Fue a mitad de la madrugada que Yesung despertó agitado mientras con sus manos trataba de despertar a KyuHyun quién se encontraba dormido a su lado. El aire le faltaba, podía sentir un gran dolor agonizante en el lecho que comenzó a hacerle sudar demasiado, el aire le faltaba pero abría su boca en un fallido intento de poder respirar.
El castaño a su lado no tardó en despertar después de recibir varios manotazos, al girar a ver con cara de pocos amigos al mayor, su molestia se había ido por completo para dejar pasar la angustia.
—¡Yesung! —se arrodilló justo a su lado y tomándole de la nuca.
Tosía con fuerza escuchandose ronco en el proceso, tomaba grandes bocanadas de aire para volver a toser sin poder estar en paz. Era como si tratara de vomitar algo.
Y notó como sus manos se aferraban a su camisa con cierta fuerza tratando de pedirle ayuda aunque no pudiera hablar. Pero al ver el sudor que recorría su frente hizo que se sintiera un completo inútil sin saber que hacer, tomaba de su cabeza pero Yesung comenzaba a removerse entre la cama comenzando a dar de gritos desgarradores, obligándolo a conjurar un hechizo silenciador para que ningún vecino fuera testigo.
Maldiciendo, alzó su varita pero sabía que si hacia eso, le daría un indicio a los guardianes del ministro mágico de donde estaba. Pero no tenía otra manera de llamar a LeeTeuk para que acudiera de forma rápida. Entonces recordó al amigo de este.
De inmediato se puso de pie para buscar el teléfono móvil que les había dado antes de irse, estaban tan angustiado que las cosas se le resbalaban de las manos mientras escuchaba a Yesung gritar de dolor a sus espaldas, eso le ponía los nervios de punta hasta que logró dar con tal mentado aparato del cual no dudó en marcar.
Fueron palabras cortas en la que le pidió que acudiera lo más pronto posible antes de colgar y regresar hasta donde Yesung estaba. Se sintió impotente mientras notaba como temblaba, se llevaba sus manos hacia su pecho y cerraba sus ojos con fuerza.
—Mi amor... —susurró mordiéndose los labios y acariciando su cabello.
Los ojos del mayor se abrieron para dejarle ver cuánto sufrimiento era el que estaba pasando, le sonrió un poco tratando de reconfortarlo pero era inútil.
—Si-Si... SiWon —este murmuró tratando de no gritar pero trataba de abrazarse así mismo para no sentir más dolor.
La expresión de KyuHyun cambió a una fría, totalmente enojado de saber que ese maldito estaba logrando hacerlo sufrir a pesar de la distancia. Quizás tratando que de aquella manera el pelinegro se dignara a usar su magia para darle un aviso de donde estaba.
Antes de poder entrar en pánico, escuchó el toquido desesperante del timbre de la casa. Así que con ayuda de la varita, dejó que la puerta se abriera al saber de quién se trataba.
Los pasos apresurados se escucharon en aquel piso de madera hasta subir a las escaleras, a los pocos segundos la puerta se había abierto dejando ver a SungMin quién preocupado se acercaba hasta donde ellos dos, ignorando el hecho de que KyuHyun casi le había gruñido al tomar el rostro de Yesung, se giró para chasquear los dedos y de inmediato a sus pies apareció una pequeña maleta de cuero negra.
—¿Qué vas a hacer?
—Necesito que este tranquilo —murmuró agachándose y buscando entre sus cosas—, parece como una tortura, y está sufriendo demasiado.
KyuHyun miró con terror a Yesung quién ya no gritaba, su garganta estaba lo suficiente lastimada como para poder seguir haciéndolo, pero seguía sudando del diablo y sus ojos se encontraban cerrados con fuerza.
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• Ya'aburnee; [ Kyusung ]
FanfictionEl instituto Kairos ha sido abierto desde tiempos remotos para todos aquellos magos, seres de magia, etc, dispuestos a controlar su magia y aprender a vivir con ella. Más ahora que el siglo XXI es totalmente distinto. KyuHyun hijo de grandes magos...