No era necesario ser adivina para darse cuenta del cambio de actitud de Tom. A lo mejor estaba molesto o enojado, quien sabe. Podrían ser tantos motivos que lo llevaran a ese cambio.
-Claro – menciono ella en un suspiro.
Francamente ya le estaban hartando las actitudes de él, se estaba convirtiendo en un caso perdido y le daban ganas de renunciar al trabajo.
Quería llorar, tenia muchas emociones en su pecho, un leve nudo en la garganta que tenia ganas de sacarlo. Sin embargo, mentalizo que tenía que ser fuerte.
Se dirigió a la cocina a por el refresco que Tom le pidió, cuando quiso depositar el refresco, paso a traer el vaso, y este cayó al suelo, quebrándose, llena de rabia tiro todo lo que se encontraba en la mesa, desde un canasto lleno de fruta, y otros objetos más.
Sentía rabia, tristeza, sentía todo y quería tirar todo eso. Las cesantes lagrimas corrían por sus mejillas, se hizo un leve corte en el brazo, necesitaba desahogarse, tirar todo lo malo, vaciar todo el coraje, la tristeza que tenía en sus adentros.
Poso su espalda en la pared lisa de la cocina y dejo resbalar su espalda poco a poco, en llantos, cayó delicadamente en el suelo, las lagrimas no paraban. Abrazo sus piernas con sus brazos dejando esconder su rostro entre ellas.
-Sara – una cálida mano toco su hombro, pero ella no levanto su rostro, no quería que la vieran así – Sara, ¿Qué te ocurre? – preguntó esa voz que reconoció inmediatamente, como no conocer esa voz del hombre que ella odiaba y amaba a la vez – Sara por favor me estas asustando... - el se agacho y tomo los brazos de ella para poder mirarla, estaba mal y no entendía porque – ven.
La ayudo a ponerse en pie y en cuanto los dos estuvieron de pie, Tom pensó que lo mejor en ese momento era abrazarla y así lo hizo, muchas veces le había dicho que el mejor remedio para hacer calmar a una persona que se encontraba llorando era abrazándola.
- ¿Por qué estas llorando? – pregunto Tom con cierto tono de preocupación.
-Por nada... - respondió ella, al momento en que un sollozo escapaba de sus labios.
-Siempre cuando dices "por nada", es por mucho más... - le dijo el, mientras daba tiernas caricias en el cabello de ella, podría haber perdido las esperanzas, pero ¿Por qué no volver a tenerlas? – me gustaría que por una vez en tu vida pudieras confiar en mi y contarme que es lo que verdaderamente te pasa – Tom la tomo del mentón haciendo que ella la mirara directamente a los ojos.
-Son cosas que no vas a entender – articulo ella con pesadez – cosas personales.
-Entonces esas cosas personales te deben tener muy mal, como para que estés así... - dijo separándose un poco.
-Si, un poco – seco sus lágrimas, aunque también quería seguir abrazada y permanecer cerca de él, en sus brazos se sentía protegida, querida, estando con él, simplemente con él.
- ¿Te sientes mejor? – pregunto Tom regalándole una pequeña sonrisa.
-Si, ya me siento un poco mejor – respondió ella, miro a su alrededor, percatándose el desastre que ella misma había ocasionado – debo ordenar esto – menciono Sara con las mejillas sonrojadas por la vergüenza.
-Lo haremos juntos – dijo él.
Sus miradas se interconectaron y no pudieron decirse más, solo sintieron como los labios del otro se acoplaban a los suyos.
Tom la tomo de la cintura, ella por su parte rodeo el cuello de el con sus brazos, tratando de acercarlo más, logrando así dar más pasión a ese maravilloso beso.
Sus labios se movían con lentitud, disfrutando cada uno de los movimientos, de sus sabores. Tom apego mas a Sara a su cuerpo, las nuevas esperanzas volvían a surgir en su interior, en su corazón.
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Solo soy una empleada
Roman d'amourSara Hyland una muchacha de veintidós años, humilde, de buen corazón. Ella decide trabajar en una casa de ricos, la casa de los "Hiddleston". Una familia que se deja llevar por la avaricia, las apariencias y la ambición. Jamás pensó que trabajar en...