XX

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Ese mismo día quedé con mi compañera Africa para tomar un café por el centro. Nos habíamos reunido después de terminar nuestro turno y habíamos salido de allí para dar un paseo en dirección a la cafetería.

-¿Ha pasado algo?-Me preguntó preocupada, la miré extrañada y negué con la cabeza.

-No. ¿Por qué lo dices?

-La súper jefa nos está mirando.-Señaló la entrada de la oficina. Natalia estaba de pie hablando con la recepcionista, pero se había quedado algo sorprendida al verme con alguien que no fuera Joan o ella. Rodé los ojos y suspiré.

-Es una imbécil.-Solté.

-Tranquila, cariño.-Me consoló.-Todos hemos odiado a nuestro jefe alguna vez. Si te sirve de consuelo, yo nunca he hablado con ella.

-¿Enserio?

-Real, esa mujer tiene un problema de empatizar con las personas.

-A ti te gustan mucho los cotilleos por lo que veo.-Me reí y ella asintió.

-No lo sabes tú bien.-Soltó una carcajada y me agarró del brazo para seguir caminando mientras charlábamos animadamente.

Nos sentamos en una cafetería en Callao y me recosté en mi silla mientras el camarero pasó a tomarnos nota. Decidí pedirme un café con leche normal pero mi acompañante se pidió todo tipo de adornos y brillos para el suyo.

-Así queda mejor en Instagram.-Me puso como excusa, haciéndome negar con la cabeza, divertida.

Mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo y fruncí el ceño, sacándolo para saber de quién se trataba. Vi el nombre de Joan y suspiré, aliviada de que no fuera la morena.

-¿Sí?-Atendí, disculpándome con Africa con la mano.

-¡Alba!-Me contestó, tan enérgico como siempre.-Te llamaba para preguntarte si te vienes a cenar a casa y vemos una peli.

Miré la hora, las seis de la tarde. Aún era temprano para cenar pero agradecí que me lo dijera con tiempo para saber que hacer.

-No lo sé, Joan.-Suspiré.-Estoy con una compañera tomando un café, si termino me paso por allí.

-Vale, oye.-Susurró, pegado al aparato.-No sé que le habrás hecho a ésta, pero está como un alma en pena, pásate a ver si la animas.

Me lo dijo de manera amable y no me ofendí para nada, sonreí levemente y acepté, diciendo que vería si me daba tiempo a llegar.

Terminé mi tarde con Africa y me despedí de ella alrededor de las ocho, llegando a casa de Joan media hora después.

Me abrió con una sonrisa y tirité un poco del frío, pasando a su gran casa. Me quité el abrigo y lo colgué en el perchero de la entrada para dirigirme al salón, siguiendo a Joan.

Escuché ruidos arriba y supuse que Natalia estaba trabajando o algo parecido, no me interesaba mucho. Nos sentamos en el sofá y charlamos un rato cuando la vimos bajar.

Cruzó la puerta del salón y paró en seco al verme. Llevaba un pantalón gris de chándal y una sudadera negra. Pude deducir que se acababa de duchar por su pelo mojado.

-¿Qué haces aquí?-Me preguntó con los ojos muy abiertos, bufé, me crucé de piernas y miré a la televisión apagada.

-Vamos a ver una peli.-Le explicó Joan, pasando su brazo por encima de mi hombros mientras sonreía.-¿Te apuntas?

Natalia intercambió su mirada seria entre su amigo y yo pero no contestó, se sentó a mi lado y se recostó en el sofá.

Gruñí un poco ante su cercana presencia pero a ella no pareció importarle. Elegimos una película al azar pero la morena insistía en que no quería que fuera de miedo, así que vimos la primera de amor adolescente que se nos presentó.

Se estiró mientras pasaba una manta por sus piernas y me miró, ofreciéndome un poco de la tela. Suspiré cansada y me abrigué con ella mientras me concentraba en la pantalla.

No paraba de moverse y me estaba empezando a poner muy nerviosa. Parecía no encontrar la postura correcta y se meneaba más que una lagartija.

-Para.-Susurré, haciendo que me mirara con las cejas levantadas.

-Estoy muy incómoda.-Murmuró, poniendo una mueca.-¿Me puedo tumbar?

La miré sorprendida y se encogió de hombros. Rodé los ojos y ella quitó mi parte de la manta para apoyar su cabeza entre mis piernas, completamente recostada en el sofá.

Intenté concentrarme en la película pero me entretuve con el subir y bajar de su pecho. Llevé una mano a su pelo húmedo y lo peiné entre mis dedos.

Ella me acariciaba la rodilla con delicadeza mientras yo le sobaba la cabeza, haciendo caso omiso al ambiente ajeno a aquello.

Pasé a su mejilla y rocé su piel, notando como se relajaba sobre mi cuerpo. Llevó su mano a la mía y la agarró, jugando con mis dedos.

Me dio un pequeño beso en el dorso y acarició sus labios por la zona, intentando pedirme disculpas a través de aquello.

Carraspeé la garganta y desenlacé nuestros dedos, situando mi mano en su cadera. Sabía que quería jugar conmigo y no se lo permitiría.

Continuamos con la película y debo decir que no me enteré de absolutamente nada. Ella intentaba llamar mi atención en varias ocasiones pero yo apretaba su cintura para indicarle que parara.

Joan se había quedado dormido casi al principio y roncaba a nuestro lado, ajeno a toda situación. La chica aprovechó para ponerse boca arriba y mirarme a los ojos, llevando su mano a mi mejilla, acariciándola con la palma. Cerré los ojos ante el contacto y ella suspiró.

-Lo siento.-La escuché, miré su cara y tenía una expresión sincera, casi con un puchero involuntario.

-No puedes hacerme esto, Natalia.-Advertí, haciéndole saber que me estaba hiriendo.

-Lo sé.-Gruñó.-Pero te juro que no quiero hacerte daño.

Suspiré y nos miramos por unos segundos largos. Intentaba desbloquear los secretos que guardaba y que no me quería contar. Pasé mi dedo por el recorrido que hacía el puente de su nariz hacia arriba y acaricié su ceja.

Iba a ser muy difícil para mí mantenerme alejada de ella.

Tengo una semanita un poco ocupada pero a partir del miércoles estoy libre. Os amo. ❤️

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora