【 Champa 】

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Tu Nombre

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Tu Nombre

—¡Estúpida humana! —el grito de Zamasu me hizo sentir mal por lo que me apresure a disculparme por haberlo golpeado accidentalmente con la tetera. —¿Acaso no ves lo que haces?

—Lo lamento, Zamasu.

Él se limito a bufar, rodar los ojos y a arrebatarme la tetera para colocarla en el carrito de servicio.

—Estúpida humana —lo escuche murmurar antes de salir de la cocina para llevarle el té de la tarde al señor Gowasu.

Lo seguí de cerca hasta llegar a la mesa que estaba bajo el frondoso árbol del centro del planeta en donde el anciano de tez amarilla ya nos esperaba.

Al llegar Zamasu empezó a servir el té mientras me dedicaba una significativa mirada para que me sentará y dejara de molestarle la vida. Así que sin tener otra opción tomé asiento en una de las sillas pero al momento de sentarme moví un poco la mesa provocando que el shin-jin se quemara la mano con el ardiente líquido.

Desvíe la mirada para fingir que no había sido mi culpa lo cual no funcionó por que el de tez verde en menos de dos segundos ya estaba a punto de matarme. Mi espalda estaba contra el enorme árbol y Zamasu se encontraba frente a mí con una espada de ki que había formado en su mano a menos de dos centímetros de mi cuello.

Ahogue un jadeo. Estaba demasiado asustada. Bien me había dicho Champa que no era una buena idea ayudar a Gowasu a hacer cambiar a Zamasu de opinión con respecto a los humanos. Me dijo que era sumamente peligroso y más si estaba embarazada hace apenas unos dos meses.

Que tonta fui al querer ayudar a pesar de todo. Solamente atine a colocar mis manos sobre su pecho para tratar de alejarlo lo cual me fue imposible por que él era demasiado más fuerte que yo.

—¡Zamasu! —el grito del mayor no fue suficiente para que el me soltara sino que acerco más la espada a mi cuello haciéndome sangrar un poco. —¡Basta, Zamasu!

Cerré los ojos y suspire. Así no era como quería que esto terminará. Empecé a iperventilar mientras el ataque de pánico se hacía presente en mi cuerpo dejándome sin habla.

Para mí sorpresa una tercera mano se hizo presente alejando la mano-espada de ki de Zamasu de mí cuello. No tarde demasiado en ver a mi esposo mirándome, pero a diferencia de lo que creí no parecía molesto sino más bien muy preocupado.

—¡¿Pero que demonios crees que haces con mi mujer, idiota?!

Asustado.

Esa era la palabra perfecta para describir lo que se podía ver en los ojos grises del shin-jin. Ahí fue cuando me di cuenta de que el de tez verde no estaba enterado de mi relación con el dios destructor.

—¿S-su... mujer? —una pequeña sonrisa se hizo presente en mi esposo mientras soltaba de manera brusca la mano del peli-blanco.

—Así es —extendió una de sus manos hacia su dirección mientras le hablaba. —Ella es mi mujer y no me gusta que le hagan daño. Ni tampoco me gusta que la toquen.

Él hakai salió de los labios del enorme gato en un susurro mientras la esfera violeta se acercaba con toda la intensidad hacia Zamasu quien afortunadamente fue salvado por Vados.

—No puede matarlo señor Champa —la dulce voz de la de ojos violetas llegó a nuestros oidos. —Si lo mata seguramente Zeno-Sama va a molestarse mucho. Recuerde que el señor Gowasu hizo un pequeño acuerdo con el rey de todo.

Me acerque a mi esposo al escucharlo gruñir de manera molesta. Sabía que no estaba nada conforme con no poder matarlo pero así eran las cosas y no dejaría que ese pequeño monstruo llamado Zeno-Sama le hiciera daño por una tontería.

Me lance a sus brazos y le sonreí para demostrarle que estaba bien y que no había nada más que él debiera hacer.

—Lamento todo esto señor Champa —el kaio-shin del universo diez parecía preocupado por lo que el dios destructor pudiera hacer pero trate de tranquilizar la situación.

—¿Podemos irnos, Vados? —ella asintió creando el cubo de transporte para permitir que Champa y yo pudiéramos hablar.

Antes de entrar me despedí de la deidad quien no paro de pedirme sinceras disculpas por el comportamiento de su aprendiz.

Habían pasado unos minutos desde que empezamos a viajar por lo que no tardaríamos más de veinte minutos en llegar a nuestro destino. Champa permanecía en una esquina del cubo mientras observaba el paisaje que había detrás del cristal.

Me acerque a él con cuidado, suspirando al saber que estaba molesto conmigo por que el me adviertio de la mala idea que era ayudar a Zamasu y sabia que no tardaría en reprocharmelo.

Cuando me encontré detrás de él lo rodee con mis brazos mientras recargaba mi frente contra su espalda.

—Lo siento, amor —susurre, apretando mi agarre en su torso.

—No fue tu culpa —suspiro, después de algunos minutos de incómodo silencio. Su cuerpo se giro y no tardo más de algunos segundos en abrazarme contra su pecho. —¡Demonios, ________! No sabes el pánico que sentí cuando vi como ese estúpido sujeto estaba a punto de matarte.

Aleje mi rostro de su cuerpo para poder levantar la mirada y fijarla en sus ojos mientras llevaba una de mis manos hacia su cuello.

—Perdón por ser tan inprudente, Champa —me levante de puntitas y besé de manera breve sus labios. —Gracias por salvarme.

Le sonreí y apreté ligeramente su mejilla haciéndolo quejarse. Claro que interrupi sus quejas volviendo a besarlo de manera cariñosa.

 Claro que interrupi sus quejas volviendo a besarlo de manera cariñosa

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࿐ ONE SHOTS; DRAGÓN BALL | LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora