【 Shin 】

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Tu Nombre

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Tu Nombre

Termine de adornar con una serie de luces el pequeño árbol de navidad que estaba en la sala de mi departamento.

De manera bastante extraña a pesar de vivir sola todas las navidades y en mis cumpleaños había un regalo debajo del árbol o en la mesa, respectivamente. Siempre era justo lo que quería. Fuere quien fuere que dejara ese regalo me conocía bastante bien. Siempre era una caja de color lila con un moño plateado y una etiqueta con una letra S.

Siempre me preguntaba. ¿Quién dejaba ese regalo? ¿Me conocía? ¿Me acosaba? Y lo más importante. ¿Cómo lograba entrar a mi casa y salir sin que nadie lo viera? Acaso, ¿de verdad era Santa Claus? y si era el gordito de barba blanca ¿por que me dejaba un regalo si ya no era una niña?

Suspiré. Todo eso era demasiado confuso pero esta noche me quedaría despierta y escondida para esperar al misterioso sujeto que cada año me daba un regalo.

 Todo eso era demasiado confuso pero esta noche me quedaría despierta y escondida para esperar al misterioso sujeto que cada año me daba un regalo

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Tomé un poco más de café pero aún así bostece, ya pasaba de las dos de la mañana y, yo estaba muriendo de frío y de sueño. El misterioso sujeto aún no aparecía y ya me estaba cansando de estar escondida debajo de la mesa del comedor desde donde tenía una perfecta vista de la sala. Me dolía la espalda por la posición un poco incomoda y estaba segura de que ya se me habían dormido las piernas.

Recargue mi mejilla en la palma de mi mano mientras bufaba de aburrimiento, ya debería de haber llegado. Mi teléfono vibro en la bolsa de mi suéter, lo saqué y revise la notificación de Instagram que aparecía en la parte superior.

No supe cuando tiempo pase viendo memes que lograron que olvidará brevemente mi misión.

—¡Auch! —el suave quejido provocó que mi teléfono se cayera de mis manos cuando mi cuerpo tembló asustado. —¡Cielos! Deberias ser un poco más ordenada, __________.

Solté un pequeño jadeo sorprendida al ver a alguien que obviamente no era ni Santa Claus ni un duende sabia mi nombre, aunque su tamaño era casi como el de un duende he de aclarar.

Solté una leve risita que hizo que volteara a verme. Me asuste. Trate de levantarme y terminé golpeandome en la cabeza con la mesa.

Un segundo después el se encontraba frente a mi, arrodillado para poder ver debajo de la mesa mientras alzaba el mantel y me miraba de manera divertida pero con un toque de dulzura que no paso desapercibido para mí.

—¿Te hiciste daño?

Su voz era demasiado dulce, era la voz sacada de un príncipe de un cuento de hadas.

Afirme con la cabeza mientras sonreía. Su rostro estaba cerca del mío y desde ese ángulo podía ver que su tono de piel era un rosa-lila claro bastante peculiar. Su sonrisa era algo demasiado bonito y su cabello blanco en ese peinado extraño era algo muy extravagante.

Se aparto y yo salí gateando de debajo de la mesa con cuidado de no volver a pegarme en la mesa. El se puso de pie y me ayudo a levantarme. Me abstuve de quejarme por el ligero hormigueo en mis pies.

Para mi sorpresa yo era sólo unos tres o cuatro centímetros más alta que él, por lo cuál ciertamente tampoco podía juzgar su estatura.

—Se que quieres saber por que siempre te regalo algo en navidad y en el día de tu cumpleaños —se adelanto a hablar.

Afirme con la cabeza.

—¿Y entonces? —pregunté después de unos minutos de silencio. —¿Quién eres? ¿Porqué haces esto?

Sus manos tomaron las mías, apretandolas de manera suave como si temiera hacerme daño de alguna extraña manera, lo cual me pareció demasiado tierno. Acaricie el dorso de su mano con mi pulgar para tratar de hacerlo sentir apoyado de mi parte.

—Mi nombre es Shin, soy el kaio-shin del universo siete —explicó mirándome con atención para saber mi reacción.

Una mueca se instalo en mis labios.

—Claro, un kaio-shin —musite divertida para después fruncir el seño confundida. —¿Qué es un kaio-shin?

Soltó una risita demasiado encantadora para mí gusto.

—Diciéndolo de otra manera, soy el dios creador de este universo.

Aparte mis manos de las suyas y reí.

—¿Qué? ¿Un dios?

Afirmó con la cabeza, volviendo a tomar una de mis manos.

—Si y la parte del regalo es más complicado de explicar —inflo sus mejillas que estaban un suavemente sonrojadas mientras desviaba la mirada al suelo. —Hace no tanto tiempo te vi, estabas corriendo en un lugar lleno de flores mientras reias. He de admitir que jamás había visto tanta belleza en una sola persona hasta esa tarde de verano en la que apareciste tú.

Justo ahora no sabía si sonrojarme o gritar de ternura, sus palabras eran demasiado bonitas y nadie jamás me había dicho nada tan lindo.

—Gracias, kaio-shin.

Una pequeña sonrisa se instalo en sus labios mientras sus ojos se encontraban con los míos.

—Mi nombre es Shin.

Shin. Por eso la tarjeta del regalo siempre tenía una S. No, no era Santa Claus.

—Exactamente —respondió.

Tarde unos segundos en reparar en el hecho de que no había dicho mi conclusión sino que sólo la había pensado y el parecía haber leído mis pensamientos.

—¡No leas mis pensamientos! —gruñi tratando de sonar molesta.

—Lo siento. No puedo evitarlo.

Sonreí y me acerqué un poco más a él para poder abrazarlo. En el momento en el que lo rodee con mis brazos pareció bastante sorprendido pero no tardo en corresponder al gesto. Suspire encantada, abrazarlo se sentía muy reconfortante.

En realidad no quería soltarlo pero tampoco quería parecer demasiado cariñosa con extraños pero él era demasiado lindo y ya estaba empezando a gustarme.

—No tienes que soltarme, no quiero que lo hagas.

—¡Deja de leer mi mente! —exclame sonrojada pero sin dejar de abrazarlo.

—Debi decir en el principio que estoy perdidamente enamorado de ti y de tu hermosa sonrisa, así que es lindo saber que te gusto.

Y yo no podia estar más sonrojada.

Estupido kaio-shin.

—Te escuche.

—Te escuche

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࿐ ONE SHOTS; DRAGÓN BALL | LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora