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El silencio del lugar era demasiado tenso, aunque la tranquilidad era demasiado envidiable para cualquiera que disfrutara de lugares como aquellos. Aunque no estaba totalmente de acuerdo en ese momento, porque no se encontraba ahí para poder tener un descanso de algunos minutos, el estaba ahí para otra cosa. Algo que le interesaba demasiado, y que sería suyo.

Los empleados estaban en lo suyo, nadie se daba cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor pues simplemente iban de pasillo a otro mientras montonales de papeles iban detrás suyos, dispuestos a ser leídos u ordenados. Otros simplemente salían de sus respectivas oficinas para poder ir a sus trabajos, y otros totalmente simplemente iban a levantar quemadas, denuncias o buscar alguna solución a sus problemas. Después de todo, era el ministro de magia de la ciudad.

Aquel lugar era enorme, sus paredes eran un tono marrón liso y había algunos avisos pegados en estas, muchos donde habían yo las fotos de algunos renegados que faltaban por ser atrapados, otros avisos sobre cosas nada importantes. Los pasillos eran demasiado espaciosos, elevadores por aquí, por allá. Mucha gente estaba caminando por los pasillos aún así en ese lugar se sentía demasiado silencioso.

Escuchó unos murmullos provenientes detrás de aquella puerta, así que cruzó los brazos un poco desesperado por estar esperando por mucho tiempo pero es que no podía irse de aquel lugar sin lo que estaba buscando.

La puerta fue abierta mientras aquella persona daba unas últimas órdenes con quién estaba en ese momento, entonces al cerrar la puerta dirigió la mirada hacia donde el estaba. Le miró de arriba a abajo por unos segundos antes de alejarse de la puerta y caminar hasta su escritorio, el cual rodeo hasta poder sentarse.

—¿Estas seguro de lo que quieres hacer?

Sonrió de lado antes de ladear un poco su cabeza sin dejar de estar recargado en aquel librero.

—Si no lo estuviera, no estaría aquí.

Masculló cambiando su peso de un pie a otro sin bajar la mirada en algún momento, solo quería hacer las cosas rápido para poder regresar al instituto antes de que alguien se diera cuenta de su ausencia.

—Tu tío estaba demasiado seguro en decir que su sobrino estaba haciendo de lo mejor para limpiar el apellido.

Frunció el seño al saber eso, no le agradaba aquella idea.

—Bueno, uno siempre se puede equivocar en sus decisiones.

—¿Así que tú padre ha logrado convencerte?

—Si —se alzó de hombros para avanzar unos pasos hacia aquel escritorio—, tuve una ligera visualización a mi futuro, al fin logré entenderlo. Y entender porque trata de derrocarlos, aunque él no debería de ser su problema.

—¿Entonces debemos de fijarnos en ti?

—No solo en mi —lo corrigió mientras tomaba una de las sillas para poder jalarla y sentarse con la mayor calma del mundo—, No sé imagina la cantidad de magos quienes quieren verlos caer, aunque en un inicio creía que ellos estaban mal, ahora los entiendo.

El jefe del ministro de magia, había fruncido su ceño tan solo con escucharlo. Se veía confundido, cuando momentos atrás estaba totalmente seguro de todas sus palabras.

Entonces Yesung se sintió divertido.

—Así que no has perdido tiempo, y estas buscando aliados. Es una lástima que hayas venido hasta acá para poder obtener algo, la única manera que saldrás de aquí, será arrestado.

—No lo sé, yo no me adelantaría a hablar. Aquí alguien va a terminar muerto, y no soy yo.

—Muchacho, aún tienes tiempo para seguir manteniendo tus manos limpias. No tienes que escoger un camino que no es tuyo.

• Ya'aburnee; [ Kyusung ]    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora