XXIX

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Ambas cenábamos en silencio mientras en el salón sólo se escuchaba la televisión de fondo. Ella parecía distraída mirando su comida y de vez en cuando levantaba su cuchara para llevar un poco de sopa a su boca.

Yo me dediqué a observarla en silencio. Nunca habría imaginado una vida tan cotidiana con la chica que había puesto mi mundo patas arriba de un día para otro.

Me fijé en los tatuajes de sus brazos, desnudos por la gran camiseta blanca de manga corta que se había puesto para dormir.

-¿Has hablado con Joan?-Pregunté después de un rato. Pareció asustarse con mi voz y levantó su mirada del plato.

-No.-Me contestó en un suspiro.

-¿Lo has intentado?

-¿Me estás juzgando?-Soltó algo dura. Elevé las cejas ante su brusquedad para, a continuación, fruncir el ceño molesta.

-No, pero lo mínimo que podías hacer es disculparte con él.-Me encogí de hombros, llevándome otra cucharada a la boca.

-¿Tú que coño sabes?-Gruñó.-No tienes nada que ver.

-Bueno.-Comencé con el sarcasmo.-Yo no soy la chica que se ha acostado contigo cuando le gustaba a tu mejor amigo. ¿Verdad?

Su mirada se tornó dura y apretó los puños encima de la mesa. Bufó un par de veces y se colocó el pelo para evitar cruzarme la cara con un tortazo.

-Cállate.-Murmuró entre dientes, dejando ver los músculos de su mandíbula ante la tensión que ejercía en ella.

-No, no me callo.-Elevé la voz.-No voy a aceptar que me eches la culpa por algo que has hecho tú.

Golpeó la madera con la palma de su mano y se levantó para después desaparecer ante la oscuridad de mi habitación. Suspiré cansada y seguí comiendo, fingiendo normalidad.

Esperaba que se le pasara y viniera pero no apareció. Terminé de cenar y lavé mi plato con tranquilidad. Me estaba secando las manos con el trapo cuando escuché abrirse una puerta y cerrarse otra, supuse que había ido al baño.

Me senté en el sofá y miré la televisión para distraerme un rato de ella. No sabía cuanto iba a aguantar viviendo con Natalia y su orgullo en mi diminuta casa, además de dormir en la misma cama a pesar de nuestras discusiones.

Gruñí frustrada y me apoyé en el respaldo del sillón. El sueño me venció y me quedé dormida allí. Abrí mis ojos cuando sentí un toque en mi pierna y me quejé del dolor de cuello que tenía por la mala postura.

La figura de Natalia apareció ante mí con una cara preocupada. Interrogué con la mirada y apartó la suya hacia abajo.

-¿Vas a venir?-Preguntó, jugando con los anillos de su mano. Me quedé en silencio observándola y escondí una sonrisa ante lo adorable que era.

Me levanté sin decir nada y la dejé atrás para meterme en el baño, lavarme los dientes, y entrar en mi habitación. Me la encontré sentada a los pies de mi cama, mordiéndose las uñas con nerviosismo.

La rodeé y me estiré al sentir el colchón sobre mi espalda, soltando un suspiro de alivio. Se quedó en la misma posición un buen rato, esperando que dijera algo.

Di un toque con mi pie sobre su culo por debajo de las sábanas y movió su cabeza en mi dirección, pero yo me hice la dormida. Repetí la acción y, a pesar de no verla, supe que tenía una expresión confundida en su rostro.

Se levantó entre suspiros y abrió las sábanas para meterse conmigo en la cama. Yo me tapaba hasta la nariz para evitar que me viera sonreír, pero ella me parecía sumamente adorable.

-Alba.-Susurró en la oscuridad. Hice un ruido para hacerle saber que continuara.-Lo siento.

-Vale.-Intenté sonar borde y creo que lo conseguí porque se removió incómoda.

-¿Me perdonas?-Puso voz de bebé y me derretí ante lo tierna que era.

-Me debes una galleta.-Le advertí, girando mi cuerpo para darle la espalda. Escuché su sonrisa tímida y esperé un buen rato hasta que sentí su brazo pasar por mi cadera y su cuerpo pegarse al mío.

-¿Te puedo abrazar?-Me preguntó.-Tengo frío.

-Ya lo estás haciendo, Natalia.-Me burlé, entrelazando sus dedos con los míos.

-Puedo dejar de hacerlo, si quieres.

-Yo también tengo frío.-Mentí. Se pegó más a mí y frotó mi costado para darme calor. Sentí su respiración en mi nuca rapada y me estremecí.

-¿Podemos hablar mañana con Joan?-Me pidió.-Juntas.

-Pero, Nat.-Acaricié su brazo.-No sé si meterme por medio es lo correcto.

-Necesitamos quedar bien los tres, no puedo más con esta situación.

-No llevas ni un día viviendo conmigo y ya te quieres ir.-Bromeé, escuchando su risa.

-Tonta.-Susurró, escondiendo su cara en mi espalda y frotándose contra mí.

-Vale.-Acepté.-Mañana vamos a tu casa y aclaramos todo.

-Gracias.-Me dio varios besos en la nuca y dudé entre girarme hacia ella o no, finalmente lo hice.

Me miró con una sonrisa y acarició mi cara con la palma de su mano muy despacio, sintiendo su piel contra la mía.

Cerré los ojos ante el contacto y me escondí en su pecho, sintiendo como me abrazaba con fuerza y me mantenía pegada a ella como una lapa.

Habíamos desarrollado unos gestos cariñosos que me desconcertaban pero al mismo tiempo me daban la vida. La tensión sexual entre nosotras se podía oler a kilómetros, pero intentábamos ignorarlo, no tenía muy claro cuanto tiempo íbamos a aguantar sin lanzarnos a la otra.

Suspiré en su cuello y se retorció al hacerle cosquillas. Pasé mi mano por ella hasta llegar a su espalda y meterla por debajo de su camiseta, sintiendo su calor de inmediato.

Ella se movió y entrelazó sus piernas con las mías para acercarnos más si cabía. Cerré los ojos y, sintiendo el latido de su corazón y su respiración tranquila, dejé que el sueño me venciera.

Al fin y al cabo nos esperaba un día complicado, donde muy probablemente acabaría enfadada con ella o, en el mejor de los casos, regresando a su casa por una disculpa aceptada.

Holi. He dejado una encuesta en Twitter MUY IMPORTANTE, para el desarrollo de la historia. Los resultados no son definitivos ya que el último voto es el mío pero me ayudaría muchísimo saber que queréis que pase a continuación. Besos. ❤️

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Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora