-Sara, Tom hizo el desayuno – dijo Millie alegre comiendo una tostada.
- ¿Qué te paso Sara? – preguntó Noah extrañado - ¿ha pasado algo?
-Disculpad por no haberos hecho el desayuno, se me presento una urgencia esta mañana – dijo mientras se refregaba los brazos del frío y sus ojos estaban rojos - ¿necesitáis algo más? – pregunto.
-No, gracias – contesto Tom.
-Bueno, voy a preparar el almuerzo – dicho eso se retiró del lugar.
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- ¿Viste eso? – pregunto Noah a Tom.
- ¿El que? – respondió esté con indiferencia.
-Sus ojos, estaban como si hubiera llorado toda la mañana – detalló Noah.
-No preste atención – dijo Tom.
- ¿Sabes, Tom? A veces eres tan irritante, tan frío. Somos tan diferentes, yo me preocupo por los demás mientras a ti, te dan lo mismo. Tienes que superarlo algún día Tom, no siempre tienes que vivir del recuerdo de Brie.
- ¡¿Puedes callarte?! – reto Tom.
- ¡No! – gritó – tienes que darte cuenta que Brie murió Tom, ella ya no esta contigo, tienes que superarlo, tienes que salir, no querrás ser un viejo soltero toda tu vida, ¿no?, superarlo – dijo Noah levantándose de la mesa y retirándose de la sala, dejando desayunando a solas a Millie y a Tom.
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Sara entró en la cocina, y se puso su delantal, se sentía devastada, sabia que su hermana ya está bien, pero no podía dejar de sentirse así, saco unas cebollas de un canasto y las empezó a picar.
-Sara, ¿Qué ha pasado? – pregunto Noah entrando en la cocina.
Sara se dio la vuelta y lo miro a los ojos, no articulo palabra alguna solo se lanzo a los brazos de Noah, llorando.
- ¿Qué ocurre? – pregunto Noah, abrazándola y haciendo pequeñas caricias en su nuca.
-No me siento bien Noah – acoto Sara deshaciendo aquel abrazo.
- ¿Por qué? – volvió a preguntar.
-No me gusta hablar de mis problemas personales, solo no me siento bien – explico ella secándose las lágrimas.
- ¿Por qué no me lo quieres contar?, quizás si me lo contaras te sentirías mejor – insistió Noah.
-No Noah, cunado me sienta preparada te hablaré de mi vida fuera de esta casa... tengo que cocinar, podrías... - Sara hizo una mueca que indicaba que, si la podía dejar sola, este solo asintió con la cabeza y le dio un beso cálido en la frente para después retirarse del lugar.
Ya eran las diez de la noche. Sara se encontraba en el lago verdoso ahora de un tono color negro, abrigada con una sudadera para aquella noche helada.
Se sentó en aquel banco y se hundió en sus pensamientos. No entendía porque trabajaba en esta casa si ella podía optar por más, pero si así lo hiciese, extrañaría mucho a Noah y a Millie, pero también extrañaba a su familia estando aquí, anhelaba que los tres meses pasaran rápido para que ella pueda estar con ellos, para poder disfrutar de un desayuno, almuerzo o cena familiar, pero no, aquí estaba, en este banco pasando frío.
Sus profundos pensamientos fueron interrumpidos por una persona que se sentó al lado de ella, su mirada se desvió a aquella persona, su boca se entre abrió de la impresión, no podía creer que lo que sus ojos veían, no podía creer que esa persona este al lado de ella, sentado como si nada, sin insultar, sin restregándole en la cara que era solamente una empleada, el silencio era profundo.
Ni ella ni Tom articulaban palabra alguna, ella no lo hacia de nervios y miedo y el quien sabe por qué.
- ¿Qué haces aquí?, la noche esta helada – articulo Tom, ella lo miro.
-Lo mismo pregunto yo – dijo y desvió su mirada al lago.
-Siempre salgo en la noche a pensar y hoy es una de esas noches – informó Tom.
-Yo solo lo hago cuando... - hizo un silencio – da igual.
- ¿Sabías que hoy en la mañana tuve que hacer el desayuno, porque la empleada de la casa no estaba? – Sara sintió un puñal en el pecho, jamás se le iba a quitar lo arrogante.
-Lo sé y lo siento – agacho su mirada.
- ¿Ninguna explicación por tu ausencia? – pregunto Tom.
-Problemas personales – respondió.
-No me convence – acotó.
-No es mi problema – dijo ella ya un poco irritada.
-Claro que lo es, era tu deber hacer el desayuno, y no lo hiciste – añadió él acomodándose en el asiento.
-Mira... - suspiró – mi hermana se enfermó, solo eso.
- ¿Y por qué llegaste con los ojos llenos de lágrimas? – preguntó, con un toque de intriga Tom.
Sara no sabia que responder, no le gustaba hablar sobre el problema de su hermana, no quería que la gente sintiera lastima por ella, y su familia, le gustaba conservar sus secretos, pero él estaba siento muy insistente, si no paraba, Sara ya no sabía que iba a hacer, no quería que nadie se enterara del problema de su hermana, ni menos dar lastima por aquello.
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Solo soy una empleada
RomansaSara Hyland una muchacha de veintidós años, humilde, de buen corazón. Ella decide trabajar en una casa de ricos, la casa de los "Hiddleston". Una familia que se deja llevar por la avaricia, las apariencias y la ambición. Jamás pensó que trabajar en...