XXII

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-Me apetece un Telepizza.-Dije sonriendo mientras me frotaba las manos, sintiendo el calor del coche.

-¿Enserio?-Se rió irónicamente. Yo levanté una ceja y ella carraspeó su garganta.-Vale, es enserio.

Arrancó el coche y avanzó por la calle con la mirada seria. La observaba de reojo mientras escuchaba cómo tarareaba la canción de fondo y daba golpecitos con sus dedos en el volante para seguir el ritmo.

Comenzó a sonar su teléfono y chistó con su lengua, sacándoselo del bolsillo y enchufándolo al Bluetooth.

-¿Sí?-Anunció al cogerlo.

-¿Dónde estás?-La voz de Joan retumbó por todo el vehículo y yo me mantuve en silencio.

-Mmm.-Pensó.-Voy a cenar ahora.

-¿Fuera?

-Sí.

-¿Con quién?-Aguanté la risa por el interrogatorio que le estaba haciendo, parecía su padre.

-¿Qué quieres, Joan?-Se empezó a desesperar.

-Nada, que cómo no venías me he preocupado.-Soltó una risa.

-Vale, pues estoy bien.-Giró una esquina.

-A saber con quién estarás.-Se burló de ella.-Espero que luego no la traigas a casa como todas las semanas.

-¡Cállate!-Gritó, yo fruncí el ceño y la miré. Estaba totalmente roja.

-¿Qué?-Se mofó.-Estoy hasta el culo de oír gemidos distintos cada fin de semana.

-Te voy a colgar.-Y lo hizo, suspirando cuando se dejó de oír la voz del chico por el altavoz.-Alba...

-Tranquila.-Intenté sonreír.

-No, yo...-Se había quedado sin palabras.

-Se me ha quitado el hambre, ¿Dejamos la cena para otro día?-La interrumpí, algo dolida.

No estaba celosa, pero he de admitir que aquella situación me había resultado de lo más incómoda. Siempre me había dicho que eran sus empleadas las que se aprovechaban de ella, pero no que se las follaba todos los días.

-Pero, Alba...

-¿Me llevas a casa?-No tenía ganas de seguir con esa conversación.

Suspiró decepcionada y cambió su destino hasta llegar a mi edificio, ninguna de las dos habló en todo el camino y yo me dediqué a mirar por la ventana.

Aparcó en mi calle y se quedó parada con las manos en el volante sin atreverse a levantar la cabeza.

-Escucha.-Me miró.-No es como piensas.

-Me da igual, Natalia.-Mentí.-Ya habíamos dejado claro todo, puedes hacer lo que quieras.

-Pero no quiero que pienses que lo que pasó fue por vicio.

-¿Entonces?-Solté una risa falsa.-Lo entiendo, querías pasarlo bien y me tenías a huevo.

-Que no.-Negó con la cabeza varias veces y yo bufé.

-Mira, será mejor que me vaya.-Abrí la puerta con cuidado.-Hasta mañana.

Salí de su coche con algo de prisa y vi como ella se quedaba parada allí hasta que entré a mi portal. Subí rápido las escaleras y me metí en mi casa.

En un principio ella no quería acostarse conmigo, pero sin embargo no tenía reparo alguno en llevarse a sus chicas a casa. Rodé los ojos y me quité la ropa con rabia. Qué hija de puta.

Me duché con agua caliente para calmar mi enfado y salí siendo una nueva persona. Miré mi móvil y vi cinco llamadas perdidas de Natalia, rodé los ojos.

Me senté en el sofá para ver la televisión y me asusté un poco al escuchar el timbre de mi casa. Miré la hora, las dos de la mañana.

Me acerqué despacio a la puerta con el objetivo de que no se me notara y pegué mi ojo a la mirilla. La morena andaba de un lado para otro en mi descansillo mientras se tocaba el pelo desesperada.

Bufé y abrí, encontrándome con una mirada de alivio y una inquietud que me confundía.

-¿Qué coño haces aquí?-Pregunté, apoyándome en el marco y cruzándome de brazos.

-Tenemos que hablar.-Ordenó, mordiéndose las uñas con impaciencia.

-Ya lo hemos dejado bastante claro.-Sonreí falsamente.

-Alba...-Me regañó.

-¿Qué?-Me encogí de hombros.-¿Has venido a buscar sexo?

-¿Cómo?-Estaba confundida.

-Porque te aviso que hoy no tengo muchas ganas, ya si eso otro día.-Tenía intención de cerrar pero sujetó la madera y me suplicó con la mirada.

-Por favor.-No sabía que coño le pasaba.

Gruñí y la dejé pasar. Suspiró algo aliviada y se quitó el abrigo mientras ambas nos dirigíamos al sofá del salón.

-¿Qué quieres?-Dejé que se explicara, apoyando mi espalda contra el mueble.

-No quiero que te enfades por lo de antes.-Me miraba con miedo.

-No estoy enfadada.-Me crucé de brazos.

-Lo que ha dicho Joan...

-¿Acaso es mentira?-Solté una carcajada irónica.

-No, no lo es.-Bajó la mirada, jugando con los dedos en su regazo.

-Entonces no entiendo que haces aquí.

-Quería explicarte todo, no quiero que malinterpretes lo nuestro.

-¿Lo nuestro?-Exclamé sorprendida.-No hay un "nosotras", Natalia.

-Ya lo sé.

-Es mejor que te vayas.-Suspiré cansada.

-No quiero.-Puso cara seria y se acercó a mí.

-Vale, pues te quedas en el sofá durmiendo, yo me voy a la cama.-Me levanté y me aproximé a mi habitación con pasos agigantados.

Cerré la puerta tras de mí y bufé. Me metí bajo las mantas y me retorcí al notar el frío de la noche. Tenía el objetivo de dormirme pero entonces escuché a Natalia recorrer el pasillo y abrir mi puerta despacio.

Preferí no decir nada y me quedé en silencio mientras observaba su figura a contraluz, estaba algo desesperada y a mí me causaba demasiada gracia.

-Alba...-Susurró, acercándose a mi cama.

-¿Qué quieres?

-¿Puedo dormir contigo?-Puso voz tierna y fruncí el ceño, esto no podía ir enserio.

-¿Estás de coña?

-No.-Dijo decidida. Suspiré.

-Haz lo que quieras.

Noté cómo se sentó al otro lado del colchón y se quitó los zapatos. Se quedó mirándome indecisa.

-¿Tienes algo más cómodo?-Se señaló su traje. Rodé los ojos e indiqué que buscara en el armario.

Cogió un chándal y volvió al mismo sitio. Decidí darle la espalda mientras escuchaba el sonido de la tela recorrer su cuerpo. Abrió las mantas y se metió conmigo.

Alba Reche firma en Madrid y yo estoy living. ❤️

Missbanana027

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora