LVIII

14.6K 723 269
                                    

-¿Quieres un vaso de leche?-Pregunté a Natalia, que miraba los detalles de mi piso con atención.

-Colacao.-Pidió. Puso un puchero adorable y solté una carcajada que fue interrumpida por un hipido gracioso.

-Mierda.-Balbuceé, completamente borracha. La morena se burlaba de mí.

Intenté aguantar la respiración para que se me quitara pero, al parecer mi cerebro necesitaba oxígeno, pues no conseguía aguantar más de diez segundos.

Me tambaleé hasta la cocina y, con mucha dificultad, intenté sacar una taza de los estantes de arriba, casi cayéndome en el intento.

Me sujeté de la encimera y comencé a reírme yo sola cuando Natalia apareció con una expresión asustada. Negué con el dedo índice divertida, en señal de que no me había pasado nada.

-Anda, trae.-Susurró, acercándose a servirse ella misma la leche que anteriormente yo había sacado de la nevera.

Me apoyé en su hombro con los ojos cerrados e interrumpí sus movimientos, haciendo que se cayeran un par de gotas fuera de la taza. Chasqueó su lengua y me rodeó con su brazo para sostenerme.

-Natalia se ha cagao en el bote de colacao.-Canté, mientras ella echaba los polvos marrones en la leche. Se rió y negó con la cabeza.

-Estás loca.-Me dijo, sonriendo en grande. Fruncí el ceño y me froté en ojo con el puño.

-Tienes que decir: ¿Quién yo?-Instruí, golpeando su nariz con mi dedo suavemente.

-¿Quieres algo?-Preguntó, ayudándome a sentarme en uno de los taburetes de la cocina.

-¡Quiero agua!-Grité molesta, con un puchero. Sonrió con burla y me ofreció lo que le había pedido.

Bebí con ganas, tanto que noté como se me caía un poco por la barbilla. Corrió a limpiarme con una servilleta y yo me reí, observándola desde tan cerca.

-Que desastre.-Se mofó, acariciando mi mejilla suavemente. Ronroneé como un gato contra su mano y me incorporé como pude, agarrándome a su estómago para evitar caerme.

-Me ha subido mucho esta mierda.-Confesé, tocándome la frente y suspirando.

-Hace dos minutos no estabas tan pedo.-Carcajeó, arrastrándome por el pasillo.

-¿Te gusta el número dos?-Pregunté. Me miró confundida.

-No sé.-Me encogí de hombros.-Dos años, dos minutos...

-¿Tienes pijamas?-Ignoró mi comentario y yo asentí, señalando el último cajón de mi armario. Buscó las prendas durante unos segundos y me tendió uno.

Lo agarré con las manos temblorosas y me tumbé en la cama con la cabeza dando vueltas, parecía que estaba en una montaña rusa.

-Coño, esto parece el Dragon Khan.-Reí, levantando mis brazos y moviéndolos en el aire.

Suspiró con gracia y se agachó para quitarme los tacones y dejarlos tirados en algún lugar del suelo de mi habitación. Trepó por mi cuerpo hasta llegar al botón de mis pantalones y bajar la cremallera despacio.

-Levanta el culo.-Ordenó, dando pequeños golpecitos sobre mi muslo. Gruñí un poco pero acabé haciendo lo que me pedía, elevando las caderas para que me quitara la prenda inferior.

Quedé en un tanga lencero negro. Lo observó durante unos segundos pero sacudió la cabeza y me colocó un pijama rosa palo con dibujitos.

Imitó su acción con la parte de arriba y se desvistió hasta quedar en el mismo estado que yo. Rodeó la cama de matrimonio por el otro lado y abrió las sábanas.

-¿Duermes en este lado?-Señaló donde estaba y la contemplé de manera extraña.

-Tengo la cama entera para mí sola.-Informé.-Duermo en el medio.

Rodó los ojos y arrastró mi cuerpo para que me metiera dentro de la cama. Se recostó a mi lado, alargó el brazo para apagar la luz y volvió a su postura inicial, dándome la espalda.

La observé durante unos segundos y me atreví a acariciar la tela de su pijama con las yemas de mis dedos. Noté como se estremecía ante el contacto y suspiró.

Me pegué a su cuerpo y pasé uno de mis brazos por su abdomen, apremiándola contra mí. Me agarró la mano se giró, juntando nuestras miradas.

En aquel momento vi una Natalia completamente destrozada. Lloraba en silencio y empapaba la almohada con sus lágrimas desesperadas. Fruncí el ceño y le sujeté la cara confundida.

-¿Qué te pasa?-Pregunté. Negó suavemente y sorbió su nariz, soltando un pequeño sollozo.

-Me ha dado la bajona.-Intentó bromear, dejándome ver una sonrisa triste.

-No llores.-Susurré. Pegué su frente a la mía con delicadeza y cerré los ojos. Intentaba de todas las maneras posibles contenerla.

Me abrazó fuertemente y hundió su cabeza en el hueco de mi cuello. Yo jugué con los pelos su nuca mientras notaba como mi piel se humedecía. Estuvimos así por unos minutos largos hasta que su respiración se calmó.

La aparté para observarla y me miró con ternura. Sonreí levemente y coloqué su flequillo con mis dedos. Dejé un pequeño beso sobre su frente y cuide de ella como siempre había querido hacerlo.

-¿Mejor?-Pregunté. Asintió despacio y sobó mi cintura, levantando la tela de mi pijama para hacer contacto directo con mi piel.

-No quiero que mañana te arrepientas de esto.-Confesó. Entendí su frustración pero no pude evitar soltar una daga envenenada.

-Probablemente lo haga.-Susurré.-No estoy enfadada contigo, pero no puedo estar a tu lado.

-Eso es ridículo.-Dijo indignada.-Si me dejaras explicarme yo...

-No hay más que hablar sobre esto.-Interrumpí.-Disfrutemos de ahora.

Se quedó callada observándome y en aquel momento comprendí que nunca conseguiría saciarme completamente de ella, porque aún la quería.

Cerré los ojos con intención de dormirme pero su presencia me aturdía y su perfume me envenenaba. Aguanté la respiración pero fue inútil, lo recordaría incluso después de muchos años.

Su respiración era entrecortada y no paraba de moverse. Buscaba más contacto con mi piel y yo se lo concedía, no me podía negar a ella. Entrelazamos nuestras piernas y me apoyé en su pecho suspirando.

Me quedé dormida en cuestión de segundos. Sabiendo que mi borrachera había sido la única causante de aquella coincidencia tan cercana entre las dos.

Hermanas yo soy #NataliaSquad. Lo siento mucho pero esa mujer me tiene completamente loca. Os quiero. ❤️✨

@Missbanana027

Aprender. | Albay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora