XXXII

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Estuvimos tiradas en la cama un buen rato hasta que decidí que era suficiente. Me levanté y obligué a Natalia a hacer lo mismo, la cual rechistaba por prácticamente todo.

-Venga, me lo has prometido.-Le supliqué, tirando de ella hasta meterla en el baño. Puso un puchero de niña de dos años y bufó enfadada para luego encerrarse.

Salimos de mi casa alrededor de las diez y media. Llegábamos algo tarde y me estaba poniendo de los nervios. Entramos en su coche y ella parecía tener toda la tranquilidad del mundo, sin querer llegar a nuestro destino.

Me miró de reojo y vio como me mordía las uñas con impaciencia y me removía en el asiento. Sonrió con burla y agarró la mano que estaba en mi boca, entrelazándola con la suya.

Aparcó delante de un antro lujoso y suspiré. Me abrió la puerta con amabilidad y notó como me tensaba cuando apoyó su mano en mi espalda.

-Tranquila.-Murmuró, caminando junto a mí hasta la entrada.

-No estoy acostumbrada a venir a sitios así.-Expliqué, tragando saliva pesadamente.-No me gustan.

-Si quieres nos vamos.-Ofreció, negué con la cabeza y seguimos nuestro camino.

La discoteca era algo grande, si lo comparábamos con el sitio dónde anteriormente trabajaba. Miré cada uno de los detalles de la sala. Unas luces de todos los colores eran la única iluminación y la música llegó a mis oídos como un impacto brusco.

Vi a María al fondo de la sala bebiendo chupitos con varias personas, las cuales supuse que serían sus amigos, pero nadie que conociera.

Nos acercamos y la rubia, al vernos, sonrió alegre y nos saludó con dos vasos. Levanté la ceja extrañada de que no nos hubiera dirigido la palabra y me giré a Natalia.

-Te comenzará a hablar cuando bebas.-Me dijo.-Son las normas.

María asintió y me encogí de hombros, tomando hasta la última gota de aquel líquido amargo. Puse una mueca de asco y la chica se rió, levantando los brazos y abrazándome con fuerza.

-¡Gracias por venir!-Gritó por encima de la música.-Mira, éste es Pablo.

Agarró a un chico del hombro y le obligó a girarse para mantener contacto con nosotras. Nos sonrió en grande y cogió a su novia por la cintura.

-¡Hola!-Saludó. Me fijé en la cantidad de tatuajes que tenía y reí, la recepcionista y él eran como dos gotas de agua.

-Encantada.-Me presenté.-Yo soy Alba.

-Ya me lo ha dicho.-Señaló a María.-Es verdad lo de que pareces un copo de nieve.

Soltaron una carcajada y me sonrojé ligeramente. Parecían preocupados de que me molestara pero les expliqué que estaba bien. Nos dejaron solas entre la multitud y me rasqué la nuca avergonzada.

-Eres el copito de nieve más sexy que he visto en mi vida.-Se burló Natalia. Golpeé su brazo y soltó una carcajada.

-Quiero beber.-Anuncié. Levantó las cejas sorprendida y desapareció de mi vista para volver con dos cubatas.

Intentaba animar a la morena a bailar pero se excusaba diciendo que no sabía y que no quería hacer el ridículo. Rodé los ojos y María me cogió la muñeca para dirigirme a la pista y moverse conmigo.

Estaba distraída, tanto que no me di cuenta de que una chica se le acercó. Estaba apoyada en la barra y la miraba con una sonrisa, fruncí el ceño y perdí la concentración de lo que estaba haciendo.

La chica le susurró algo en el oído y Natalia asintió riendo. Noté como se me subían los calores y el cuello me comenzaba a picar del sudor, pero aún así intenté controlar mis celos.

-Es su ex.-Escuché a María, que me miraba con preocupación.-La he invitado yo pero no pensaba que viniera, lo siento.

-No pasa nada.-Le resté importancia.-Si es tu amiga...

-Pasaron muchas cosas juntas.-Me explicó.-Natalia no lo ha pasado bien, no sé si lo sabes.

-¿El qué?-Pregunté sin entender. Me miró con lástima y suspiró, pasando un brazo por encima de mis hombros.

-¿Bebemos?-Me cambió de tema, empujándome a la barra para pedir.

-No me he terminado esto.-Levanté la copa que tenía en la mano. Me la arrancó de las manos y se la bebió de un sólo trago.

-Ahora sí.-Me tendió otro vaso y yo no entendía nada de lo que estaba pasando.

-Voy a volver con Natalia.-Le informé, negó con la cabeza varias veces y fruncí el ceño.

-¿Me acompañas a fumar?-Me pidió, algo desesperada.-Tengo un mono que me muero.

Se le escapó una sonrisa torcida y llevó las manos a los bolsillos de su chaqueta, buscando lo que parecía ser una cajetilla de tabaco y un mechero.

-¿Qué está pasando?-Moví las manos, girándome para volver con la morena. María me agarró del brazo para evitar que regresara.

-Déjala, por favor.-Rogó.-Necesitan hablar.

-¿Qué?-Pregunté confundida.-No te entiendo.

-No lo hagas.-Bebió un trago largo de su copa.-Pero déjala.

-No, quiero saber qué coño pasa.-Me solté de su agarre enfadada y volví a dónde estaba el grupo. Me sorprendí cuando vi a Natalia en la misma posición, pero ahora tenía a la otra chica incluso más cerca, susurrándole cosas en el oído y provocando su risa.

Me molestó mucho más que no notara mi presencia y gruñí, cruzándome de brazos y dirigiéndome a uno de los sillones que estaba frente a ella.

Me senté enfadada y me torturé a mí misma al observar su interacción. La morena parecía contenta y me hizo dudar de sus intenciones conmigo.

Suspiré cansada y cogí mi chaqueta para salir a la calle. Me estremecí por el frío y me froté las manos un par de veces, sacando mi móvil de uno de los bolsillos para llamar a un taxi e irme a mi casa.

Me senté en el bordillo de la carretera y esperé durante un par de minutos. Sentí cómo la puerta se abría por el cambio de intensidad de la música.

-¿Alba?-Me llamó, chasqueé mi lengua pero no me giré. Tampoco es que tuviera muchas ganas de hablar con ella.

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora