XLIX

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Suspiré un par de veces antes de girar la llave que daba entrada a mi casa, con la hermana de Natalia a mis espaldas.

Abrí despacio y escuché movimiento en el sofá del salón, dándome señales de donde estaba la morena. Permanecí en silencio y me encaminé a su encuentro con una sonrisa tímida. Indiqué a Elena que se escondiera en el pasillo y esperara mi señal.

-Cuánto has tardado.-Dijo al verme, con un puchero adorable sobre sus labios. Se había recogido el pelo en un moño improvisado, dejando su flequillo al aire. Llevaba una sudadera negra que le quedaba muy ancha y unos pantalones de chándal, también de color negro.

-Ya estoy aquí.-Sonreí, contemplando su cuerpo de arriba a abajo.-Tengo una sorpresita.

-Espero que sea lo que estoy pensando.-Exclamó pícaramente, haciéndome negar con la cabeza divertida.

-No creo.-Murmuré. Giré mi cabeza y levanté la mano, esa era la señal.

Observé como Elena aparecía por el marco de la puerta con una sonrisa tímida y los hombros encogidos, mirando a su hermana con expectación.

Natalia se quedó paralizada, tenía los ojos muy abiertos y su respiración comenzó a ser entrecortada.

-Hola, Nat.-Susurró la niña, soltando una pequeña risa.

-¿Elena?-Reaccionó la morena, sin creerse que estuviera delante de su hermana.

-Cuánto tiempo. ¿No?

-¿Estás enfadada conmigo?-Preguntó Natalia, haciéndome rodar los ojos ante lo estúpida que parecía en ocasiones.

-Eres mi hermana.-Susurró Elena.

La empresaria soltó un sollozó y atravesó la sala como un rayo hasta lanzarse a los brazos de la chica. Lloraban desconsoladamente y se consolaban la una a la otra, haciendo que se me escaparan un par de lágrimas ante la emoción.

-Te quiero.-Se decían constantemente, provocando mi sonrisa de emoción.

-¿Qué tal estás?-Preguntó Natalia, aún con la voz ahogada.-¿Cómo me has encontrado?

-Tu novia es inteligente.-Se burló la chica, mirándome fijamente. Rodé los ojos y suspiré, encogiéndome de hombros.

-¿Dónde está tu padre?

-En casa, supongo.

-¿Te has escapado?-Exclamó indignada la morena, lo que hizo a su hermana reír y negar con la cabeza.

-No tengo las tendencias aventureras que tienes tú.-Se mofó, colocándole la capucha de su sudadera.

-¿Necesitas algo?-Se ofreció.

-Que va.-Murmuró Elena.-Tengo que irme en nada.

-¿Puedo verte otro día?-Interrogó, dándome la sensación de que tenía miedo ante aquella respuesta.

-Claro.-Sonrió.-Ya te dirá este bombón cómo contactarme.

Solté una carcajada ante la manera que tuvo de referirse a mí y asentí, de acuerdo con su comentario anterior. Natalia me miró y tuve la mejor sensación del mundo en aquel momento, la sensación de haber hecho feliz a una persona, por muy mínimo que fuera el gesto.

-¡Estás enorme!-Exclamó la morena, acariciando la cabeza de su hermana.-Eres más alta que yo.

-Tú estás mucho más guapa.-Puntualizó Elena, mirándola con adoración.-Tienes un rollo muy cañero.

-Mola mucho más el tuyo.-Piropeó.

Continuaron con su conversación durante unos minutos más, en los cuáles no dejaron de darse el cariño que tanto habían necesitado durante aquellos años en ausencia de la otra.

El todo de llamada de la niña resonó por todo el apartamento, sobresaltándonos las tres. Desde el otro lado de la línea se podía escuchar a un hombre bastante cabreado y supuse que era su padre.

Elena respondía entre suspiros y muecas de disgusto y colgó después de darle una dirección, ordenándole que le buscara allí.

-Debo irme, chicas.-Susurró apenada.

-¿Te acompañamos?-Ofreció Nat.

-Lo único que me faltaría es que descubriera que te he visto.

La morena asintió y nos despedimos de Elena con la esperanza de que consiguiera escaparse un par de veces a vernos. Nos habíamos prometido cuidarnos entre todas.

Cerré la puerta después de que desapareciera por las escaleras y Natalia se abalanzó sobre mí, provocándome una risa.

-Gracias.-Susurró contra la piel de mi cuello. Negué y acaricié su espalda con mis manos, transmitiéndole cariño.

-Es lo menos que podía hacer.-Me excusé.-Más después de saber lo que te había pasado.

-Nunca habían hecho nada así por mí.-Me confesó, besándome ambas mejillas en repetidas ocasiones.

-Pues te lo mereces.-Advertí.-Por asumir responsabilidades y cuidar tanto de la gente que te importa.

-Yo quiero lo mejor para ella, siempre ha sido así.

-Lo sé.-Sonreí, dejando un casto beso sobre sus labios entreabiertos. Me correspondió y profundizó sin llegar a tratarse de algo sexual, simplemente me intentaba demostrar su agradecimiento.

Jugué con los mechones de su pelo mientras disfrutaba del contacto, sintiendo como me agarraba de la cintura con firmeza y me empujaba contra ella, saciando sus ganas de mí.

Nos separamos y junté su frente con la mía, rozando ambas narices y mezclándose nuestras respiraciones. Abrí los ojos y la miré, pero ella aún los tenía cerrados.

-Alba.-Me llamó después de un rato.-Te quiero.

Agarré sus mejillas confundida y me aparté de ella para observarla, buscando algún tipo de broma ante su declaración. Su mirada era pura y me transmitió una calidez que no había llegado a sentir nunca.

-Y yo, Nat.-Susurré. Besando de nuevo sus labios.

Permanecimos así un rato, descubriendo nuevas facetas y declarándonos la guerra de sentimientos, una guerra que sería difícil de liderar.

Me aferré a su sudadera como si fuera el último barco a flote en medio del océano, temiendo que se me escapara entre los dedos.

Cualquier persona hubiera dicho que el amor es fácil, pero siempre se olvidan de los obstáculos más importantes, nosotros mismos.

Holi. He resucitado (otra vez) pero básicamente he estado durmiendo estos dos días porque soy una marmota irremediable y no he tenido tiempo de escribir entre sueño y sueño. Siento que haya sido tan cortito pero estoy un poco saturada y quiero tomarme esto enserio sin cagarla tanto. Os quiero mucho. ❤️

@missbanana027

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora