XII

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Al día siguiente me levanté con unas ganas horribles de empezar con el trabajo. Eran alrededor de las ocho de la mañana y Joan me había prometido que me pasaba a buscar, por lo que estaba esperando su mensaje.

Cuando llegó me subí a su coche con alegría, sólo me faltaba saltar de felicidad. Él se rió de mi reacción y arrancó.

-Qué guapa te has puesto.-Alagó. Me había gastado prácticamente todos mis ahorros en ropa de oficina, ya que con suerte tendría dos o tres trapos en mi armario con los que difícilmente me presentaría al trabajo.

-Gracias.-Le sonreí, me percaté de que no estaba la morena y fruncí el ceño.-¿Y Natalia?

-Nunca venimos juntos, ella coge el coche y entra una hora antes que nosotros.-Me explicó, mirando la carretera.

-El día que estuve en vuestra casa no pasó.

-Ya, bueno, entró después, supongo.-Se encogió de hombros.-Ya descubrirás su temperamento, no deja pasar ni una.

-Joder,-Suspiré.-todo el mundo me ha dicho eso.

-Es algo irascible, más aún en el trabajo.-Se rió, girando a la derecha y metiéndose en la calle de la oficina.

-¿No tiene cosas buenas?-Pregunté extrañada.

-Las tiene, pero pocas veces las muestra.-Se burló, regalándome una sonrisa y entrando al garaje privado del edificio.

Salimos del coche y subimos por el ascensor, se bajó dos plantas más abajo y yo continué hasta la última para ver a mi nueva jefa.

Caminé por las oficinas con algo de inseguridad, notaba las miradas de mis compañeros y me ponía algo nerviosa, pero entendía que era la novata y todo el mundo querría curiosear.

Entré a su despacho y estaba trabajando, su cara de concentrada me hizo aguantar la risa. Levantó su mirada y escondió una pequeña sonrisa. Me escaneó de arriba a abajo y carraspeó su garganta.

-Buenos días.-Saludé divertida. Enarcó su ceja y negó con la cabeza.

-Buenos días, señorita Reche.-Formalizó.-Acércate que tengo algo para ti.

Me reí por su expresión y obedecí, llegando hasta su mesa. Tragó saliva pesadamente y se tambaleó hasta que consiguió dar con una columna llena de papeles.

-Dime, jefa.-Me estaba burlando de ella y sabía que le molestaba por como apretaba la mandíbula.

-Tienes que ordenar esto por fechas.-Me señaló un montón.-Y esto otro por coste.

-Pero no voy a poder llevarlo.-Dije al ver la cantidad de papeleo que había. Se rió un poco ante mi estatura.

-Coge una silla de allí.-Apuntó una zona dónde había unas cuantas vaquetas colocadas específicamente para aquello.-Y pégala a la mesa, hoy trabajas conmigo.

Le hice caso y, con mucho ánimo, conseguí ponerme a una distancia prudente de ella, quizá demasiado lejos.

Cogí el primer papel y ella me explicó donde estaba el precio, la fecha y las cuatro cosas que necesitaría saber para realizar mis tareas.

Me concentré y comencé a mover papeles en busca de una fecha más baja para empezar. Ella me observaba atentamente y a mí me ponía muy nerviosa.

-Deja de mirarme.-Le pedí, colocando un folio delante de mi cara para reducir su campo de visión.

-Perdón.-Se rió.-Es que me hace mucha gracia tu tic con sacar la lengua.

Rodé los ojos y ella pareció dejarme tranquila por un rato. Era muy relajante verla trabajar, permanecía en silencio y tecleaba su ordenador con rapidez, tomando apuntes de lo que veía con su bolígrafo.

Parecía, a simple vista, una persona muy calculadora, perfeccionista y organizada. Se actitud con los empleados era pésima, pero después del pijama de unicornios que tenía en su casa, supuse que se hacía la dura para que no se le subieran a las barbas.

Pasamos seis horas en aquella sala. Intercambiábamos un par de palabras pero nada importante, sólo alguna duda que me surgía o indicaciones que me servían para continuar.

-Voy a fumar.-Me avisó, yo asentí y ella se levantó de la silla.-¿Vienes?

-Voy a terminar con esto.-Negué.-Además, lo he dejado.

-Vale.-Salió de su despacho, con sus tacones resonando por todo el pasillo.

Suspiré y el silencio comenzó a hacerse pesado, sentía su ausencia y me parecía muy extraño. Me froté las piernas varias veces y continué, intentando concentrarme.

Su móvil comenzó a vibrar encima de la mesa y me cuestioné si mirar quién era o dejarlo como estaba, pero el aparato no paraba y necesitaba apartar de mi mente esos sonidos tan molestos.

Lo agarré con mis manos casi teniendo el cuidado de no dejar ninguna huella dactilar que me delatara, ya que sabía que aquello que estaba haciendo estaba muy mal.

Leí el nombre de Joan en la pantalla y sonreí, descolgando de inmediato. Escuchaba ruido alrededor y supuse que estaría ocupado. Me lo puse en la oreja y no dije ni una palabra, esperando a oír su voz.

-Hey, dama de hielo. ¿Qué tal te va con la chica de tus sueños?-Soltó, haciéndome colgar casi de inmediato, algo asustada.

Sabía que no lo debía coger, la tentación me había ganado y me golpeé mentalmente. Joan estaba bromeando, eso lo sabía. Pero en el interior de mi mente me quedaron dudas sobre si ellos dos habían hablado sobre mí en algún momento.

Intenté volver a mi tarea pero me quedé inmersa en mis pensamientos hasta que volvió la susodicha. Me saludó en un murmuro y se sentó de nuevo en un gran sillón.

-¿Cómo vas?-Me preguntó, su olor ahora estaba mezclado con el tabaco y lo percibí enseguida.

-Terminando.

-¿Te apañas?-Asentí.

-Te ha llamado Joan.-Avisé, moviendo la cabeza y señalando su móvil.

Lo agarró y revisó un par de notificaciones, frunciendo el ceño un poco, mierda.

-¿Lo has cogido?-No estaba enfadada.

-No, bueno sí, pero no paraba sonar y me molestaba.

-¿Y qué te ha dicho?-Continuó con el interrogatorio.

-No he hablado con él.-Me encogí de hombros, omitiendo lo que había oído.

ES EL CUMPLE DE NAT. Felicidades cosita blandita. 😍❤️❤️❤️❤️

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora