Dos días después y sin prácticamente mi consentimiento, Julia decidió que era una buena noche para salir de fiesta a una de las discotecas que tenía el centro de Madrid.
No tenía muchas ganas pero me apetecía despejarme del trabajo y de todo lo que tenía que ver con Natalia, la cual no había visto en días.
Parecía que se había rendido y, por una parte, me dolía que le importara tan poco. Suspiré frustrada en el sofá de mi apartamento mientras veía a mi amiga recorrer el piso de un lado para otro buscando, según ella, el conjunto de ropa perfecto para la ocasión.
-¡Qué mono!-Exclamó desde la habitación, apareciendo después con un top lencero negro que me había comprado hacía más bien poco.
-Sí, monísimo.-Rodé los ojos y me tumbé, frotando mi sien ante el cansancio y las pocas ganas que tenía en ese momento.
-Queda perfecto con esto.-Opinó, agarrando uno de mis pantalones formales grises de cuadros.-Unos taconcitos y pivón.
-Vale.-Me conformé, levantándome con pereza y cogiendo las prendas que Julia me había preparado.-Me voy a la ducha.
Desaparecí de su vista por unos minutos que me vinieron de perlas para relajarme debajo del agua y no pensar más en aquella noche. Enjuagué mi pelo despacio, tanto que la chica acabó golpeando mi puerta y alegando que ya había pasado una hora desde que había entrado al cuarto de baño.
Salí de allí vestida y me encontré con Julia en el salón, la cual estaba algo distraída mientras miraba en la televisión sus maravillosas películas en blanco y negro.
Carraspeé mi garganta para captar su atención y abrió mucho los ojos cuando su mirada se posó en mí. Gritó emocionada y, de un salto, apareció a mi lado y me estrechó en un abrazo.
-¡Estás preciosa!-Exclamó, colocándome un poco el top. Asentí en señal de agradecimiento.
Me sequé el pelo con el secador y lo planché de forma que quedara completamente liso. Julia insistió mucho en pintarme para la ocasión y no tuve más remedio que prestar mi cara para sus obras de arte.
Acabé con sombras oscuras sobre mis ojos y un punta labios rosa pastel muy claro, me sentaba bien. Me miré al espejo un par de veces para confirmar que me gustaba mi apariencia y me echó una especie de spray fijador para que no acabara con todo el maquillaje corrido.
Salimos por la puerta dos horas después con todo planeado y con las tripas y los bolsillos llenos para una noche llena de consumo en alcohol.
La discoteca no quedaba muy lejos de donde estábamos y decidimos ir andando para no tener que restringirnos de beber por conducir.
Saqué mi paquete de tabaco del bolso y me encendí un cigarro mientras seguía los pasos de mi amiga, que caminaba muy emocionada. Entre calada y calada ya tenía el local delante de mí.
El sitio parecía una discoteca de lujo. Su fachada negra y sus luces de neón me indicaron rápidamente que aquella noche iba a ser una completa locura. Temblé cuando uno de los señores de dentro salió a fumar y escuché algunos segundos la música que provenía de dentro.
-¡A ganar!-Gritó mi compañera, tirando de mi brazo hacia el interior. Protesté entre dientes pero decidí no manifestar mis quejas y dejarme convencer de que saldría algo bueno de toda aquella parafernalia.
La discoteca parecía incluso más lujosa desde la perspectiva en la que estábamos ahora. Tenía dos plantas, una para la gente normal que venía a pasárselo bien, y otra para la clientela vip.
La pista de baile era enorme y, al fondo, se podía ver un escenario más pequeño donde un hombre pinchaba música. No había demasiada gente y lo agradecí, nunca me habían gustado las aglomeraciones.
Perdí de vista a la castaña cuando me señaló la barra y asentí poco convencida de separar nuestros caminos. Me quedé esperándola mientras miraba a mi alrededor y volvió segundos después con dos copas en la mano.
-¿Qué es?-Pregunté, mirando el líquido de aquel vaso de cristal.
-Tú bebe, que haces muchas preguntas.-Exclamó, dirigiéndome la copa a los labios. Me encogí de hombros y sorbí un trago mientras notaba el alcohol recorrer mi garganta.
Puse una mueca de asco y miré a la chica confundida, sin saber el motivo de algo tan fuerte nada más empezar la noche. Se rió de mi reacción y tiró de mí a la pista de baile, comenzando a moverse al ritmo de la música.
Yo la imitaba sin mucho ánimo en un principio, pero a medida que el alcohol iba causando estragos en mi organismo, me iba soltando algo más.
Sonreí cerrando los ojos y levanté la cabeza mientras saltaba. Cuándo decidí observar a mi alrededor, me encontré con Natalia mirándome fijamente desde uno de los palcos de la zona vip y mi cuerpo tembló, parando con mi danza de inmediato.
Desvié mi atención a Julia, que había comenzado a bailar con un chico moreno y parecía pasárselo muy bien. No quise reprocharle nada en aquel momento pero sabía que había sido cosa suya.
Volví a mirar dónde anteriormente se encontraba la morena pero ya no estaba. Fruncí el ceño y bebí de mi copa otra vez, perdiendo en el alcohol la última pizca de cordura que necesitaba para huir de la situación.
Hice caso omiso a su presencia y continué bailando de forma sensual. Movía las caderas de un lado para otro hasta que sentí unas manos posarse en mi cintura y un cuerpo pegarse completamente al mío.
No retrocedí ni me aparté, podría haber reconocido ese aroma en cualquier parte, aún mezclándose con el ambiente a alcohol que emanaba el lugar.
Y allí, con su aliento en mi oreja y mi corazón desbocado, decidí que era el mejor momento para provocar un Apocalipsis entre las dos.
Holi. Tengo algo que proponeros. (Esta historia no se ha acabado todavía) según las respuestas más votadas de twitter y los mensajes privados con recomendaciones para el nuevo fic, de momento me he decantado por éste. (A petición vuestra).
Alba multimillonaria y Natalia rebelde con moto y esas vainas malotas.
Decidme si os gusta o proponer otras ideas, pero voy a ir poniendo encuestas en tw para ver cuál hago. Os quiero. ❤️✨
@missbanana027