Capitulo 29

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   - ¿Y tu quien eres para decirme como debo tratar a las personas? – critico Tom – tu no eres nadie Sara, absolutamente nadie – él miro fijamente a los ojos de ella.

   -No te estoy diciendo como debes tratar a las personas Tom, solo que tus actitudes me molestan – argumento Sara.

   - ¡Que mal para ti! – sonrió cínicamente – así soy yo, y si no te gusta, no me importa.

¿Tenia que ser tan arrogante?, eran esas, precisamente esas actitudes las cuales Sara no aguantaba.

Ella solo suspiro y decidido caminar nuevamente hacia la cocina. Decidiendo dejar atrás al odioso Tom. Sin embargo, la voz de él la hizo detenerse.

   - ¿Vas a ir a coquetear con tu nuevo amigo, Sam? – pero que...

   -Eso es algo que a ti no te importa, ¿no? – critico enojada.

   -A lo mejor eres igual que las demás - ¿Qué trataba de decir con eso?

   - ¿Y cómo son las demás? – pregunto Sara acercándose sigilosamente a él.

   -Son unas putas – menciono Tom de lo mas calmado. Sara lo miro y no pudo aguantarse, le pego una cachetada en su mejilla izquierda.

   -A mi no me tratas así, no me juzgues, tu no sabes nada de mí, ni mi historia – lo fulmino con la mirada y salió de ahí, más furiosa que nunca

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   -A mi no me tratas así, no me juzgues, tu no sabes nada de mí, ni mi historia – lo fulmino con la mirada y salió de ahí, más furiosa que nunca.

¿Cómo se atrevía a llamarla así? Nunca nadie la trato de esa manera. Esto era oficial, Sara estaba sintiendo odio hacia él.

Enfurecida entro en la cocina azotando la puerta, sin percatarse que Sam se encontraba sentado en una silla.

   -Oh, lo siento – se disculpó ella después del portazo.

   -Veo que estas un poco enojada... ¿se puede saber por qué? – pregunto Sam amablemente.

   -Hay cosas que no valen la pena contar – dijo ella tomando un vaso de agua.

   -Bueno, no voy a insistir – guardaron silencio un par de minutos – creo que al tal Tom no le caí muy bien.

   -No te preocupes, el es así, es frío, desagradable, necio, arrogante un completo imbécil – criticaba ella con rabia.

   -Vaya, veo que lo aprecias mucho – rió - ¿tan pesado es?

   -No te lo imaginas – detallo ella.

   - ¿Por qué?

   -Hay cosas de las que te vas a enterar con el tiempo. Yo no te puedo decir nada sobre él, yo sé porque él es así, pero no me corresponde decírtelo Sam, lo siento – argumento apenada.

   -No te preocupes Sara, no me importa tampoco, el no me importa – dijo lavándose las manos y secándoselas con un paño.

Lamentablemente ella no podía decir lo mismo, no podía decir, "no me importa, Tom", porque realmente, si le importaba, desde el primer beso entre ellos, desde esas miradas que se cruzaban. Simplemente no podía decir eso, aunque quisiera, aunque ella allá mencionado que eso besos fueron un error, ella no lo calificaba así, para ella no fueron un error.

Estaba despidiendo a Sam en el patio, quien se iba en su coche, intercambiaban miradas y sonrisas, podría haberlo conocido hoy, pero era como si lo conociera de toda la vida, la confianza que tomaron fue demasiado buena.

   -Bueno Sara ya tengo que irme – dijo depositando un tierno beso en la mejilla de ella – nos vemos mañana.

   -Si, que te vaya bien.

Sam era un hombre muy distinto, era muy atento con las personas, demostrativo, tenía un carisma demasiado agradable, y lo mejor era que la entendía a la perfección y siempre era el mismo. Eso suponía ella.

Entro en la casa, que se encontraba en completo silencio. Subió las escaleras dispuesta a ir a la habitación de Millie, quien cuando llego de la escuela y no la saludo, eso le pareció completamente extraño.

Cuando llego a la puerta, llamo, pero la pequeña no abrió lo cual entro sin el consentimiento de nadie.

La vio tendida en su cama boca abajo, se acerco a ella, y no le gusto para nada la tristeza que presentaba su rustro en esos instantes.

   -Millie, pequeña, ¿Qué ocurre? – pregunto ella sentándose en la cama.

La pequeña no decía ninguna palabra, solo se lanzo en brazos de Sara, y comenzó a llorar desconsoladamente.

A Sara se le partió el corazón verla así, aunque no era nada de ella, se había ganado todo su cariño.

   -Nadie me quiere, Sara – dijo Millie entre llantos – nadie lo hace.

La verdad la entendía, la pequeña siempre estaba sola, dibujando o pintando... jamás se juntaba con amigas en sus casas ni nada. Era obvio se sentía sola.

   -No digas eso Millie, muchas personas te queremos – consolaba ella. Tratando de hacer sentir mejor a la pequeña.

Solo soy una empleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora