Los días con Natalia comenzaron a tornarse algo complicados. La actitud tan cambiante de la morena me estresaba de sobremanera.
Para ser más específica, hacía más de una semana que huía de mí cuando la cosa se comenzaba a calentar.
No pasábamos de los besos y a mí me estaba volviendo loca porque no entendía que le pasaba y me dejaba absolutamente confundida.
Tenía bastante claro que descubriría la raíz del problema y puse mi plan en marcha el miércoles de esa misma semana.
Me había propuesto revisar un proyecto de arte en su despacho y llevábamos unas cuantas horas con eso. Se tomaba el trabajo demasiado enserio y me parecía sumamente adorable.
-Creo que éste está bien.-Me miró.-¿No?
Estábamos sentadas detrás de su mesa, cada una en una silla. Revisábamos obras desde la pantalla de su ordenador, pero yo estaba especialmente distraída aquel día.
-¿Qué?-Pregunté sin entender. Sacudiendo un poco los pensamientos de mi cabeza.-Sí, claro.
-¿Estás bien?-Me contempló de arriba a abajo preocupada y yo asentí, intentando mantener mi atención en ella.
-Eh...-Observé con atención.-No parece falso.
-Alba.-Me llamó, hice un sonido extraño en señal de que continuara y apoyó su mano en mi rodilla.-¿Qué te pasa?
-Nada, pero no puedo concentrarme contigo.-Confesé tímidamente. Apareció una sonrisa divertida en su boca y levantó las cejas.
-¿Estás de coña?-Se burló. Rodé los ojos y me recosté en la silla con los brazos cruzados.
-No.
-Bueno, venga.-Sujetó mi barbilla, dejando un suave beso en mis labios.-Hazlo por mí.
-Eres muy injusta.-Me quejé. Soltó una carcajada y yo me incorporé, sentándome en su regazo.
-¿Qué haces?-Exclamó confundida. Sonreí tiernamente y me lancé a sus labios en busca de entretenimiento.
Se separó al instante y juntó nuestras miradas. Creo que vio mi desesperación por mantener contacto y suspiró, dejándose hacer.
Comencé a jugar con su boca despacio, simplemente sintiendo su piel. Acariciaba su mejilla mientras ella me apretaba contra ella con sus brazos.
La sesión se calentó y la intensidad empezó a subir considerablemente. Ahora su lengua jugaba con la mía en busca de control y yo conseguía que expulsara pequeños jadeos de frustración cada pocos segundos.
Bajé mis besos por la extensión de su mandíbula y continué por su cuello, chupando y lamiendo cada zona sensible que me encontraba por el camino.
Bajé mi mano disimuladamente y abrí el primer botón de su camisa despacio, intentando evitar que se asustara. Cuando se me presentó la posibilidad de agarrarle un pecho, me apartó en un suspiro.
-Tenemos que seguir.-Me puso como excusa. Fruncí el ceño y la contemplé. Rehuía de mi mirada y estaba completamente sonrojada.
Carraspeó su garganta y me elevó en el aire para dejarme de vuelta en mi sitio anterior.
-¿No te pongo?-Pregunté insegura, notando como se me formaba un nudo en la garganta.
-¿Qué dices?-Me miró fugazmente, volviendo su atención a los papeles que tenía delante de ella.
-Joder, Natalia.-Bufé.-Me lo podrías haber dicho antes.
-Pues claro que me pones.-Me aseguró, ahora algo más sincera.-Pero estamos en el trabajo.
-Para ti todo son excusas.-Me indigné.-Cuando estamos en casa tampoco quieres.
-No digas tonterías.-Murmuró.
-Hemos follado dos veces, literalmente.-Le recordé.-Y parece que no te gustaron mucho que digamos.
Me levanté de la silla con tristeza y me sostuvo del brazo antes de pudiera dar un paso más. Me giré y la encaré, pero no abrió la boca. Me solté de su agarre y bufé, caminando hacia la puerta.
-No te imaginas lo bien que follas, Alba.-Escuché, me quedé paralizada de espaldas a ella y oí sus pasos acercarse.
-¿Entonces?-La miré, encontrándomela a escasos centímetros de mi cuerpo.
-No quiero que pienses que eres sexo para mí.-Me acarició el lateral de mi cara y cerré los ojos.
-¿Y por qué pensaría eso?-Se encogió de hombros.
-Por lo que dijo Joan.
-Natalia, no sé lo que quieres de mí.-Confesé, haciendo que mirara al suelo con decepción.-Pero tampoco me lo has dicho nunca.
-Esas cosas se entiendes por sí solas.
-Bueno, pero yo soy cortita.-Me mofé, intentando quitarle hierro al asunto. Ella me sonrió levemente y suspiró.
-No quiero que pienses que me conformo con cuatro polvos.-Susurró, continuando con las caricias en mi cara.
-No lo hago.-Aseguré.-Pero me tienes a dos velas.
-Lo siento.-Se rió, contagiándome al instante.-Te lo compensaré.
-¿Ah, sí?-Pregunté divertida. Asintió.-¿Y que me vas a hacer?
-Ya lo verás.-Dijo segura, rozando sus labios con los míos sin llegar a mantener contacto.
Sonreí pícaramente y me incliné para besarla, pero se apartó y comenzó a negar con la cabeza. Fruncí en ceño divertida y sujeté la solapa de su chaqueta de traje.
-¿Qué?-Exclamé. Se rió de mí y dejó un tímido beso en mi mejilla derecha, apartándose entre carcajadas.
-La sorpresa para esta noche.-Se burló, moviendo las caderas hasta su escritorio.-¿Seguimos con esto o no?
-Eres una cabrona.-Provoqué, sentándome junto a ella.
-Me pone mucho que me insulten.-Me confesó, haciéndome buscar la broma en su frase.
-¿De verdad?-Me reí.
-Te lo juro.-Aseguró.
-Está bien saberlo.
Sonrió y moví las cejas divertida, haciendo que soltara una carcajada y me golpeara el brazo con suavidad.
-Venga, a trabajar.-Me ordenó sutilmente.
Después de aquello pude concentrarme incluso menos que anteriormente. Sólo de pensar las cosas que haríamos después me calentaba de sobremanera.
Intentaba escucharla pero sólo podía prestar atención al movimiento de sus labios y conseguí que me regañara varias veces por no estar haciéndole caso.
Ella me había prometido acción aquella noche, pero lo que no sabía era que yo podía darle mucho más de lo que realmente se creía.
Calienten motores para el siguiente capítulo. (No spoiler.) pero puedo ser muy mala o muy buena JAJAJAJA.
Os adoro. ❤️
@missbanana027
