LII

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Dos años después.

Me encontraba a las puertas de la oficina para aceptar el nuevo puesto de trabajo de Joan me había ofrecido hacía algunas semanas, dándome tiempo para pensármelo.

Mi vida no había cambiado mucho después de aquello. Caí en una depresión algo larga, teniendo en cuenta lo corto que había sido el período de "relación", y no había vuelto a verla.

Me cabeza daba vueltas al recordarla y me había prometido a mí misma superarla y así lo hice. La odié tanto que aún le guardaba rencor.

Sellé mi trato con Joan en un apretón de manos algo apresurado. Sería la nueva jefa de sucursal de la empresa. Por lo poco que me había informado María sabía que Natalia seguía manejando todo desde otro edificio para evitar el contacto conmigo.

Me senté en mi nueva silla y suspiré, tenía tanto por delante. Me había mudado hace un año y vivía completamente sola, a pesar de las insistencias de Julia por venirse conmigo. Ahorré durante ese tiempo y reuní el dinero suficiente como para comprarme un piso más grande dos manzanas más lejos que el mío.

Me saqué el carnet de conducir, cansada de tener que desplazarme andando a todos los sitios, y me compré un coche pequeño que estaba pagando a plazos, pero al fin y al cabo era lo más adecuado para mí.

No había conocido a nadie más por miedo a sufrir como lo había hecho con ella, pero de vez en cuando se me acercaban ciertas personas en la oficina, más por interés de que por otra cosa.

La única con la que hice verdaderas migas fue con Sabela, la chica por la que Natalia se ponía tan celosa. Descubrí que aquel día sólo quiso ayudarme y resultó ser una chica de lo más agradable.

-Alba.-Me llamó Joan, sacándome de mis pensamientos. Agité la cabeza y centré mi atención en él.-¿Te apetece que salgamos a comer?

Contemplé la oferta por varios segundos y acabé aceptando, el chico me había ayudado mucho y se merecía todo lo bueno de este mundo.

Cuándo terminé de instalarme me estaba esperando a la salida con su tan típica sonrisa agradable. Correspondí su gesto y me prometió llevarme a un restaurante bastante famoso que frecuentaba a menudo.

La realidad es que el sitio era bastante lujoso y bonito a simple vista. Tenía un decorado de colores claros que alternaba el marrón con el blanco de una manera muy sutil.

Saludó al camarero con confianza y nos indicó que le siguiéramos, yo, como siempre, obedecí. No me dio mucho tiempo a observar todo correctamente porque estaba más pendiente de no perderme pero por suerte la mesa estaba al fondo de aquella enorme sala y pude ver algunas de las cosas interesantes que me podía ofrecer aquel restaurante.

Agradecí el gesto al señor cuándo nos sentamos y se retiró con una sonrisa amable. La mesa tenía un mantel blanco liso que conjuntaba con las paredes y el techo.

Agarré el menú con algo de dudas y abrí mucho los ojos ante los precios de la comida. Hace dos años no hubiera podido pagarlo, pero las cosas habían cambiado.

Me decanté por un plato vegetariano que tenía muy buen aspecto en la foto y Joan no pudo fallar a su preciado filete de ternera.

Pedimos y me excusé para ir al baño en un intento de calmarme un poco, lo cierto es que me estaba comenzando a agobiar con tanto lujo. Esa vida nunca estaría hecha para mí y me costaba adaptarme a aquellas situaciones.

Me mojé la nuca con agua fría y apoyé mis brazos sobre el lavamanos después de tomar un largo suspiro, llenando mis pulmones con el aroma a frambuesa que desprendían los ambientadores del sitio.

La puerta se abrió y escuché unos pasos recorrer el baño pero no levanté la cabeza ni me interesé por saber quien era. La chica entró al lavabo y cerró la puerta detrás de ella, sin hacer casi ruido.

Tiró de la cadena instantes después y, al salir, frenó en seco, haciéndome mirar en dirección al espejo. Me quedé paralizada al reconocer la figura de Natalia detrás de mi cuerpo y no supe cómo reaccionar ante su presencia, así que me quedé muy quieta.

Ella me miraba con los ojos muy abiertos y, cuando pareció darse cuenta de la situación, agachó su cabeza, aparentemente sonrojada.

-Hola.-Murmuró, acercándose a mi lado para lavarse las manos.

Me quedé callada y la analicé. Parecía que apenas habían pasado dos años y que había sido ayer cuando me abandonó, pero ahora estaba muchísimo más guapa y parecía incluso más seria que antes.

Llevaba su típico traje elegante y se frotaba las manos con nerviosismo mientras intentaba eliminar el jabón de entre sus dedos.

Bufé enfadada al recordar lo que me había hecho y, con el fin de evitar romperle la cabeza allí mismo, salí del baño prácticamente corriendo.

Regresé a la mesa y Joan me miró preocupado, pues se podía leer perfectamente en mi cara que la situación anterior no había sido para nada agradable después de todo.

-¿Qué ha pasado?-Preguntó, medio incorporándose sobre la silla.

-Natalia está aquí.-Pronuncié, sentándome en la silla algo abrumada.

-¿Qué?-Parecía sorprendido.-No puede ser, si ella...

-¿Ella, qué?-Mascullé.-Me la acabo de encontrar en el puto baño, Joan.

-Lo siento, Alba.-Se disculpó.-No sabía que estaría aquí.

-No pasa nada.-Suspiré, metiendo la cabeza entre mis manos.

-¿Quieres que nos vayamos?-Negué con la cabeza.

-Estoy bien.-Mentí.-Sólo sorprendida.

Pareció creerme y asintió, intentando distraerme com una conversación aleatoria. Intentaba prestar atención pero, lógicamente, mi mente estaba en otra cosa.

No la vi aparecer más y se lo agradecí, pues no podría encontrármela de nuevo porque sería demasiado para mí.

Me pecho bombeaba con fuerza sólo de pensarlo y me estremecí al pensar en su mirada, casi me había olvidado la sensación cuando se mezclaba con la mía.

Soy muy buena en el fondo mis amores pero el drama es sano pa los corazones. ❤️✨

Por cierto, he dejado una preguntita por Twitter y el próximo fic será de la que me parezca la mejor idea, así que ya sabéis.

Por cierto, he dejado una preguntita por Twitter y el próximo fic será de la que me parezca la mejor idea, así que ya sabéis

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@missbanana027

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora