LIX

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Cuando los primeros rayos de sol rozaron en mi cara gruñí. Me había destapado en mitad de la noche y mi cabeza realmente retumbaba en mis oídos como si aún continuara en la discoteca.

Agarré las sábanas y cubrí mi cuerpo como pude hasta que noté una presencia ajena a mía en la habitación. Me giré asustada y contemplé la figura de Natalia boca abajo sobre el colchón, dormía plácidamente con su brazo extendido sobre mi abdomen.

Me llevé una mano a la frente sin saber lo que había hecho y me hundí en la almohada con frustración. No quise moverme y hacer el amago de despertarla porque tenía miedo de lo que pudiera decirme y me temía que tenía que deshacerme de ella esa mañana.

La observé durante largos minutos sin saber que hacer. Respiraba relajada y se veía algo diferente a como yo la recordaba, pues sus facciones eran cómodas.

Suspiré irritada y le di la espalda. Sentí como esta acción provocó algo en ella pues se movió y se pegó a mí completamente, uniendo nuestros cuerpos.

Me tensé ante el contacto y me quedé muy quieta. Notaba su aliento en mi nuca y me estaba comenzando a estremecer, pero me relajé cuando descubrí que no estábamos desnudas y en cierta parte me consolaba.

-Mierda, mierda, mierda.-Murmuré, cerrando los ojos con fuerza.

Gruñó y levantó la cabeza de la almohada con los ojos entrecerrados a causa del sueño, mirándome con atención.

-¿Alba?-Me llamó, apretando mi cintura con mi mano.

-Tengo miedo de preguntar qué coño haces aquí.-Solté bruscamente. Se paralizó durante unos segundos pero finalmente se apartó hacia el otro lado del colchón.

-¿No te acuerdas de nada?-Interrogó. Negué con la cabeza aún de espaldas a ella y me senté en la cama, frotándome la sien con dos de mis dedos.

-Joder, soy gilipollas.-Me insulté.

-No ha pasado nada.-Aclaró, alargando su mano para tocarme, la cual aparté delicadamente.

-El simple hecho de que estés en mi puta cama ya significa que ha pasado algo.-Confesé, levantándome y andando de camino al cuarto de baño que compartía con mi habitación.

-¿Te preparo el desayuno?-Cambió de tema. Suspiré y me encerré sin darle una respuesta, apoyándome contra la puerta y resbalando por ella hasta acabar en el suelo con la cabeza entre las piernas.

Los efectos del alcohol jamás habían causado tantos estragos en mí y me preocupaba lo que pudiera haberle confesado a la morena, aún que ni siquiera sabía cuándo nos habíamos encontrado la noche anterior.

Abrí los ojos en grande cuando recaí en Julia, probablemente la había dejado sola y necesitaba saber como estaba. Me levanté rápidamente y salí de allí.

Natalia ya no se encontraba en la habitación y me dio la libertad de agarrar mi teléfono móvil de la pequeña mesilla blanca que yacía junto a mi cama y regresar al cuarto anterior.

Marqué su número con prisas y me lo coloqué en la oreja, escuchando los primeros todos de llamada. Daba golpecitos repetidas veces con la punta de mi pie en el suelo y me mordía las uñas de la mano libre a causa de los nervios.

-¿Sí?-Contestó. Suspiré con alivio.

-Julia.-Pronuncié.-¿Dónde estás?

-Pues en mi casa.-Obvió, con un tono divertido.

-Tengo un pequeño problema.

-Sorpréndeme.-Rió. Me dio la sensación de que sabía lo que le diría a continuación.

-Natalia está en mi casa.-Susurré, con miedo a que la morena me escuchara. Soltó una carcajada estridente y fruncí el ceño molesta.

-¿Habéis follado?

-¡No!-Exclamé.-Gracias a Dios.

-Hija, un gusto que te hubieras llevado.

-No sé cómo decirle que se vaya.-Confesé, casi acabando con las uñas de mi mano.

-Pues no la eches, espera a que se pire.

-No quiero que piense cosas extrañas.

-Pero Alba, llevas que no cagas con ella años, dale la oportunidad de explicarse.

-No se merece nada, ya hemos hablado de esto millones de veces, creía que lo tenías claro.-Repliqué, enfadada de que mi amiga no estuviera de mi parte.

-Lo sé, cariño.-Admitió.-Pero todo pasa por un motivo.

-Pues yo no necesito saberlo, necesito que se aleje de mí.

-¿Te imaginas que te está esperando desnuda?-Se burló, riéndose a carcajadas al otro lado de la línea.

-Julia...

-¡Sería graciosísimo!

-No me hace gracia, creo que está preparando el desayuno.

-Tía, esto es como cuando te despiertas con un desconocido y se piensa cosas raras, pero con la diferencia de que es el amor de tu vida.

-Natalia no es el amor de mi vida.-Aclaré indignada.

-Claro, cielo.

-No sé que hacer.-Suspiré, apoyándome en el lavamanos.

-¡Qué de cosas pasan!-Exclamó, mofándose de mí.

-Te cuelgo por tonta.-Dije, cumpliendo mi acción y terminando con la llamada.

Me quedé unos minutos en el baño pensando que hacer pero finamente decidí salir de allí. Recorrí el pasillo a paso lento y escuché el tintineo de platos y cubiertos en la cocina, me temía tener razón.

Gruñí enfadada cuando, al seguir el sonido, me encontré a Natalia preparando lo que parecía ser unas tostadas con aguacate.

-Ya sé que no quieres que esté aquí.-Indicó sin mirarme, con algo de tristeza.-Pero sé que te gusta mucho desayunar bien y te he dejado un ibuprofeno por si te duele la cabeza.

-No hacía falta.-Respondí tajante, negó con la cabeza en un suspiro y soltó el tenedor que tenía en la mano, dejándolo sobre la encimera.

-Ya me voy.-Anunció.-Me visto y salgo.

-Natalia, yo...-Comencé.

-No te preocupes.-Dijo dolida.-Me lo esperaba desde anoche.

-Lo siento.-Confesé, y era totalmente cierto.

-Sé que no me vas a perdonar nunca y lo tengo merecido, supongo que lo asimilaré y te dejaré en paz.

-Tampoco quiero que lo pases mal.-Dije, al fin y al cabo me seguía preocupando más por ella que por mí.

-La que tiene que estar bien eres tú.-Advirtió con la cabeza gacha. Desapareció por la puerta en dirección al pasillo y, minutos después, escuché como salía de mi casa.

Se me formó un nudo desesperado en la garganta y comencé a llorar desconsolada. Sabía que las cosas con la morena no serían nada fáciles.

La gente hace cosas productivas por las tardes y yo sólo me dedico a dormir la siesta, soy un deshecho se la humanidad JAJAJAJA. Os quiero. ❤️✨

@missbanana027

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora