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—El delito de asesinato lleva directamente al Tártaro, incluyendo la tortura a almas inocentes, entre la lista de tus asesinatos, se encuentran algunas almas de infantes que tuvieron un pase directo al Elíseo — Radamantis ni siquiera tenía un papel en sus manos, todo salía de su cabeza, sabía todo de él—. ¿O estoy equivocado?

No sé iba a atrever a mentir. Tragó un poco de ese aire caliente para negar.

—Yo hice todo eso.

—Mhhh, que sincero. ¿Alguna excusa para poder cambiar tu veredicto a inocente?

—No soy inocente, señor —murmuró logrando que todos cuchichearan—, tuve la oportunidad de no cometer aquellos asesinatos, sin embargo no la aproveche. Me deje consumir por mi miedo, que termine matando a esas personas.

—¿Te consideras culpable?

—Si.

Radamantis giró a ver a sus dos jueces quienes se habían alzado de hombros, pues solo podían interferir si las cosas se ponían pesadas o no creían en sus palabras.

Volvió a ver a aquel chico para dar otro paso al frente, todos se sorprendieron, solo daba un paso.

—Hace unos minutos nos quitamos el peso de encima de un tipo, diciendo que era inocente con todo lo que había hecho, porque el mundo iba estar bien. Que todo lo que hizo, lo hizo por el bien de los demás, de los magos... Pero aquí es el inframundo, nosotros recibimos a tantas cosas aquí desde trolls hasta humanos. ¿Crees poder engañarnos?

—Decir que me declaró inocente, sería engañarme a mi mismo.

—¿Acaso estás buscando el Elíseo, muchacho?

Pudo haber respondido, pero en realidad el no estaba buscando nada en específico. Su todo se hallaba con vida, en buenas manos y jurando que sería buena persona.

Permaneció en silencio mientras en sus pensamientos venía el rostro de KyuHyun, ese chico sonriente, sus besos y caricias. Sentía la necesidad de sentir un abrazo de éste, escuchar su voz. Le había dicho que lo amaba por primera vez, pero se sentía vacío. Tan vacío que le daba igual a donde fuera a parar, pues siempre se iba a sentir vacío.

—No busco nada. Simplemente quiero que me juzguen y ya.

—¿Así tan fácil? ¿Sin querer tener el Elíseo para tu descanso eterno?

—No quiero un descanso eterno. Si puedo quedarme con mi madre, es suficiente...

—¿Entonces buscabas beber de sus aguas para borrar toda memoria, y reencarnar?

Sonrió con ironía, aunque sonará masoquista, no quería sacarse de la mente a KyuHyun, a nadie. No quería olvidarlo, no quería saber que este lo seguía recordando y el fácilmente decidiera limpiar su mente.

—Solo quiero ser juzgado, mi condena ya la estoy pagando —murmuró con la mirada baja, dejando que sus padres le tomarán de sus hombros para darle apoyo.

Ellos no podían hablar. Sería un total desastre si se atrevieran a hacerlo ante los jueces.

—Aún no recibes tu condena, muchacho. —Radamantis volvió a das otros dos pasos para bajar uno de los escalones que los separaban—, ¿Qué condena puede ser peor qué sufrir en el Tártaro?

Yesung suspiró antes de pasarse la mano por el vientre plano, sintiéndose fatal por haber arruinado la vida de esa pequeña la cual no dejó nacer.

Pero tampoco se arrepentía, haber cambiado su vida por la del amor de su vida.

—Vivir sin el amor —susurró sintiendo un gran nudo en la garganta—, saber que estaré en cualquier lugar pero a quien amo no va a estar conmigo, saber que puede rehacer su vida, esa es mi condena. La culpa de no haberla dejado conocer el mundo.

• Ya'aburnee; [ Kyusung ]    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora