【 Piccolo 】

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Tu Nombre

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Tu Nombre

Me sostuve de uno de los cientos de árboles que se encontraban en mi camino antes de continuar corriendo. Tomé una bocanada de aire y me incline un poco hacia el frente.

Después de reponerme un poco seguí corriendo en dirección a la cascada en la que seguramente Piccolo ya me esperaba desde hace más de una hora. Al llegar él se encontraba meditando mientras levitaba con los ojos cerrados.

Mi corazón golpeó con fuerza contra mi pecho y mi respiración no parecía controlarse aún cuando me había dejado caer en el pasto para poder descansar.

—¡Dios, siento que me voy a morir! —exclame de manera dramatica, pero realmente me había cansado demasiado.

Cerré los ojos y extendí mis brazos a los lados mientras escuchaba el suspiro burlón del namekusei.

—Y aún así llegas tarde —su comentario me provocó una mueca de disgusto.

Me senté de golpe y le lance una piedra que encontré cerca de mi pierna directo a la cabeza. No me moleste en sorprenderme cuando la desvío sin ningún problema.

—Lo siento ¿si? —empecé a explicar mientras me quitaba la mochila de los hombros y buscaba mi botella de agua. —No es mi culpa que la estúpida alarma no sonará.

Tome un sorbo de la botella y después volví a guardarla. Me puse de pie y el no tardo demasiado en descender hasta donde yo estaba para que empezaramos con nuestro entrenamiento.

—¿La alarma no sonó? —se burló mientras lanzaba su puño contra mi rostro, ataque que a penas alcance a esquivar. —¿Esa es tu mejor excusa?

—Pues... si.

Una ronca risa escapo de sus labios. Pero esta sólo duro algunos segundos por que no logro esquivar una de mis patadas y su cuerpo terminó chocando contra una roca.

Ahora fui yo quien se rió.

—Cuidar niños te está volviendo poco diestro en combate —sonreí, el también me sonrió mientras se levantaba y se sobaba un poco la espalda. —Deberías poner tu propia guardería. Podría llamarse: "Piccolo's. La guardería indicada para tu pequeña sabandija".

Solté una carcajada.
¡Dios, yo era tan graciosa!

Un sonrojo adorno las mejillas del de tez verde, uno que sólo hizo que mi risa se hiciera más ruidosa e incontrolable. Unas pequeñas lágrimas se hicieron presentes en mis ojos y aunque estaba tratando de parar. No podía dejar de reír.

—Cierra la boca, mocosa.

Finalmente después de algunos minutos deje de reír, me seque las lágrimas y terminé sonriendo.

—Bien, bien. Sigamos peleando, Piccolo.

Después de eso nuestro entrenamiento continuo de manera normal, golpes y patadas de aquí para allá. Tratando de no arruinar la vegetación y de no lastimar a los animales que había en el lugar.

Por lo menos así fue hasta que mi ki empezó a elevarse de manera incontrolable sin que pudiera detenerlo. Uno de los golpes de Piccolo terminó lanzandome directo hacia la cascada y a pesar de que trate no pude volar.

La presión del agua hacia mi cuerpo y la extraña manera en la que mi ki aumentaba y bajaba hacia que no pudiera mantenerme a flote. Por lo que poco a poco empecé a ahogarme y mi visión se torno borrosa hasta que todo se volvió obscuro.

•••

Un ligero hormigueo se hizo presente en mi mejilla haciéndome fruncir el seño extrañada y antes de que pudiera abrir los ojos sentí un duro golpe contra mi mejilla.

—¡Auch! —grite mientras abría los ojos encontrándome con Piccolo que me observaba preocupado y con la mano de la peli-azul cerca de mi rostro. —¡Dios, Bulma! ¡Tienes la mano demasiado pesada!

—Lo siento pero es que no despertabas —murmuró de manera tranquila. —Estaba empezando a ponerme nerviosa, Diecisiete no responde su teléfono y tu hermano ni siquiera está en la tierra.

—¿Otra vez están entrenando con Wiss? —Bulma afirmó en respuesta a mi pregunta y Piccolo se acerco hacia mi apartando a la peli-azul sin mucho cuidado.

—¿Estas bien? —sus ojos me eximanaron buscando algo extraño que pudiera tener. —Tu ki se volvió loco mientras entrenabamos, casi te ahogas.

—No se que me pasó —respondí jugando con mis dedos en el borde de mi blusa.

—Tal vez es por que estas embarazada —interrumpió la mujer de ojos azules mientras me miraba enojada. —Te dije que no era buena idea que entrenaras.

—¡¿Porqué no me lo dijiste?!

Piccolo era demasiado sobreprotector. Era ese tipo de hermano mayor que se preocupa por ti que Goku jamás había sido. Suspire mientras fulminaba con la mirada a la esposa de Vegeta. Ella se limito a desviar la mirada y fingir que no había revelado el secreto que le pedí que guardará.

—Diecisiete quería que fuera un secreto que les contaramos en la fiesta de Navidad de la proxima semana —mi mano apretó la del de tez verde para tranquilizarlo. —Sólo Bulma lo sabía por que ella me ayudo a hacerme la prueba de sangre.

—Bien —suspiro las palabras y sin que me lo esperara me abrazo. —Cuidate mucho, no entrenaremos hasta que ese niño haya nacido. ¿Entendido?

Afirme con la cabeza cuando nos separamos y le sonreí.

—Bueno, ahora ya debo irme. Si necesitas cualquier cosa siempre puedes mandar al idiota de Goku a que valla a buscarme.

—Claro —ironice, ojalá Goku venga a la tierra en algún momento.

El namekusei que era mi mejor amigo y tal vez mejor hermano que ese peli-palmera suspiro antes de empezar a caminar a la salida de la habitación de la casa de Bulma en la que nos encontrabamos.

Antes de que el de tez verde cruzará el marcó de la puerta su nombre salió de mis labios en un pequeño grito. Él me observo sin girarse por completo por encima de su hombro.

—Si mi bebé es demasiado llorón ¿también puedes llevártelo por un año de manera espontánea? o ¿debo hacer una cita desde ahora? —pregunte conteniendo una carcajada.

Lo vi bufar con diversión mientras fingia estar fastidiado por mi comentario. Se giro y avanzo a la salida pero antes de desaparecer de mi vista se detuvo y murmuró:

—Mocosa, insolente.

Eso fue suficiente para hacerme reír. Mi risa fue acompañada por la de la mujer de ojos azules quien estaba sumamente divertida con mi comentario.

 Mi risa fue acompañada por la de la mujer de ojos azules quien estaba sumamente divertida con mi comentario

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࿐ ONE SHOTS; DRAGÓN BALL | LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora