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Realmente estaba demasiado molesto después de haber discutido con LeeTeuk en aquella tarde. Este no creía que los estudiantes bajarán o asegurarán que había un demonio encerrado, pero no iba a arriesgar a nada en ese lugar. Se iba a llevar a su familia de aquel lugar, porque sí, Bonsori no era una mascota, era su familia. Era lo único que le quedaba de su madre después de que está muriera por manos de un maldito mago del ministro. Ella no tenía la culpa de nada.

Se llevó sus manos hacia su cabello para tratar de no pensar en eso, siempre esos recuerdos le hacían odiar a ese tipo de magos por lo cual estaba tratando de convertirse. No quería ser el mismo ejemplo de su padre, quien solamente esperaba con paciencia el momento en que le dijera que odiaba a todos.

Odiaba a todos lo admitía pero no sería como él. Juraba que no.

Cuando tenía sus 15 años de edad, su madre le había regalado un huevo de dragón que ella misma habia criado de su antigua dragona. Aún no sabían si sería macho o hembra pero Yesung estaba demasiado emocionado por tener a uno el cual iba a querer por toda la vida. Su padre estaba totalmente de acuerdo, incluso le regaló un jardín enorme para que pudiera pasearlo. Su nacimiento fue de los mejores, era un macho y sabía que tendrían una amistad demasiado enlazada. Al año, su madre fue asesinada.

Ahora con sus 4 años pasados, el dragón había crecido en un tamaño ya algo grande pero era demasiado juguetón cuando se trataba de él. Pero si era otra persona, aún no conocía cual sería su reacción puesto que era demasiado sobreprotector. Muy unidos, seguían siendo demasiado unidos.

Pero LeeTeuk le juró que los calabozos era un lugar seguro para mantenerlo pero era mentira. Ahora se daba cuenta que debía recurrir a otros lugares para poder mantenerlo lejos de miradas curiosas, no quería ni imaginar que harían los demás sí se enteraran que tenía un dragón a sus órdenes cuando se supone se habían extinguido hace miles de años, cuando relacionaban a los dragones cómo animales del inframundo, relacionados a la magia negra y la muerte. Entonces sería señalado como un renegado.

Conocía algunos más que andaban por ahí, siempre lo recibían con aleteos y jugueteos que vendrían siendo rudos pero no conocían la gentileza debido a su tamaño. No comprendía muy bien cuál lazo con los dragones era el que tenía.

Miró a su alrededor para fijar su mirada en el bosque, ese lugar era el último en el que estaba pensando. Lo catalogaban por peligroso en las noches, pues demonios salían al igual que los fantasmas quienes vagaban buscando paz. No les tenía miedo, en su casa siempre habitaban uno que otro. Todo por obra de su padre.

—Quizas... —murmuró para si mismo mientras entrecerraba sus ojos—, Bonsori se sentiría más libre. 

Se quedó callado de inmediato cuando notó una segunda presencia a su lado. Al girar a ver de quién se trataba, se sorprendió un poco de ver a ese castaño de los últimos días.

Este se veía tranquilo y sereno mientras también fijaba su atención hasta el bosque.

—El bosque está prohibido.

Le recordó haciendo que sonriera un poco de lado, aja, claro que lo estaba pero para alumnos comunes como este. El no le tenía miedo, en cambio le tenían miedo.

—Estoy mirando el lago —murmuró sin desviar la mirada del bosque—, nadie nunca logra ver las luces que los peces dejan en su nadar.

Entonces notó cómo el contrario fijaba su mirada en el lago tratando de ver lo que decía. Así que también hizo lo mismo, el si veía el rastro de luces que decía.

—Lamento decirte que no los veo.

—Por eso dije que nadie. —murmuró mientras esta vez dirigía su mirada hacia a este—, ¿Que ocurre? ¿Volviste a perderte?

• Ya'aburnee; [ Kyusung ]    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora