XL

15.9K 731 297
                                    

Cuando llegamos al edificio de las oficinas Lacunza, decidí separarme de Natalia para que el resto de mis compañeros no sospecharan de nuestro comportamiento.

La morena me miró extrañada pero no comentó al respecto. Aún así, sabía que estaba algo molesta.

Mi escritorio podía considerarse como uno de los más limpios de mi planta, ya que casi siempre me tomaba mi tiempo para ordenarlo todo antes de salir.

Aquel día, al atravesar la puerta metálica del ascensor, el silencio reinó la sala y se sustituyó por miradas continuas y cuchicheos.

Fruncí el ceño y me aproximé a mi mesa, intentando ignorar los constantes murmullos a mi alrededor. Cuando llegué a mi sitio me encontré con el tablero blanco lleno de café derramado y escrituras con rotuladores permanentes, en las cuales se podía leer perfectamente la palabra "enchufada".

Levanté la mirada en busca del culpable pero todos parecían disimular muy bien. Suspiré y me retiré al baño a buscar papel para limpiar aquel desastre.

Por más que frotaba no se quitaba y mis manos estaban comenzando a doler. Sabía que estaba haciendo el ridículo delante de esos cabrones pero decidí dejarlo pasar.

Sentí una presencia junto a mí y pegué un bote en el sitio. No me atreví a descubrir quien era por miedo a que me insultara o me dijera algo que doliera, así que me quedé paralizada.

-¿Necesitas ayuda?-Escuché, decidí seguir el recorrido de su cuerpo desde abajo hasta dar con sus ojos avellana.

Una chica castaña estaba recargada sobre mi mesa, contemplándome con una sonrisa. Ha decir verdad era bastante atractiva. Su pelo liso y largo caía sobre su espalda y lo sacudía de forma seductora, jugaba con sus labios rosas cuando hablaba y pestañeaba varias veces para exhibir sus ojos perfectamente delineados por su maquillaje.

-Eh...-Debo reconocer que me quede algo bloqueada ante aquello y no supe reaccionar hasta que sonrió amablemente.-No puedo quitar esto.

Se puso seria de nuevo y miró el garabato del tablón, suspirando con decepción e incorporándose en la mesa.

-Iré a pedir algo más fuerte.-Me informó.-Porque con agua eso no se va.

Se burló de mí y se marchó con un característico movimiento de caderas. Fruncí el ceño ante la extraña aparición de la chica pero siempre agradecía encontrarme alguien amable en cualquier lugar.

Volvió pasados pocos minutos con un bote de Amoníaco junto con un trapo sucio. Me miró con una sonrisa y me lo tendió.

Lo agarré con las manos temblorosas y pronuncié un pequeño 'Gracias' junto con una mueca torcida. Me observó de arriba a abajo y me puse nerviosa.

-De nada, guapa.-Murmuró, tocándome el brazo en señal de apoyo.-Estoy por allí si necesitas algo.

Se alejó de mí, señalando una de las zonas más apartadas de la planta y en la que no había estado nunca. Suspiré y conseguí quitar la mancha negra de mi mesa.

Recordé que no había ido al despacho de Natalia a pedirle el trabajo aún y me entro la inquietud de que me preguntara porqué había tardado tanto.

Después de tres toques en su puerta de madera oscura abrí despacio, encontrándomela sentada en su escritorio, cómo usualmente acostumbraba a hacer.

-Vengo a por el trabajo.-Murmuré. Levantó su mirada y frunció el ceño ante mi actitud nerviosa pero no dijo nada, cosa que me agradó.

-Están aquí.-Me señaló un montón de folios que había encima de su mesa.-¿Te ayudo?

Negué rápidamente y me dispuse a cogerlos todos entre mis dos manos, consiguiendo que se tambalearan un poco.

Me miró extrañada pero me dispuse a salir por la puerta de vuelta al trabajo. Normalmente era la morena la que me acompañaba y protegía, pero visto lo visto, prefería estar sola para evitar aquellos comentarios por parte del resto de los empleados.

No quise decirle nada del asunto ya que me pareció una broma sin gracia y no creía necesario molestarla para algo tan insignificante. Ordené hojas durante toda la tarde.

Estaba tan sumergida en las facturas que no me di cuenta de la presencia de aquella castaña a mi lado de nuevo hasta que dio un pequeño toque en mi hombro, despertándome de mi sueño.

-Hola.-Saludó. Correspondí a su sonrisa e hice un gesto con la mano en señal de que esperara un segundo.

Terminé de contar el número para no perderlo de vista y centré mi atención en la chica, que me contemplaba con gracia mientras trabajaba.

-¿Necesitas algo?-Pregunté amablemente.-Por cierto, gracias otra vez por lo de antes.

-No te preocupes.-Sonrió.-Iba a buscar abajo para comer. ¿Quieres algo?

-¿De verdad?-Pregunté. Asintió convencida.-Pues me harías un favor si me trajeras un café, me muero de sueño.

-Claro, preciosa.-Me guiñó.-¿Algo más?

-No te preocupes.-Manifesté, jugando con los anillos de mis dedos.

-Bueno, te lo traigo en nada.-Dijo, haciendo resonar sus pasos a mi alrededor.

Sonreí, siguiendo su recorrido por mi espalda. Cuando me giré para continuar con lo que hacía, descubrí a una Natalia seria mirándome desde la puerta del despacho.

Me estremecí en el sitio pero no me moví. Apretó la mandíbula con ganas y levantó una de sus cejas, lanzándome una mirada significativa.

Me encogí de hombros ante la falta de culpa y rodó los ojos. Sonreí tímidamente pero no me correspondió, en lugar de esto, se cruzó de brazos.

A pesar de estar alucinando con la situación, la cual no me esperaba vivir en mil años, decidí que era mejor mantener la normalidad y no exagerar las cosas y agrandarlas.

Noté su bufido a kilómetros y se volvió a perder entre la blancura de su despacho, pero esta vez dejando la puerta abierta para poder observar mis movimientos, cosa que me molestó un poco.

Me esperaba un drama innecesario al llegar a casa, el cual no quería vivir por nada del mundo.

Holi. Estoy haciendo caso a las peticiones del capítulo anterior. Tengo una pregunta para vosotrxs. Quién creéis que es la chica nueva?

Os adoro. ❤️✨

@missbanana027

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora