Se quedo sola en la sala, pero vio a Noah sentado en el sofá leyendo o viendo algo en su teléfono.

   -Hola Noah – saludo ella sentándose a su lado, hace días que no lo veía y quería saber el porqué de su desaparecimiento.

   -Hola Sara – saludo él.

   - ¿Dónde has estado?, hace días que no te veo. Era como si la tierra te hubiese tragado.

   -Estuve un poco ocupado estos días – respondió el, mientras tecleaba en su teléfono.

   - ¿Una chica? – pregunto ella.

   - ¿Por qué dices eso? – al parecer aquella pregunta lo tomo por sorpresa, ya que abrió ampliamente los ojos.

   -Por el brillo en tus ojos, porque una mujer siempre nota eso – detallo ella.

   -Sara... - suspiro – a ti no te puedo mentir, si, creo que me estoy enamorando – hablaba el con un especial brillo en sus ojos.

   -Es algo normal Noah, me dijeron que el amor es el sentimiento mas hermoso que un ser humano puede experimentar.

   -Lo se Sara, pero debo confesar que esta es la primera vez que me siento así y por lo mismo me da miedo – dijo el, con algo de preocupación en su rostro.

   -Solo déjate llevar y pensar bien si hiciste una buena elección – aconsejo ella.

La verdad ella no tenia mucha experiencia en lo que era el amor, solo sabia lo que leía en lo libros o veía en las películas o simplemente de que sus amigas en el instituto hablaban de chicos y de lo hermoso que era enamorarse, sabia aquello con palabras, pero nunca lo había experimentado en su cuerpo, en su corazón.

   -Eso es lo que hago, no me quiero equivocar y... sufrir – menciono el en medio de un suspiro – voy a ducharme, para luego cenar – se levanto de su asiento y subió las escaleras, por las cuales Millie había subido anteriormente.

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Está a punto de terminar la cena, cocinar era algo que ella amaba, su madre le enseño bastante en cocina y ella había aprendido lo suficiente.

   -Hola Sara – ella se sobresaltó no sabía que Sam aún estaba en la casa.

   -Me has asustado – informo ella poniendo una mano en su pecho.

   -Lo siento, solo venía a despedirme – sonrió – bueno y a otra cosa – Sam se llevó un mano a su cabello, despeinándolo.

   - ¿A qué? – pregunto ella limpiándose las manos.

   -Quería... - hablaba nervioso – bueno si tu... ¿querrías ir mañana... por la noche... a cenar conmigo? – pregunto el terminando por fin la frase.

Ella solo sonrió, sería bueno salir un poco, Sam era una buena persona, no podía decir que no a una invitación como esa, ni menos dejar de lado la oportunidad de relajarse y salir de la misma rutina diaria.

   -Claro, ¿Por qué no? – sonrió ella mordiéndose su labio inferior.

   -Genial, entonces mañana por la noche, sobre las nueve pasare por ti – aviso el sin quitar su sonrisa.

   -Está bien – acepto ella, el solo sonrió, deposito un beso en la mejilla de ella y se fue.

¿Estará bien salir con Sam? Se preguntaba ella. Pero que iba a tener de malo, estaba libre y podía hacer lo que quisiera, y con Sam tenia muchas cosas en común. Si, iba a salir con él, total ya había aceptado.

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Otro día nuevo. El clima no estaba mal, no hacia frío ni calor, una temperatura templada.

Sara se levanto con ánimos, no se olvidaba que hoy tenia que empezar las rehabilitaciones de su hermana y la cena con Sam a las nueve.

Se puso algo cómodo y salió de su lugar habitual. La cocina.

Se llevo una gran sorpresa al entrar, en la cocina se encontraba Meryl preparando el desayuno, hace días que no la veía, solo le dijeron que estaba enferma y que no podía presentarse a trabajar.

   - ¡Meryl que sorpresa! – la mujer se dio la vuelta y observo a Sara con una cálida sonrisa.

   -Para que veas, le gane a la enfermedad – dijo ella en un tono de triunfante.

   -Me da mucha alegría que estés de vuelta.

   -Hola Sara, buenos días señora – saludo Sam entrando a la cocina, con una encantadora sonrisa en su rostro.

   -Sam, ella es Meryl, también trabaja aquí, no se había presentado porque ha estado enferma y no podía venir a trabajar – informaba Sara, mientras se colocaba el delantal.

   -Un placer señora – Sam beso la mano de Meryl caballerosamente.

   -Ay muchacho, solo llámame Meryl – pedía ella, no le gustaba que le dijeran señora, sentía que sonaba muy vieja según ella.

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Sara como todas las mañanas, iba a la habitación de Millie a despertarla para que fuera a la escuela, pero se llevo una gran sorpresa al abrir la puerta, lo vio a él, estaba al lado de la cama de Millie en un pequeño sofá largo, estaba recostado durmiendo.

¿Había pasado la noche ahí? Se pregunto ella.

Se acerco a él, se veía algo incomodo durmiendo en ese sofá. Estiro su mano y toco su hombro moviéndolo un poco para que se despertara, el poco a poco comenzó a moverse y a despertar, abrió los ojos lentamente, esos ojos que Sara hallaba tan perfectos. Tanto o mas que el mismo dueño de ellos.

Solo soy una empleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora