Sara Hyland una muchacha de veintidós años, humilde, de buen corazón. Ella decide trabajar en una casa de ricos, la casa de los "Hiddleston". Una familia que se deja llevar por la avaricia, las apariencias y la ambición.
Jamás pensó que trabajar en...
- ¿Quién carajo eres tú y que haces en mi habitación? – dijo enfadado aquel hombre de ojos claro, con su cabello mojado y con solo una toalla amarrada en su cintura.
-Yo...
-Tu, ¡¿Qué?!
-Yo soy Sara, la nueva empleada de la casa y solo venia a hacer su habitación y limpiar el baño – dio unos pasos hacia atrás.
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- ¿Sabes que antes de entrar en las habitaciones se llama? – reprochó el hombre, enojado.
-Yo llamé a la puerta antes de entrar, pero nadie me abrió y pensé que no había nadie – explicó inocentemente Sara, los nervios la consumían por completo.
-Pensaste mal... ¡Fuera! – ordenó.
-Lo siento – mencionó Sara para luego retirarse del lugar.
Bajaba las escaleras con la mirada baja, nunca la habían tratado con tanta frialdad como lo hizo aquel hombre. Sentía una rara sensación de vacío en su pecho.
Llegó hasta la cocina donde Meryl estaba ya terminando el almuerzo.
-Sara, ¿podrías poner la mesa?, por favor, solo para tres personas, los señores salieron y solo comerán los hijos – ordenó Meryl.
-Claro – asintió Sara con desganada.
- ¿Ocurre algo?, ¿No te gusta el trabajo? – preguntó Meryl dejando de cocinar.
-No, al contrario, me encanta, solo que ya me he topado con la desagradable cara del hijo mayor – respondió Sara con cara de desprecio.
-Oh, y ¿ya te ha dado problemas?
-Estaba a punto de entrar al baño de su habitación cuando el salió y me hecho, pero no pienses que entré sin llamar... llame, pero nadie abrió ni dijo nada a si que solo entré y ya sabes... - menciono Sara desanimada.
-Tranquila, ya pasara, ahora ve a poner la mesa que el almuerzo ya está listo.
Ella obedeció las ordenes de Meryl, y se fue hacia el comedor con los utensilios de comida, platos, vasos, cubiertos, etc.
Sara se estaba divirtiendo poniendo la mesa, hasta que escuchó que alguien entró en la casa y de inmediatamente apareció Noah.
- ¡Hola Sara! – saludó alegremente Noah.
-Hola – saludó Sara de vuelta.
-Puedes llamarme por mi nombre, si quieres – añadió sonriente.
-Hola... Noah – volvió a saludar Sara.
- ¿Está listo el almuerzo? Me comería un dinosaurio – dijo Noah mientras se tocaba el estómago.
-Si, ya está, solo faltan... - Sara no alcanzó a terminar la frase cuando Tom Baja con Millie en sus brazos.
-Creo que ya no falta nadie – exclamó un Noah contento.
-De inmediato les sirvo – se retiró del comedor para dirigirse a la cocina.
- ¿La has visto? – pregunto Noah a su hermano, quien se sentaba a la mesa.
- ¿A quién? – dijo Tom en un tono frío.
-A la nueva empleada, es guapísima y esa sonrisa... ¡wow! – se expresó Noah sonriente ante su comentario.
-Noah, es una empleada, tiene un nivel mas bajo que el tuyo, te matarían si te relacionaras con ella, no seas imbécil – reprochó disgustado Tom.
-Pero... - Noah fue interrumpido por Sara quien venía con una bandeja con platos de comida en sus manos.
-Aquí tienes pequeña – dijo Sara sirviéndole un plato de comida a Millie.
-Gracias – respondió con una sonrisa la pequeña - ¿Sara?
- ¿Sí?
- ¿Me acompañas al parque? Hace mucho que no voy y me encantaría ir – pidió tiernamente la pequeña Millie.
-Claro – sonrió Sara mostrando su blanca y perfecta dentadura.