Despacio se acerco a la cama, con cuidado y tratando de no despertarlo. Se veía muy guapo durmiendo, con su pecho subiendo y bajando al ritmo de su respiración lenta.
Se sentó en la orilla de la cama y coloco una de sus manos en la frente de él, todavía tenía fiebre y había aumentado. Tenía que llamar a un médico, no podía dejarlo así sin que un profesional se encargue de verlo.
Buscó el número de teléfono del doctor Banner en la agenda que se encontraba en la mesa, Meryl le dijo una vez que ese medico siempre se encargaba de la salud de la familia. Marco rápidamente y espero que contestara.
-Habla con el doctor Banner, ¿Qué desea? – pregunto amablemente.
-Buenas noches, habla con Sara, una empleada de la casa de la familia Hiddleston – hizo una pausa - ¿podría venir?
-Si claro, pero me gustaría saber de qué se trata.
-Tom Hiddleston, el hijo mayor – respondió ella, se dio la vuelta y lo miro, todavía dormía.
-Esta bien, en unos treinta minutos estoy ahí.
-Muchas gracias – dijo ella y colgó.
Nuevamente se sentó al lado de él, Tom se movió un poco, despertando de su sueño, para encontrarse con el hermoso rostro de Sara al lado de él.
-Hola – saludo ella sonriendo.
-Hola – saludo Tom, mientas se acomodaba mejor en la cama, su voz era débil.
- ¿Cómo te sientes?
-Mejor – Sara no se creyó su respuesta. Sabía que estaba mintiendo.
-No me mientras... se que no estas bien, al contrario, por eso mismo llame a un medico que venga a verte – dijo ella.
- ¿Enserio lo llamaste? – pregunto Tom, incapaz de creer en lo que Sara le decía.
-Por supuesto que sí.
-No tenías que hacerlo... - se acomodó mejor en la cama – enserio me encuentro bien.
-Si claro – respondió ella sarcásticamente.
Sara se levanto de la cama y fue a buscar un vaso de agua que se encontraba en su escritorio, lo tomo y se lo dio a Tom para que se lo bebiera.
-Gracias – le dijo el – ha llamado mi madre.
- ¿Qué ha dicho?
-Me dijo que llegarían pasado mañana.
¿Entonces eso significa que ya no se quedaría a dormir en la casa de los Hiddleston?
-Ah... bien – suspiro Sara – esa es una buena noticia, ¿no crees?
-Si... creo.
Se quedaron mirando, ¿en realidad era una buena noticia que los padres de Tom regresaran pasado mañana?
Un toque en la puerta interrumpió el momento, Sara se levanto a abrirla, Meryl venia con el doctor Banner.
-Ha llegado el doctor Banner – aviso Meryl haciéndolo pasar.
- ¿Cómo estas, Tom? – le pregunto el medico en cuanto lo vio.
-Pues aquí doctor, un poco resfriado.
-Ya lo veo – de su maletín, el doctor saco algunos elementos de trabajo – tienes un resfriado común, pero tienes que cuidarte – le dijo el doctor a Tom después – te voy a dejar este jarabe, el cual tienes que tomarlo cada ocho horas, ósea te lo tomas ahora y después a las... - miro su reloj – a las una de la mañana.
-Está bien – dijo Tom.
-Cuídate mucho Tom.
-Lo voy hacer.
-Lo acompaño a la puerta – le dijo Meryl amablemente mientras los dos salían del cuarto.
Sara estaba parada a los pies de la cama con los brazos cruzados. Mientras el se acomodaba mejor en la cama.
Después de un tiempo la miro.
- ¿En qué piensas? – le pregunto Tom. Ella sonrió.
-En nada – fue simple la respuesta de ella.
Si, si estaba penando en algo, en lo que pasara pasado mañana, ella ya no iba a dormir en la casa de los Hiddleston, tal vez ya no vería tan seguido a Tom. Pero bueno, las cosas son así, y solo quedaba aceptarlas.
-Me voy a dormir, ya esta tarde y estoy cansada – le dijo ella, se acerco a el y deposito un tierno y largo beso en la mejilla.
Una rara sensación recorrió el cuerpo de Tom, su corazón latió rápido con tal solo sentir esos labios en su mejilla. Una sensación que no podía explicar, no tenía palabras para hacerlo.
Ella lentamente se separó de él, y salió de la habitación dejándolo solo. Aunque volvería, si, volvería a la una de la mañana a cerciorarse de que él tome su jarabe.
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Solo soy una empleada
Roman d'amourSara Hyland una muchacha de veintidós años, humilde, de buen corazón. Ella decide trabajar en una casa de ricos, la casa de los "Hiddleston". Una familia que se deja llevar por la avaricia, las apariencias y la ambición. Jamás pensó que trabajar en...