Solté un suspiro largo al cerrar la puerta de mi casa. Podía escuchar platos y cubiertos tintineando y el agradable sonido del la comida en preparación.
Me quité la chaqueta en silencio y, al colgarla sobre el perchero de la entrada, decidí acercarme lentamente a la cocina.
Asomé mi cabeza y pude contemplar la figura de Natalia de espaldas a mí. Tenía puesta una camiseta negra larga con las letras de "Jambo" grabadas repetidas veces en ella. Se había recogido el pelo en un moño desenfadado. Movía sus caderas al compás de sus pensamientos y tarareaba cualquier canción aleatoria mientras cocinaba.
Sonreí ante lo adorable que parecía en ocasiones. Se giró con los ojos cerrados y la sartén en la mano y, al abrirlos y encontrarse conmigo, pegó un grito que me asustó.
-¡Joder!-Exclamó, llevándose la mano al pecho.-Casi me matas.
Dejó el objeto que tenía entre las manos en un lugar seguro e intentó estabilizar su respiración. Me reí ante su dramatismo y di unos cuantos pasos en su dirección.
-Eres una exagerada.-Afirmé entre carcajadas. Frunció el ceño y me señaló con la punta de su dedo índice.
-Deja de ser tan sigilosa.-Fingió enfado pero no pudo evitar que las comisuras de su boca ocultaran una tímida sonrisa.
-¿Estás mejor?-Pregunté disimuladamente, dando un pequeño salto para sentarme en la encimera, en la misma posición que aquel día.
-Algo.-Murmuró entre dientes.-¿Dónde estabas?
-Por ahí.-Evadí su pregunta, no supe muy bien porqué mentí.
-Ya...-No pareció convencerle mi respuesta pero lo dejó pasar.-Quería pedirte perdón por lo de ayer.
-¿Y eso?-Dije sorprendida. Se encogió de hombros y echó las verduras a la plancha en uno de los platos que había preparado.
-No te hablé bien.-Sonreí.-Me altero muy rápido.
-Puedo ser irritante a veces.-Negó con la cabeza ante mis palabras y fruncí el ceño.
-No fue eso, tú no eres irritante.
-¿Y entonces qué soy?-Me mofé, levantando las cejas y soltando una pequeña risita.
-Pues, no lo sé.-Confesó pensativa.
-¿Te puedo pedir algo?-Pregunté, después de un corto período de silencio.
-Claro.-Me miró expectante y sonreí.
-¿Me das un beso?-Le pedí tímidamente, vi como se relajó ante mis palabras y soltó una risa adorable.
Asintió y se acercó a mí despacio. Abrió mis piernas para así poder colocarse entre ellas y acarició mis muslos, cubiertos por la tela de mi pantalón. Alargué mis manos para colocarlas en su nuca y enredé mis dedos entre sus cortos mechones.
Me observaba con picardía y contuve una sonrisa, esperando por lo que le había solicitado. Cerré los ojos cuando vi que estaba a una distancia más corta y me sorprendí cuando noté el tacto de sus labios sobre la comisura de los míos.
Se separó y debió ver mi cara de idiota porque empezó a reír. Abrí los ojos indignada y cerré mis piernas por detrás de ella, estampándola contra mi cuerpo con fuerza.
Cortó su carcajada enseguida y levantó las cejas sorprendida. Tiré de ella hacia mí y busqué su boca, encontrándola en segundos. Comenzamos con un beso rabioso que me estaba volviendo loca, sin embargo, no dejaba que ella mantuviera el control en ningún momento, ahora me tocaba a mí.
Apoyó sus manos en mi cadera y las pasó por la parte baja de mi espalda hasta recorrer mi culo con sus dedos, dando algunos apretones necesitados.
Disfrutaba escuchando los gruñidos que soltaba cuando alejaba mi lengua de ella y mordía su labio, parecía bastante frustrada. Quiso cambiar los roles al sujetarme la mandíbula con una mano pero no se lo permití, agarrándosela y llevándola de vuelta al sitio donde estaba anteriormente.
-Alba.-Me ordenó rabiosa, sonreí de manera chulesca y ella gruñó.
-Cállate.-Pronuncié entre sus labios, haciendo contacto directo entre ellos.
Me aparté de ella cuando intentó morderme y me reí. Frunció el ceño y se separó de mi cuerpo, cruzándose de brazos.
-Te has quedado sin beso.-Me rechistó con voz de bebé. Sonreí pícaramente y me bajé de la mesa.
-No me pongas la cara de enfadadita porque no te creo.-Le dije, intentando abrazarla y viendo cómo huía de mí.
-¡Déjame!-Río. La atrapé entre mis brazos por la espalda y la sujete contra mí, notando sus forcejeos por soltarse.
-Dame un beso.-Murmuré. Negó con la cabeza y me colé por debajo de ella para acabar cara con cara.
-No.-Exclamó en un puchero adorable.
-¿No?-Le provoqué, intentando que cambiara de opinión. Negó con una sonrisa, agarré su cintura y comencé ha hacerle cosquillas.
Se retorció entre carcajadas y consiguió salir corriendo hacia el salón. La seguí el juego e intenté atraparla, pero sus piernas eran más largas que las mías y acabé agotada.
Me tiré al sofá con la respiración entrecortada y se rió de mí. Burlándose un par de minutos hasta que conseguí calmarme y se sentó a mi lado.
-Pues vaya deportista.-Se mofó.-Y mira que yo fumo.
-Y yo también.-Le repliqué. Asintió con una sonrisa y se lanzó contra mí.-¡Oye!
Caí de espaldas y me aplastó con su cuerpo mientras ronroneaba. Solté una carcajada divertida y dejé que se acurrucara sobre mí.
-Eres muy pequeña.-Me dijo sobre mi cuello, haciéndome estremecer.
-Yo no soy pequeña.-Protesté.-Tú eres muy grande.
-Bueno, pero sigues siendo una enana gruñona.-Palmeó mi mejilla con su dedo índice y apretó mi cara para deformarla.
-Dios, para.-Me quejé, odiaba que me hicieran eso.
-¡Mira!-Exclamó con una sonrisa.-¡Eres un bebé!
Intenté apartarme con movimientos de cabeza pero me tenía atrapada totalmente. Me dio un pequeño beso en mis labios.
-Eso no vale.-Susurré, haciendo alusión al pico.
-Si te dejo controlar es porque yo quiero.-Me avisó. Negué con la cabeza.
-Pues no se te veía muy contenta en la cocina.-Me burlé. Frunció el ceño y me mordió el labio inferior, chupándolo suavemente y estirándolo hasta dejarlo ir.
Jugó con esa parte por un rato bastante largo sin llegarme a besar, sólo mimaba la zona con gusto y disfrutaba de mí. Cosa que me encantaba.
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@missbanana027
