Un juego poco seguro

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Las manos de Alex caen en mis caderas y nuestras miradas no pueden separarse.
El deseo grita en las pupilas de ambos, un deseo que sólo el uno con el otro puede quitar.

Sin más que esperar, inició a mover mis caderas con sus manos ahí. Llevo mis manos a su cuello y lo jalo hacia mi, hasta que nuestras frentes están cerca y nuestras respiraciones chocando.

Me atrevo a despegar nuestras miradas pero sólo para girar entre sus brazos y pegar mi espalda en su abdomen. Siento sus manos precionar mi cadera al sentir el contacto y se que es lo que con él está sucediendo.

Sus manos inician a explorar mi cuerpo, subiendo a mi cintura y bajando por esta misma, rozando sus dedos con mis pechos, y volviendo a bajar hasta mis piernas, mismas que arden ante el roce de sus dedos contra mis muslos.

Vuelvo a observarlo y su mirada sólo se vuelve más intensa cada vez.
Observo sus labios con anhelo y muerdo el mío ganandome su mirada con éxito.

Inicio a recorrer con mis manos su cuerpo, desde sus trabajados hombros, a su cuello, y de ahí por su marcado abdomen, hasta llegar  borde de su pantalón, me vuelvo más atrevida e inició a juguetear con el borde de este mientras su mirada me devora entera.

Estoy por bajar más cuando toma mi mano con fuerza, deteniendome. De inmediato algo en él se apaga, en su mirada, en todo. Sus ojos dejan los míos y después de varios titubeos, sin decir una palabra más, se marcha.

Mi mente tarda unos segundos en volver a la realidad. La música deja de ser tenue.
El coraje me invade cuando lo veo desaparecer entre la multitud y siguiendo mis impulsos lo sigo.

No jugaras así conmigo Alex, no otra vez.

Salgo del lugar y lo busco con la mirada, corro hacia él en cuanto lo veo y lo tomo del brazo para hacer que me observe cosa que no hace.

-Alex mirame- exijo.- ¡Alex mirame!.

Se detiene y en un movimiento brusco me toma del abdomen y me pone contra una pared, acorralandome. Trago grueso ante esta reacción tan rápida y el alcohol parece desaparecer de mi sistema.

-No juegues juegos en los que no sabes como te irá.

-No me interesa nada de juegos, no soy un jugete Alex.- me observa de pies a cabeza y trago grueso ante esto.

-Nadie dijo que lo fueras- me da la espalda para irse cuando lo jalo de la camisa y vuelvo a ser acorralada.- Deja de sentirte la valiente Bailey, no te conviene serlo en estos momentos.

-¿A si?- lo reto- ¿por qué?.

Muerde su labio en exasperación mientras su respiración se vuelve más fuerte.

-Eh estado más de tres años sin tocar el cuerpo de una mujer, y mucho menos el de una a la que mi cuerpo no puede detenerse, no jueges juegos en los que no sabes como te irá Bailey.

Me quedo perpleja ante sus palabras. Lo observo irse y como si una fuerza mayor a mi me ganará, voy detrás de él. Lo veo montarse en un lujoso auto y cuando está por arrancar me interpongo en su camino haciéndolo frenar en seco. Rodeo el auto y sin titubeos me monto en el asiento del copiloto.

-¿Qué estás haciendo Bailey?- me observa molesto.

Ni yo lo sé. La cabeza se me enfría y el arrepentimiento llega a mi. Estoy por abrir la puerta para bajarme cuando escucho los seguros ser puestos. Lo observo atónita pero él me observa sin expresión alguna.

-Alex...

-Ponte el cinturón.

-No se en que pensaba.- antes de poder continuar, Alex desabrocha su cinturón y se acerca mi, toma mi cinturón de seguridad y atravesandolo entre mis pechos, lo lleva al otro extremo. Terminando, la yema de sus dedos pasan por mis piernas.

Mi respiración se vuelve inestable y aún más cuando Alex me observa con lujuria.

Arranca sin más el automóvil y mientras más tiempo pasa siento que más aumenta la tención sexual dentro de este auto. Lo veo ir por la calle donde está mi departamento sin embargo dobla en una esquina antes de llegar.

-¿A dónde vamos?- lo observo señuda.

Una sonrisa pícara se dibuja en su rostro y muero de tentación. Toma mi mano y la besa cosa que me hace exaltar. Mi corazón late como nunca latio. En definitiva, este hombre es el único que puede mezclar dulzura con sensualidad.

Nos paramos frente a una muy bonita casa y veo como poco a poco vamos entrando en la cochera hasta que el auto queda totalmente dentro de esta, y la puerta cerrada. Observo mis piernas sobre mi regazo sin saber que decir.

No puedo alegar, no cuando moría por este momento.

Alex baja del auto y después de rodearlo, llega a mi puerta para abrir mi puerta y ayudarme a salir de este.

Estoy por dar un paso más cuando Alex me acorrala contra el auto e inicia a besarme con lujuria y deseo.

El calor inicia a correr por todas mis venas, picando por debajo de mi piel junto con la tentación. Sus labios dejan los míos y van a mi cuello, chupando, mordiendo y lamiendo mi cuello.

Mi cuerpo tiembla, y mi respiración cada vez es más agitada, mi corazón no puede estar más acelerado, y mis piernas están por perder fuerza.

Alex se pone en concluidas hasta estar en el piso, siento una de sus manos ir a mi glúteo y presionado con fuerza mientras deja húmedos besos por mis piernas hasta subir mi vestido y dejarlo al extremo de mi intimidad, para después abrir mis piernas un poco y poder besar mi entre pierna.

Aprieto sus hombros mientras muerdo mi labio inferior, llena de placer, en deseo de más.

Vuelve a ponerse de pie para disfrutar de mi inestabilidad provocada por ély sólo él.

Sin más que perder, vuelve a atacar mis labios, pero esta vez con más intensidad, sus manos van a mis glúteos ya expuestos a falta de vestido pues lo ha subido hasta mi cintura. Se pega cada vez a mi haciéndome sentir la gloria de su intimidad.

En un ágil movimiento, me monta en sus caderas y entre besos, camina conmigo encima de él...

El suplicio de BaileyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora