Tortura

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-Doctor- voy a él de inmediato. Intento hablar pero el nudo en mi garganta es aún más grande que mis dudas.

-¿Estás bien?, Jack no está aquí Bailey- cuestiona mientras intenta tranquilizarme y solo niego con las lagrimas corriendo por mi rostro.

-Vine por él- me observa confundido.

-¿Por Jack?

-No, no- balbuceo.- por él, por Alex.

Su expresión se cae y sólo queda un cuerpo sin aliento. Miles de ideas parecen pasar por si cabeza y se cuales son sus dudas. Se que Alex le dijo que haría esto por mi, pero no dijo mi nombre, dejó que el doctor se entrara por si solo, sabiendo que vendría a buscarlo. Y sé que ahora debe estar preguntándose ¿qué pasa con Jack?.

-Eres tu- susurra.- eres tu por quien Alex esta ahí abajo, la misma persona de quien me hablo.

-La misma persona que lo hizo empeorar.

-No puedes culparte de todo señorita Copper.

-Ambos sabemos porque Alex esta ahí abajo, ambos sabemos quién es la persona a quien se imagina- trago grueso antes de decirlo- muerta.

-Él estará bien.

-Necesito verlo- puedo y parece recordar algo para después negar.

-Alex pidió que nadie lo viera.

-Minimo quiero saber como está, que le está haciendo  o di lo está torturando.

-No, tranquila, no le pondré una mano encima a Alex, solo que- observa a todas partes- acompañeme.

Lo digo hacia los jardines y seguimos caminando un poco más hasta alejarnos de todos.

-¿Ya me dira que mierda está pasando con Alex?- la desesperación inicia a carcomerme.

-Es un proceso, primero su cuerpo tiene que desintoxicarse, Alex llevo un medicamento ya incorrecto, que no importan las grandes cantidades en que lo consuma, no le funcionará por mucho, luego de eso le daré un medicamento más fuerte que los antes tomados, un medicamento que neutralizara todo en sólo semanas, después de eso, Alex podrá salir de tro de un par de meses, con una dosis muy baja de sus medicamentos y sin deseos impulsivos que lo lleven a dañar a alguien.

-Eso lo está torturando.

-No, es sin dolor.

-No fue pregunta- limpio mis lagrimas- se que Alex esta sufriendo, hablamos de una desintoxicación, su cuerpo tiene necesidad de todos aquello que antes se le dio, lo reclama, y ni hablar de ese medicamento o sustancia que quiere suministrarle, si nada de lo intentado anteriormente funcionó, ni siquiera el aumento de dosis, ¿cómo puedo estar segura de que esto si?.

-Bailey, Alex confió en mí, y yo sé lo que hago.

-Pero yo no confío en ti- seco mis lágrimas- quiero verlo.

-Bailey...

-Necesito verlo- me acerco a el envuelta en lágrimas y llena de desesperación.

-Es terapia intensiva Bailey...

-No me importa, por favor, necesito verlo.

-El me pidió discreción.

-Y yo te pido que no la tengas, no conmigo, espero y algún día entiendas la jodida culpa que me abunda en este momento, porque sabemos que Alex esta ahí abajo por mi más que por él, así que por favor, permíteme verlo.

Titubea un poco pero luego de unos segundos asiente.

-Tendras que ponerte un uniforme, así todos creerán que vuelves a trabajar aquí- entramos a el cuarto de descanso para nosotros y me entrega el uniforme.- Se lo más discreta, porque en tus manos estoy dejando mi trabajo y el bien de Alex.

Asiento y de inmediato voy a cambiarme. Agarro mi cabello en una apretada coleta y limpio mi rostro. Salgo del baño y no puedo evitar temblar y querer desmoronarme. Pero no ahora, no cuando Alex me necesita.

-Hagamoslo- me observa y juntos vamos al elevador, mismo que inicia a descender y cada vez mi respiración empeora mientras mis nervios aumentan. El aire se vuelve más denso y mi respiración inestable. El nudo en mi estómago se aprieta y me siento inestable, hasta el punto de no poder sostenerme. Me tomo fuerte de una agarraderas que tiene el elevador en su interior e intento tranquilizarme. Son tantas cosas en tan sólo unas horas.

-Bailey, ¿estás segura?- asiento y me toma con fuerza para ayudarme a salir del elevador. Intento disimular estar bien para no ser sacada y parece funcionar. Observo al doctor abrir las puertas de seguridad y quitar seguros de estas, hasta que por fin me habré el paso. Luego de pasar por varias puertas más, al fin estamos dentro. La humedad es horrible aquí abajo y para ser honesta esperaba ver cosas peores, pero solo hay quirófanos y enfermaras yendo de un lado a otro detrás de los doctores. El lugar es oscuro a diferencia de todo lo que se ve ahí arriba, las lamparas y su luz Blanca no iluminan lo suficiente pues aún hay partes donde pasas entre la oscuridad, el olor a moho es penetrante en este lugar, más mucho limpiador que intenta disminuir el olor de la sangre. Mi piel se eriza al no ver ninguna ventana en absoluto, solo puerta y pasillos frios que aterran.

-Pense que habrían tal vez gritos o algo así- confieso mientras sigo al doctor.

-Los pacientes no están aquí, aquí sólo está el quirófano.

-¿Quiere decir que Alex esta junto con todos ellos?- el pánico vuelve a mi.

-No Bailey, Alex no es un experimento como los son la mayoría de los pacientes aquí abajo, el procedimiento de Alex es eficaz, confía en mi.

Continuamos caminando un poco más hasta que llegamos a otra puerta con muchísima seguros, misma que el doctor abre.

-¿Él está ahí dentro?- me detengo en seco.

-Si- mis pulmones dejan salir todo el oxígeno que en ellos aguardaba e intento hablar o decir algo pero no puedo.

-¿Crees poder entrar sola?, es un momento supongo intimo- asiento- solo una advertencia Bailey, no puedes prender la luz de su habitación, para nada, y tampoco busques hablar con él, porque el Alex que conoces no es el que verás, no en tanta necesidad de medicación. Yo estaré ahí dentro, pero me quedaré recargado en la puerta por si algo sucede, el resto del recorrido consta de ti.

-De acuerdo- vuelvo a limpiar mis lágrimas y tomando una bocada de aire, abro la gran puerta y entro. La oscuridad es corrompida por una pequeña lámpara que está sobre un escritorio, misma que me permite ver un poco el lugar. Sigo caminando y observo a mis espaldas al doctor quien me ve con preocupación.

Mi corazón palpita con tanta fuerza que retumba en mis oídos con cada latido. Mis manos sudan y tiemblan, mis piernas son débiles y apenas puedo moverlas, es como si estuviera perdiendo el control sobre mi propio cuerpo.

Llego al final de la gran habitación y me paro frente a una puerta de metal con un cristal polarizado. Se que Alex esta ahí dentro, pero no se si pueda siquiera verlo.

Trago grueso y me lleno de osadía para verlo. Me asomó poco a poco y ahogó mis chillidos para evitar que me escuche.

-No puedo, no puedo- retrocedo llena de pánico, tan rápido que caigo al suelo. Recojo mis rodillas y el posición fetal inicio a llorar sin consuelo. Ese no es Alex, no lo es....

El suplicio de BaileyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora