Se me habían aguado los ojos y sollocé al conectar miradas. Puso cara de arrepentimiento y dio unos cuantos pasos hacia mí.
-Alba...-Murmuró. Negué con la cabeza repetidas veces.
-Eres una gilipollas.-Retrocedí. Sabía que algo así iba a pasar.
-No, escucha.-Salí corriendo a la habitación y me siguió.
Comencé a recoger su ropa del suelo y se la tiré con rabia. La atrapó con dificultad y me miró apenada.
-Vete.-Ordené con dureza.
-Espera, por favor.-Me suplicaba, rodé los ojos y la empujé.
-¡Qué te pires!-Grité. Se quedó bloqueada sin saber cómo reaccionar y cerré la puerta de mi habitación de un portazo. Puse el pestillo.
-Habla conmigo.-Escuchaba. Me tumbé en mi cama boca abajo, hundiendo mi cabeza en la almohada.
-¿Te lo tengo que decir en chino?-Ironicé.
-No es lo que piensas, Alba.
-¿Ah, no?-Solté una carcajada irónica.-Ya sé que no te gusto, idiota.
-Joan está enamorado de ti.-Confesó. Me cayó como un cubo de agua helada. Abrí los ojos sorprendida y me incorporé en la cama.
-¿Qué?-Hablé en un hilo de voz.
-No puedo decirle lo que hemos hecho.-Escuché como se quebraba y empezó a llorar.
Me levanté corriendo y desbloqueé la puerta. Me la encontré sentada en el suelo de mi pasillo con lágrimas en los ojos.
La miré con dudas y decidí ofrecerle mi mano para que se levantara. La aceptó nerviosa y la arrastré hasta mi cama, sentándome con ella.
-¿Desde cuándo?-Interrogué.
-Desde el principio.-Sollozó.-Me siento una persona horrible.
-No estoy entendiendo nada.-Llevé mis manos a mi pelo e intenté tranquilizarme.
-Alba.-Me llamó en un suspiro. La miré a los ojos y la vi totalmente desarmada.-Lo siento.
-¿Qué coño sientes?-Me comencé a desesperar.
-He traicionado a mi mejor amigo.-Lloró.-A la única persona que me ha sido fiel en toda mi vida.
-¿Por eso no querías acostarte conmigo?-No me iba a quedar con ninguna duda. Asintió.
-No puedo hacerle esto.-Se encogió de hombros.-Desde que te conoció me habla de lo bonita que eres, de lo mucho que le gustas.
-¿Me contrataste por él?-Pregunté dolida.
-¡No!-Exclamó indignada.-Te despidieron por mi culpa, era lo menos que podía hacer.
-¿Por qué me evitabas?
-¿No es obvio?-Me miró, negué con la cabeza.-Tengo que contárselo.
-No me creo que le hayas hecho esto por un calentón.-Rodé los ojos, cruzándome de brazos.
-Lo siento.-Se disculpó de nuevo.
-No me has traicionado a mí, Natalia.
-Te he hecho daño porque soy idiota.-Sollozó.-Joan es un ser de luz y no se merece todo esto.
-Pero no me ha dicho que le gusto.
-No te lo dirá hasta que vea que tiene oportunidades contigo.
-Creo que queda bastante obvio que no.
-Podrías intentarlo con él.-Ofreció desesperada. Fruncí el ceño y abrí la boca indignada.
-¿Estás de coña?-Negué.-¡Qué me gustas tú, joder!
Levantó las cejas sorprendida. Respiraba entrecortadamente y notaba el pulso de mi corazón retumbarme en los oídos.
-No.-Me señaló.-No puede ser, Alba.
-¿Qué quieres que haga?-Me encogí de hombros, restándole importancia.
-Me voy.-Recogió sus cosas con nerviosismo.
-Ahora huyes, como siempre.-Solté una carcajada irónica y me tumbé en mi colchón.
-No puedes sentir nada por mí.-Me advirtió.
-He dicho que me gustas, no que esté enamorada de ti.-Dije obvia. Suspiró varias veces y caminó de un lado a otro de la habitación.
-No puede volver a pasar.-Nos señaló.
-Tú no tienes la culpa de que te sientas atraída por mí.
-Pero si de haber pasado los límites.-Se llevó las manos a la cabeza.
-Tenía que pasar tarde o temprano.-Miraba al techo y contaba hasta diez para mantener la calma.
Se sentó en la cama después de dar mil vueltas e imitó mi postura, quedándonos en silencio por un buen rato.
-No quiero hacerle daño.-Lloró. Giré mi cara para mirarla y decidí abrazarme a ella en un intento de consolarla.
-A veces las personas sentimos cosas que no debemos.-Comencé a explicarle.-Pero tienes que entender que no quiero nada con Joan.
-Joder, Alba.-Sollozó.-No sé que hacer.
-Si se lo quieres contar, adelante.
-Le va a doler.-Murmuró.
-Cuanto antes lo asuma, mejor será para él.
-Nosotras no podemos repetir esto, le mataría.-Me dijo con dolor.
-Lo sé.-Contesté del mismo modo. Aferrándome a su pecho.
-No quería que sufrieras.-Acarició mi espalda.
-No lo hago, sólo quiero lo mejor para ti.
-Gracias.-Suspiró, ahora mucho más tranquila. Dejé un beso en su mejilla y me incorporé.-Creo que debería irme.
Asentí y la acompañé hasta la puerta. Se giró cuando llegó al portal y se lanzó a mis brazos en un intento de abrazo desesperado.
-Adiós.-Susurré en su cuello, notando el nudo de mi garganta crecer.
-Espero que me perdones.-Suplicó. Bajando las escaleras al separarse de mí.
Cerré y me escurrí por la madera hasta quedar sentada en el suelo con la cabeza entre mis piernas. Suspiré agotada.
Me preparé el desayuno con desgana y agarré mi almohada para olerla un par de minutos. Intentando impregnarme su aroma en mi cerebro para siempre.
Me gustaba, me gustaba mucho Natalia y a mí me dolía con ganas. Me tumbé en el sofá durante todo el día, pensando sinceramente si faltar a trabajar. Esperé una llamada de la morena, algo que me dijera que estaba bien.
Se había acabado Natalia, tenía que olvidarme de ella fuera como fuese, ahora más que nunca. Al fin y al cabo yo también consideraba que Joan era una buena persona y respetaba la decisión de la morena.
Fui muy hipócrita cuando intenté llamarla un par de veces. Quería saber qué había pasado pero no me lo cogió. Le dejé un mensaje y me tumbé de nuevo en el sofá mirando al techo y suspiré.
En qué maldita hora acepté ese puto trabajo.
Algunxs lo habéis adivinado en el capítulo anterior. Lo siento mucho chicxs. ❤️
