-Deberías fijarte por donde caminas empleaducha de cuarta – dijo la rubia algo molesta.
-Disculpa no la vi – se disculpó Sara.
-Torpe y ciega a la vez... ¿Qué se puede esperar de la servidumbre? ¿no? – dijo fulminándola con la mirada y retirándose del lugar.
Sara se quedó parada allí viendo como la rubia desaparecía de su vista, la verdad es que no le calló bien y no la iba a tragar. Tenía que aguantarse las ganas de gritarle porquerías en la cara y de darle un buen golpe en la boca para que se quedara callada, todo eso debía sacárselo de la mente, porque si lo hacía estaría de patitas en la calle, eso era algo seguro, aun no entendía como podían ser tan malas personas y no poder tratar bien a las personas, ¿es que acaso no les enseñan lo que es el respeto?
Sara soltó un suspiro y fue en busca de Millie para ir a dejarla a la escuela.
Cuando la encontró, la niña estaba sentada en el lago con agua verdosa, tiraba pequeñas piedrecitas en él, a Sara le dio un poco de pena la escena, aquella pequeña nunca salía, siempre con sus cuadernos y sus lápices para dibujar, no recibía visitas de amigos ni ella los visitaba, su niñez no la estaba viviendo al máximo como debería de hacerlo y ella se haría cargo de que aquella niña no se aburra mucho y disfrute.
-Hola Millie – dijo Sara acercándose a la pequeña.
-Hola Sara – saludó un poco desganada.
- ¿Estás lista para ir a la escuela?
-Sara, no tengo ganas de ir – dijo la pequeña.
-Tienes que ir pequeña, o si no tus padres se enojaran – advirtió.
-Ellos siempre salen, ni se enterarán de que falte a clases. Por favor Sara – rogó.
-Tienes que ir, si vas, cuando vuelvas te llevo a un parque y jugamos, luego comemos un rico helado, ¿te apetece?
- ¿Me lo prometes? – preguntó una muy entusiasmada Millie, con los ojos completamente iluminados de alegría.
-Te lo prometo – dijo Sara con una sonrisa en su rostro.
-Genial, vamos que llegaremos tarde – añadió la pequeña.
Cuando Millie y Sara entraron al comedor para ir a la escuela, Tom le hablo a Millie.
-Millie, ¿estás lista?, voy a llevarte a la escuela – avisó mientras buscaba las llaves de su coche en el mueble.
-Sara es la que me va a llevar, se lo pedí ayer – dijo la pequeña al momento en que agarraba a Sara de la mano.
-Tienes que caminar mucho, te vas a cansar – advirtió su hermano.
-Entonces dale las llaves de tu coche a Sara y me lleva – dijo la pequeña tranquilamente.
Tom miró a Sara, algo molesto.
- ¿Sabes conducir? – preguntó.
-Si – asintió Sara.
-Pobre de ti, si viene con algún rasguño, porque... - Sara lo interrumpió.
-Lo he entendido... tendré cuidado. Más aun si voy con Millie – dijo ella mirándolo a los ojos.
-Adiós Millie. Estudia mucho – dijo éste y se retiró.
Sara metió a Millie en el coche y colocó su cinturón de seguridad, luego se sentó en el asiento del piloto, el coche era de color negro, veía que le costó mucho dinero, puso la llave y al instante este ya estaba encendido, salió de la casa de los Hiddleston.
Minutos después llegó a la escuela de Millie, se despidió de ella y se fue a la casa de nuevo, el coche no sufrió daño ninguno, ni ralladuras, lo dejo donde lo saco y entró a la casa.
Sara buscaba a Tom para entregarle las llaves, pero no lo encontraba en ninguna parte. Seguramente había salido o se encontraba en el baño... o... de acuerdo, ya sabía dónde encontrarlo...
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Solo soy una empleada
RomanceSara Hyland una muchacha de veintidós años, humilde, de buen corazón. Ella decide trabajar en una casa de ricos, la casa de los "Hiddleston". Una familia que se deja llevar por la avaricia, las apariencias y la ambición. Jamás pensó que trabajar en...