XIX

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Volví a trabajar a las cuatro de la tarde del día siguiente después de haber dormido cuatro horas escasas. La cabeza me daba vueltas del dolor y tenía cero ganas de ver a Natalia.

Salí temprano y paseé hasta las oficinas, comprándome un café por el camino y andando con pereza. Tardé algo más de media hora en llegar pero ahora estaba mucho más tranquila.

Subí el ascensor inquieta y llegué a mi mesa, prácticamente tirándome encima de ella. Sabía que tenía que entrar al despacho pero quería alargar el momento todo lo que pudiera y más.

Suspiré y me incorporé con resignación, haciendo sonar mis pasos por el pasillo hasta llegar a la puerta de madera oscura y llamé, pasando lentamente después de recibir la confirmación.

Estaba sentada en su silla, con esa expresión seria que siempre tenía. Me miró por encima del hombro y, con un gesto de su mano, me indicó que me acercara.

-Vengo a por el trabajo.-Aclaré. Dando pequeños pasos hacia ella.

-Lo sé.-Murmuró.-Hoy tengo algo distinto para ti.

Me miró con picardía y bufé, estaba haciendo como si nada de lo anterior hubiera pasado y a mí me subieron los calores de rabia con sólo pensarlo.

-¿Qué?-Dije seca, puso una expresión de sorpresa y sonrió levemente, burlándose de mi molestia.

-Siéntate.-Señaló una de las sillas que estaba junto a su mesa y obedecí, cruzándome de brazos y mirándola con impaciencia.-Tú comenzaste la carrera de Bellas Artes, ¿Cierto?

-Sí.-Confirmé.-Pero terminé el primer año y lo dejé.

-¿Suspendías?-Negué con la cabeza.-¿Entonces?

-No te metas en mi vida, Natalia.-Avisé, no iba a permitir que fuera por aquel camino.

-Vale.-Levantó las manos en señal de rendición.-Mira esto.

Me levanté con lentitud y rodeé la mesa ante su atenta mirada. Llegué a su lado y giró la pantalla de su ordenador, dejándome ver la imagen de un cuadro.

-¿Y?-Pregunté sin entender.

-Me han ofrecido comprar este cuadro para venderlo a un precio más alto.-Me explicó.-El precio es muy alto y no sé si sacaré beneficios. Así que necesito que me digas si hacerlo o no.

-Sinceramente, no tengo ni idea de economía.-Me encogí de hombros.

-No es economía, es arte.-Sonrió con gracia y yo rodé los ojos.

-Pues...-Observé la imagen con atención.-¿De qué material está hecho?

-Es pintura al Óleo.

-¿Te han dicho de quién es?-Negó.

-Por eso me ha parecido tan sospechoso.

-No es original.-Indiqué, ella frunció el ceño y me miró confundida.-Este cuadro fue pintado en mil ochocientos cincuenta y siete, se llama Las Espigadoras.

-¿Qué?-No entendía nada.

-Si no sabes sobre arte es muy fácil que te cuelen este cuadro y digan que lo ha pintado alguna persona aleatoria, pero lo cierto es que este cuadro es bastante famoso y es imposible que sea el original por este precio.-Señalé la cifra con mi dedo índice.

-¿Cómo sabes esto?-Estaba impresionada y yo sólo me encogí de hombros, restándole importancia.

-Cultura, supongo.-Puse una mueca y me alejé un poco, poniendo algo de distancia entre nosotras.

-Vale, pues voy a llamar a Joan para que investigue sobre esto.-Agarró su teléfono y tecleó un par de veces hasta llevárselo a la oreja.

Me senté de nuevo y me mordí las uñas mientras ella mantenía una conversación con su amigo, cruzándome de piernas y recostándome en una postura desenfadada.

Cuando terminó colgó y me miró con seriedad, yo rodé los ojos mi aparté mi vista de ella para contemplar el suelo blanco.

-¿Puedo hacerte una pregunta?-Rompió el silencio, dejando sus codos apoyados en la mesa, inclinándose hacia delante.

-Haz lo que te de la gana.-Solté, se notaba mi rencor hasta fuera de aquella sala.

-¿Estás enfadada por lo de ayer?-Me preguntó, yo la miré con obviedad y solté una risa sarcástica.

-Entiendo que tus intenciones fueran otras conmigo.-Me refería al hecho de sólo querer sexo una vez.-Pero me podrías haber avisado.

-¿No lo hubieras hecho?-Tenía una sonrisa burlona y a mí me daban ganas de estamparle la grapadora en la cabeza.

-Teniendo en cuenta que te tengo que ver la cara todos los días, no.-Bufé.-No lo hubiera hecho.

-Eres una mentirosa.-Me levanté enfadada y apreté los puños.

-No voy a empezar este puto juego otra vez, déjame en paz.

-No te estoy diciendo nada, Alba.-Se excusó, recostándose en su silla de cuero.

-Eres una bipolar de mierda.-Insulté.-Me dices que no quieres nada, te acuestas conmigo, me dices se acabó, me vuelves a sacar el tema.

-Sólo tenía esa pequeña duda.-Se encogió de hombros.

-Pues aclárate, joder.-Me coloqué el pelo con frustración.-Si eres mi jefa, lo eres de verdad.

-Cuida tu lenguaje.-Me señaló con el dedo.

-Cuida tú tu forma de jugar con las personas.

-Alba...-Me avisó, pero yo estaba muy molesta cómo para hacerle caso.

-La próxima vez que quieras acostarte con alguien, llamas a otra empleada, que por lo visto te gusta follártelas.-Solté dolida. Ella me miró sorprendida y pegó un fuerte golpe a su mesa con la palma de su mano, levantándose y acercándose peligrosamente a mí. Retrocedí con algo de miedo hasta dar con una pared.

-No vuelvas a decir algo así.-Tenía los ojos rojos de la rabia y sólo le faltaba agarrarme de la blusa y estamparme contra el muro que tenía detrás.

-¿He dado dónde duele?-Pregunté sarcásticamente. Haciendo que apartara su mirada de mí.

-Cállate.-Me ordenó, apretando su mandíbula.

-Pobrecita.-Puse un puchero.-Le duele la verdad.

-Te cuento una puta cosa de mi vida y te parece bien soltarme esto aquí, sin venir a cuento para nada.-Elevó su tono.

-¿Acaso no soy tu empleada?

-Sí, pero no tiene nada que ver.

-Sí tiene,-Me reí.-La diferencia está en que yo no te quiero sacar ni un céntimo porque no me interesaba eso, pero cuándo te des cuenta de que las personas también se acercan a ti por algo que no es interés, comprenderás porqué me pongo así.

Me marché de allí, cerrando la puerta detrás de mí y suspirando agotada.

Si queréis preguntarme cualquier cosita en Twitter os contestaré seguro. Aquí hay veces que no me deja contestar los mensajes directos. ❤️

@missbanana027

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora