Natalia estaba hablando por teléfono apoyada en la ventana mientras se fumaba en cigarro. Yo la observaba tumbada en el sofá, comiendo las palomitas que sobraron de la película que acabábamos de ver.
Parecía tensa y me hizo dudar sobre quién era el responsable de la llamada, pero tampoco quería preguntar. Bufó un par de veces y me miró de reojo, girándose y sacando la cabeza fuera de la casa.
-No, no estoy allí ahora.-Pude escuchar.-¿Qué más te da dónde viva?
Fruncí el ceño ante la última frase pero simplemente llevé un puñado de palomitas a mi boca, masticándolas con cuidado para no hacer demasiado ruido.
Continuó hablando dos minutos más hasta que decidió que era suficiente y colgó con rabia, dando una calada más a lo poco que quedaba de su cigarro.
Se apoyó en el alféizar de la ventana y metió su cabeza entre sus brazos, suspirando con algo de cansancio.
Me levanté del sofá y dejé el cubo sobre la mesa para después acercarme a ella. Intentando hacer algo que tranquilizara su estado me recosté sobre su espalda, pasando mis brazos por su cintura.
Noté como se tensó ante mi contacto, relajándose al instante y poniendo una de sus manos sobre su nuca para atraerme más hacia ella.
Suspiré y dejé un pequeño beso sobre su cuello, seguido de otros más. Se giró y me miró a los ojos, envolviéndome en un abrazo y apretándome fuerte.
-Mi padre me está buscando.-Murmuró sobre mi piel. Me aparté ligeramente para conseguir que me mirara pero se escondía de mí.
-¿Y qué pasa?-Pregunté sin entender.
-Que si me encuentra me tendré que ir.
-¿Qué?-Sujeté su barbilla, intentando que me explicara.-¿Por qué?
-No conoces a mi familia.-Suspiró, recostándose sobre mi mano.-No permitirían que viviera en un sitio como éste.
Abrí los ojos sorprendida y me separé de su abrazo, levantando las manos en el aire en señal de incredulidad.
-En un apartamento cutre.-Afirmé, consiguiendo que desviara su mirada de nuevo. Bufé y rodé los ojos para después sentarme en el sofá.
-Yo no soy así.-Murmuró, encogiéndose de hombros.
-Joder, ya lo sé.-Me recosté sobre la parte trasera y apreté el puente de mi nariz con frustración.-Pero no puedo evitar pensar en nuestras diferencias.
-Oye.-Protestó, sentándose a mi lado y agarrándome el brazo con delicadeza.-Alba, el dinero es sólo papel, no tiene nada que ver con los sentimientos.
-Tú no has tenido que vivir ahogada por no llegar a fin de mes, Natalia.
-Yo he llegado a vivir en la calle.-Confesó, indignándose por mi prejuicio.
-¿Cómo?
-Me escapé de casa a los quince y estuve una semana sin saber dónde caerme muerta.-Movía las manos frustrada mientras intentaba hacerme ver lo mal que lo había pasado.-No hables de mí si no me conoces.
-¡Tú tampoco me conoces a mí!-Elevé la voz.
-¡Pues perfecto!-Soltó una carcajada sin gracia y se levantó, encendiéndose otro cigarro.
-Si tanto te preocupa tu padre, vete a vivir con Joan.-Mascullé, cruzándome de brazos.
-¿Eso quieres?-Se giró, dándome la espalda de nuevo. Me encogí de hombros sin que me viera.
-Es tu decisión, no la mía.
Dio una calada en silencio y expulsó el humo despacio, dejándome ver el rastro blanquecino que se escapaba de entre sus labios por el reflejo del cristal de mi ventana. Suspiré, rendida ante la persona que más me confundía del planeta.
-Yo no quiero alejarme de ti, Alba.-Susurró, casi sin que pudiera llegar a escucharla bien.
-Pues no te alejes.-Aconsejé, sin saber que se lo estaba suplicando.-Eres mayor para que tu padre te diga lo que tienes que hacer.
-Te recuerdo que la empresa es suya.
-El dinero no vale nada.-Puntualicé, tal y como me había dicho anteriormente. Pude apreciar una pequeña sonrisa, que ocultó con otra calada.
-¿Y qué es lo que vale?-Se giró, cruzándose de brazos y piernas mientras mi miraba. Estaba tan buena.
-No sé.-Murmuré, embobada con sus piernas. Sólo llevaba una camiseta larga de un grupo de heavy metal y unos calcetines blancos que le llegaban por encima de dos tobillos.
Levantó una ceja divertida y se rió, chasqueando sus dedos para que despertara. Salí de mi sueño y me volví a enfocar en su mirada, sacudiendo un poco la cabeza.
-Eres muy bipolar.-Se burló, golpeando el filtro de su cigarro con los dedos para expulsar la ceniza quemada que sobresalía de la punta.
-Como si tú estuvieras muy cuerda.-Contraataqué, haciendo que escondiera una sonrisa.-Y no deberías fumar tanto.
-¿Vas a ejercer de madre?-Puso un puchero en señal de mofa y me reí. Le tiré un cojín en un intento fallido de darle.
-El incesto no es lo mío, pero gracias.-Le guiñé un ojo, siguiéndole el juego.
-¿Entonces?
-De amiga.-Sonreí, tumbándome en el sitio.
-Tú y yo no somos amigas.
-Que decepción.-Me ofendí.-¿En qué pruebas te basas?
Soltó una risita y apagó el cigarro en el alféizar, tirándolo en el cenicero de la mesita contigua. Se acercó en silencio ante mi mirada, tumbándose suavemente sobre mí.
-Yo con mis amigas no hacía ciertas cosas.-Susurró, muy cerca de mi boca.
-¿Cómo cuáles?
-Déjame pensar.-Paseó su mano sobre mi costado hasta pasarla por detrás de mi pierna derecha, subiéndola lentamente hasta mi culo.
Me reí y golpeé su brazo. Nuestras narices se rozaban y podía sentir su aliento sobre mis labios, muriéndome por besarla.
Agarré el pelo de detrás de su cabeza y jugué con él un rato hasta que me cansé de esperar, tirando de ella para fundirnos en un beso desperado.
Gemí ante el contacto y Natalia se tambaleó. Evité su caída cuando la sostuve entre mis piernas y me burlé.
-Cuidado cariño que te matas.
Holiiiiiii. Os he echado de menos mis bebés. Estuve en el concierto y fue increíble pero ya he vuelto lista para escribir. ❤️✨
¿Qué tal estáis vosotrxs?
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