Después de la pequeña jornada que tuvimos, permanecí escondida en el hueco de su cuello por minutos, intentando analizar lo que había pasado.
Nataia se veía tranquila. Me acariciaba la espalda desnuda con suavidad y jugaba con mi pelo, enredándolo entre sus dedos.
-Me encanta respirarte.-Susurré, impregnándome con su olor.
-¿Me estás respirando?-Se burló, con una sonrisa en sus labios.
-Cállate.-Golpeé su tripa, mordiendo su cuello con suavidad.
-¡Oye!-Se quejó, comenzando a hacerme cosquillas en el costado.
-¡Nat!-Exclamé, alejándome de su cuerpo. Se rió y me agarró con fuerza para que me mantuviera pegada a ella.
-Vale, ya paro.-Se rindió.-Pero no te separes.
-Eres muy adorable.-Le confesé, poniendo voz de bebé. Levanté mi cabeza de su cuello para mirarla. Tenía una sonrisa preciosa.
-No decías lo mismo.-Recordó.
-En realidad siempre me lo has parecido.-Murmuré, colocando su flequillo.-Con tu mechero de unicornios.
-¡Fue el único que encontré!-Se justificó. Solté una carcajada y me dio un azote como castigo.
-No empieces.-Avisé, sabiendo cuales eran sus intenciones.
-Me lo dice la que me ha hecho todas esas cosas hace una hora.-Mis mejillas se tiñeron de un color rojizo y huí de su mirada.
-Eres una payasa.
-¿Ahora te da vergüenza?-Se mofó.
-Ha estado bien.-Susurré, apoyándome en su pecho.
-Pues sí.-Asintió.-Podríamos repetirlo más veces.
Me quedé en silencio, sintiendo como su pecho subía y bajaba y escuchando los latidos de su corazón en mi oreja.
Cerré los ojos al sentir sus caricias en mi mejilla, recorría mi cara con sus dedos como si quisiera esculpirme. Apretó mi nariz con sus dedos y soltó una risita adorable.
-En ocasiones me pregunto si tienes dos años.-Me burlé, dejando un beso en su clavícula.
-Uno y medio.-Me corrigió.-No te equivoques.
Me abrazó con fuerza y me hundí en su pecho, quedándome dormida casi al momento.
Desperté con un golpe seco en la persiana. Hacía varios días en los que el viento en Madrid se había vuelto insoportable y había levantado un frío inhumano.
Me quejé en un gruñido mientras me frotaba uno de mis ojos con la mano derecha. Intenté estirarme pero un cuerpo me lo impidió.
Natalia estaba completamente pegada a mi espalda. Notaba sus pequeños quejidos en mi nuca y como me abrazaba contra ella cuando notaba que me movía.
Sonreí como una estúpida y entrelacé su mano con la mía, dejándolas apoyadas en mi tripa. Echó una de sus piernas por encima de mí entre sueños y me reí por su ansia de contacto.
Me giré entre sus brazos y ella se quejó, estirándose hasta encontrarme sobre el colchón y pegarme contra su pecho.
Acaricié el puente de su nariz con una sonrisa y noté como puso una mueca adorable. Levanté un poco su cara para meterme en su cuello y refugiarme por completo de la luz, haciéndole soltar un suspiro.
Crucé mi brazo por el cuerpo y me mantuve tocando su espalda con suavidad, haciendo dibujos aleatorios. Se estiró sobre la cama y se comenzó a mover, supuse que se había despertado.
Lo confirmé cuando, sin esperarlo en absoluto, bajó una de sus manos a mi culo y lo apretó junto con un sonido de gusto. Me reí en su piel.
-Buenos días.-Me susurró, dejando un delicado beso sobre mi cabeza.-Que bien te huele el pelo.
-Es la primera vez que nos despertamos las dos al mismo tiempo.-Informé con una sonrisa.
-Me gusta más así.-Asentí de acuerdo y entrelazó sus piernas con las mías.-Coño, si estás desnuda.
-¿Enserio?-Ironicé.-No me había dado cuenta.
-¡Yo también estoy desnuda!-Exclamó, levantando las mantas que cubrían nuestros cuerpos.
-Qué tonta eres.-Me reí, abrazándola incluso más.
-Me encanta esta imagen.-Me dijo.-Mira.
Salí de mi escondite y contemplé la situación desde arriba. Nuestros cuerpos desnudos se encontraban completamente pegados y entrelazados, tanto que casi no podían distinguirse uno del otro.
-Pues sí.-Confirmé, acariciando su mejilla.-Preciosa.
-No me quiero levantar.-Se quejó, estrechándome delicadamente.-¿Podemos quedarnos aquí todo el día?
-Hay que trabajar por la tarde.-Recordé.
-Soy la jefa, puedo negociar.-Contestó, dejando ver su aire de superioridad.
-No seas irresponsable.-Mandé, dándole un pequeño beso en su cuello.
-Aguafiestas.-Insultó, tal y como se pelean los niños de tres años.
-No entro hasta las seis.-Susurré, frotando mi nariz contra su piel.-Podemos acurrucarnos un ratito más.
-¡Bien!-Exclamó, con una voz demasiado tierna para mí.
-Pero vas tú también.-Negocié.
-Por supuesto, rubia.-Se mofó, apretando suavemente mi culo.
Cumplimos con nuestra propuesta y nos quedamos allí tiradas durante toda la mañana, levantándonos para comer y para ir al baño.
Charlábamos sobre nuestra vida, emociones, trabajo, sentimientos. Podría atreverme a decir que fue la primera vez que entablábamos una conversación larga y tendida sin discutir, lo cual era un paso bastante grande.
No habíamos definido nuestra relación, pero en ese punto de la historia no creo que hubiera sido necesario. Lo único que sabíamos a ciencia cierta era que ambas estábamos cómodas y que no queríamos complicaciones.
Convencí a Natalia de que se levantara para ir a trabajar, la cual, entre muchas quejas, accedió a acompañarme a las cinco y media.
-No me puedo creer que seas tan responsable.-Protestó de nuevo, esta vez mientras bajábamos las escaleras del edificio.
-Lo que no me creo es que tú no lo seas.
-Lo soy.-Contraatacó.-Pero me apetecía pasar el día contigo.
-Qué mona.-Me burlé, dejando un pequeño beso sobre sus labios.
-No te rías de mí.-Puso un puchero adorable y me derretí, abrazándome a ella como si fuera un oso de peluche.
Capítulo cortito pero muy soft, no sé que me pasa últimamente lol. ❤️
Os gusta más así o queréis que pase algo especial?
@missbanana027
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