XLII

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Desperté sintiendo unas caricias suaves sobre mi cara y me estremecí, arrugando mi nariz ante el contacto. Lo siguiente que escuché fue una pequeña risa y unos labios posarse sobre los míos.

Sonreí en el beso y Natalia se intentó separar de mí para mirarme, pero agarré su nuca y profundicé mucho más el movimiento de nuestras bocas.

Gimió sorprendida y mordí su labio inferior. Me incorporé en el sofá para tener mejor posición y estiré mi cuerpo de manera que quedó completamente pegado al suyo.

Llevé mis manos a sus mejillas y las acaricié con suavidad mientras notaba como me rodeaba con sus brazos por la espalda y me aplastaba contra ella.

Gruñí de placer cuando su lengua hizo contacto con la mía y suspiró, bajando una de sus manos a mi culo y jugando con él entre sus dedos.

-Así da gusto despertar de la siesta.-Bromeé, dándole picos entre palabra y palabra.

-Estabas súper dormidita.-Me explicó, sonriendo entre mis labios.-No lo he podido evitar.

-No pasa nada.-Jadeé cuando metió su mano fría por dentro del pantalón.-Me encanta morrearme contigo.

Soltó una risita y me besó con más ganas si cabía. Se iba intensificando por cada minuto que pasaba y se podía notar perfectamente en el calor que emanaban nuestros cuerpos al mantener contacto.

Subió el borde de mi camiseta y se dedicó a acariciar mis costados desnudos por unos minutos, hasta que me cansé de esperar y me deshice yo misma de la prenda.

-¿Quieres pasar al siguiente nivel?-Preguntó pícaramente, levantando sus cejas.

-Depende.-Susurré, tirando del pelo de detrás de su cabeza.-¿Me vas a dejar a mí?

Tragó saliva y recorrió mi cuerpo de arriba a abajo con la mirada. Asintió y sonreí con sorna, sabiendo quién sería la que llevaría las riendas de aquel acto.

Tiré de ella para que se levantara junto a mí y, antes de que pudiera abrir la boca para decirme cualquier cosa, ya le había estampado contra la mesa del salón sin piedad.

Jadeó sorprendida y abrió los ojos en grande. Me mantuve entre sus piernas mientras alzaba su cadera para que se sentara encima de la madera, vigilando que no se desestabilizara.

Mi boca no pudo quedarse quieta dos segundos y organicé un recorrido intenso por la extensión de su cuello, mordiendo y chupando hasta dejar marcas que difícilmente podría tapar.

Me sorprendí de mi instinto salvaje pero decidí mantenerme en silencio, sabiendo que se enfadaría conmigo después por aquello.

Retiré su camiseta y paseé la palma extendida de una de mis manos por su duro abdomen, sintiendo las rugosidades de la zona y preguntándome de dónde las había sacado.

Llegué a uno de sus pechos y lo acuné con cuidado, logrando que soltara un gemido ahogado. Aproveché su distracción para pasar mi otro brazo por la espalda y así poder soltarle el sujetador y dejarlo caer por sus hombros, dándome una vista perfecta de su torso desnudo.

Mis labios agarraron su pezón con algo de impaciencia. Sus caderas se movían en busca de contacto y tuve que sujetarla contra la madera para mantenerla completamente inmóvil.

Subí mi mano a su cuello y empujé suavemente para dejarla tumbada sobre la mesa, quedándose con las piernas suspendidas en el aire, tan sólo rozando el suelo con las puntas de sus pies.

Logré sacarle los pantalones y la ropa interior de una sola vez, haciendo caso a sus exigencias por que me diera prisa y dejara de jugar con ella. Suspiré ante la vista que me ofrecía y me miró por encima de su cuerpo.

Le guiñé un ojo y me puse de rodillas, acariciando sus muslos con mis dedos. Sonreí con gracia cuando encerró sus piernas por detrás de mi para que me acercara. Soplé en su punto débil y se estremeció.

-Para.-Ordenó, incorporándose en la mesa y agarrando mi pelo en una coleta improvisada.

-¿Y si no?-Amenacé, sacando a relucir mi chulería.

-Cómemelo ya.-Exigió, tirando de mi cabeza con furia.

Fruncí el ceño cabreada y me lancé a su punto deseado mientras notaba como se le cortaba la respiración ante la sorpresa. Mordí su clítoris y gritó de placer, retorciéndose e intentando buscar un lugar donde agarrarse.

Chupé con ganas hasta que sentí que se me dormía la mandíbula, pero aún así no dejaría las cosas a medias. Insistí en la zona un poco más hasta que bajé a su entrada, metiendo mi lengua.

No dejaban de sorprenderle mis movimientos y me causaba gracia, ya que suponía que no se esperaba que fuera de aquella manera en la cama.

Continué durante unos minutos hasta que noté sus contracciones y, entre gritos y gemidos fuertes, se corrió en mi boca, arqueando su espalda.

-Joder.-Suspiró.

Lo cierto es que las veces que lo habíamos hecho no había tenido la suficiente confianza para mostrar una autoridad en el sexo, pero me lancé a la piscina y pareció gustarle.

-¿Y bien?-Murmuré, subiendo sobre su cuerpo.

Rodeó mi cuello con sus brazos y me abrazó, respirando entrecortadamente mientras me mantenía pegada a ella, intentando recuperar el habla.

-Eres una cabrona.-Insultó.-Nunca me habías dicho que sabías hacerlo tan bien.

-Bueno, ahora ya lo sabes.-Sonreí, colocando un mechón de su pelo negro por detrás de su oreja.

-Vas a tener que hacérmelo más veces.-Bromeó, dejando un pequeño beso sobre mi mejilla.

-Todas las veces que quieras.-Me reí.-Así ejercito la mandíbula.

-Qué tonta.-Soltó una carcajada y me proporcionó un pequeño golpe en el brazo izquierdo.

Me acarició durante unos segundos y decidió que había sido descanso suficiente, pues se abalanzó contra mi cuerpo sin ningún tipo de remordimiento.

Holi, mañana no habrá capítulo porque tengo el concierto de OT y llegaré reventadísima, pero os quiero igual. ❤️✨

@missbanana027

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora