Me levanté temprano aquella mañana y miré el cuerpo dormido de Natalia a mi lado. Respiraba pesadamente, sin embargo, nunca le había visto dormir verdaderamente tranquila. Su cuerpo estaba en tensión y tenía pequeños espasmos en los hombros en determinados períodos de tiempo.
Suspiré con nostalgia y rocé su mejilla sin apenas llegar a mantener contacto con ella para evitar despertarla. Me incorporé en el colchón y me cambié de ropa rápido para salir por la puerta antes de que notara mi ausencia.
Llamé un taxi y, cuándo llegó, le indiqué la dirección de la antigua casa de la morena. El camino se me hizo eterno. Me dediqué a mirar por la ventana y a pensar en todas las cosas que habíamos pasado juntas.
El vehículo paró y me bajé despacio, pagando antes de salir de él. Llamé a la puerta un par de veces pero nadie abría. No había avisado a Joan pero tampoco creía que fuera oportuno porque, de alguna manera u otra, se acabaría enterando Natalia.
El chico abrió algo despeinado mientras se frotaba un ojo y me sentí mal por haberlo despertado. Me miró sorprendido y confuso y yo me encogí de hombros.
-Necesito hablar contigo.-Susurré. Me dejó pasar al interior sin decir una palabra y fuimos juntos al salón, donde nos acomodamos en el sofá.
-¿Qué pasa?-Me preguntó preocupado. Sonreí incómoda y me rasqué la nuca, pensando en cómo formular la pregunta.
-¿Tú sabes si a Natalia le pasa algo?-Solté sin reparo. Frunció el ceño confuso y suspiré.
-¿Algo cómo qué?
-Sí...-Me removí nerviosa en el sitio.-Se comporta muy raro y creo que tiene algún problema.
-¿Qué ha pasado?-Parecía inquieto. Le hice un gesto con la mano, en señal de que no se preocupara.
-Tiene ataques.-Expliqué.-Y no sé exactamente si debería hacer algo o no.
Se rascó la frente y suspiró frustrado. Pasó su mano por su barba y me miró directamente a los ojos.
-Eso tienes que hablarlo con ella.-Me sugirió, dándome a entender que realmente le pasaba algo.
-Pero no sabe que tiene ataques.-Dije desesperada.-Actúa con normalidad siempre.
-Alba.-Me tranquilizó.-Habla con ella.
-Pero...
-Entiendo que estés así.-Cortó. Sonriéndome con amabilidad.-Natalia es muy complicada y se comporta diferente con cada persona de su entorno.
Rodé los ojos y me tiré al respaldo del sofá. Llevé mis manos a la cara y solté un bufido algo alto.
-Que jodido es esto.-Me frustré. Joan soltó una carcajada divertida y apoyó su mano en mi rodilla.
-Y llevas dos días con ella.-Me recordó.-¿Un cubata?
-Por favor.-Sonreí. Se levantó y desapareció por la cocina para dejarme sola.
Miré la decoración como método de distracción hasta que volviera y me asusté cuando el tono de llamada de mi móvil comenzó a retumbar por toda la sala.
-¿Sí?-Atendí, pegándolo a mi oreja.
-¿Dónde coño estás?-Escuché la voz de Natalia al otro lado del aparato y abrí los ojos en grande.
-Eh, trabajando.-Disimulé.
-No me mientas.-Me soltó.-He llamado a la oficina y nadie te ha visto.
Me golpeé mentalmente al no recordar que la morena era mi jefa, pero muchas veces se me olvidaba ese pequeño detalle.
-Bueno, tampoco te tengo que dar explicaciones de nada, Nat.-Dije tranquila. Noté su suspiro y cerré los ojos con fuerza.
-¿Cuándo vuelves?-Me preguntó, aparentemente cambiando de tema, cosa que me sorprendió.
-No tardo.-Informé.-Puedes irte al trabajo si quieres.
-Te espero aquí.-Contestó.-Quiero ir contigo.
-Vale, pues luego nos vemos.
-Adiós.-Pronunció seca. Rodé los ojos y corté la llamada sin responder nada.
Pasaron alrededor de cinco minutos hasta que vi a Joan volver con dos vasos de un líquido amarillento en la mano.
-¿Qué es?-Le pregunté cuando me lo ofreció.
-Gin-Tonic.-Me dijo obvio. Reí tímidamente y di un sorbo largo, este hombre preparaba las copas demasiado bien.
-¿Te las apañas bien solo?-Quise entablar conversación para evitar que nuestro silencio fuera incómodo. Se encogió de hombros.
-Natalia no hacía mucho.-Me explicó.-Sólo gruñir.
Sonreí y asentí, completamente de acuerdo. Nos quedamos callados. Joan me miraba atentamente y yo no sabía que decir.
-Podría volver.-Le ofrecí. Soltó una carcajada y fruncí el ceño.
-Créeme, si se ha quedado en tu casa no va a salir de allí hasta que te hartes de ella.-Se burló.
-Pues ayer tenía muy decidido que quería pirarse con su ex.
-¿Qué ex?-Se quedó descolocado ante mi declaración y yo me encogí de hombros una vez más.
-No sé. Una chica pelirroja y muy mona.
-¡Ah coño!-Exclamó emocionado, haciéndome pegar un bote en el sitio.-¡Alicia!
-¿Alicia?-Asintió.
-Así se llama.-Se mofó.-¿Cómo la habéis visto?
-En una fiesta que organizó María.-Informé.
-Pues es muy raro.-Me dijo.-Esa chica, hasta donde yo sé, vive en Pamplona.
-Ayer estaba aquí.-Aseguré.
Seguimos conversando sobre aquella mujer por unos cuantos minutos más hasta que volví a recibir otra llamada de la misma persona. Rodé los ojos ante su insistencia y descolgué.
-¿Qué quieres?-Respondí algo seca. Escuché la risa de Joan de fondo y le golpeé en el brazo para que se callara.
-Alba. ¿Sabes cómo se pone la lavadora?-Me preguntó con una voz adorable.
-¿Cómo no lo voy a saber si es mi casa?-Dije obvia.
-Quiero poner mi ropa oscura y no sé cómo hacerlo.
-Te enseño cuando llegue.-Propuse.
-Vale, pero no tardes, que quiero tenderla y eso.
-Vale.-Sonreí, colgando la llamada de nuevo.
El chico me miraba con ternura y puse una mueca de asco, haciéndole reír. Le informé de que tenía que volver y me agradeció la visita.
Me marché de su casa cuando el taxi estuvo en la puerta y me percaté de que realmente no había conseguido nada de información sobre la morena.
Capítulo relax para los que no me pedíais drama, si en este fic habrá de todo un poco JAJAJAJA.
Os quiero mucho. ❤️
@missbanana027
