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Esta vez no lo llevaron con Yesung para que fuera testigo de cómo era torturado, simplemente se habían llevado al mayor quién no había puesto resistencia, y habían cerrado la puerta con tanta seguridad que por más que la pateaba, está precia que en ningún momento se iba a romper, o tumbar por la fuerza que ocupaba aunque se encontrará cansado.

Ya llevaba algunas horas que había dejado de patalear, pues había recordado que tenía que tener fuerza para esa noche. No podía gastar la poca energía que le quedaba.

Totalmente fastidiado terminó recargado de una de aquellas mugrientas paredes a la vez de alzar la mirada hacia el techo tratando de contar los segundos para no terminar de desesperarse más de lo que estaba, había perdido el tiempo lo suficiente como para ya no saber cuánto tiempo había transcurrido, no lo sabíw,a.

Siguió con tanto ahora con los ojos cerrados para no perder la postura mientras suspiraba y exhalaba, hasta que el sonido de la puerta volvió a interrumpirlo.

Se separó de aquella pared para poder poner atención o más bien recibir a quien ya sabía vendría entrando. Aquellos dos hombres encapuchados se le quedaron mirando por unos segundos largos antes de dejar que Yesung entrará al cuarto. Fueron un tanto groseros (como siempre) al empujarlo pero esta vez no logró llegar a tiempo, el mayor había caído al suelo sin tener tiempo de poder meter las manos.

—A ver si mañana te lo traemos vivo o muerto.

Uno de ellos comentó en medio de risas antes de darse la vuelta para poder salir acompañado de su amigo quién le hizo segunda en sus risas escandalosas.

—Yesung —se acercó hasta este para poder tomarle de la mejilla notando que abría sus ojos—, es hoy. Tienes que ser fuerte.

Asintió cansado y cerrando sus ojos. Notó que no tenía un rastro de sangre sobre si mismo, pero se encontraba temblando de igual manera.

—Ven, tenemos que ir al colchón..

—No... Me duele —murmuró después de tomar una gran bocanada de aire que le hizo doler sus costillas—, me duele moverme. De verdad. Solo deja que este así unos minutos.

—Será rápido, tienes que tener algo suave debajo de ti —ni el mismo se creía sus palabras, ese maldito colchón apestaba.

Apretó sus labios al notar como los ojos de Yesung se llenaban de lágrimas y su nariz se arrugaba por el dolor que había estado sintiendo por el movimiento brusco que hacía al llevarse sus manos hacia su rostro para poder cubrirlo.

Quiso hacer algo pero sabía que este había llegado a su límite, los otros días se había mostrado fuerte pero en ese, supo que estaba comenzando a ser débil.

—Me duele todo el cuerpo desde el primer día. Pensé que podría soportarlo pero no puedo, me arde... Siento que me quema —susurró llevándose las manos hacia el estómago para poder cubrirlo con sus dedos pero su llanto no cesaba—, estoy deseando que simplemente me mate.

—No pienses en eso, Yesung.

—Lo pensaba pero descubrí algo por lo cual... Ser fuerte... Dios duele demasiado, tengo miedo.

Sin siquiera preguntarle, KyuHyun lo tomó entre sus brazos para poder llevarlo a aquel maldito colchón haciendo oídos sordos a los quejidos del mayor quién trataba de zafarse de su agarre.

Sabía que le dolía, pero no podía hacer nada por más que quisiera.

Lo dejó recostado esperando que su dolor calmara aunque fuese solo un poco, no tenía porque ser tan valiente después de todo. De lo demás el se iba a encargar de poder sacarlo para que estuvieran a salvo en cualquier otro lado que no fuera ese.

• Ya'aburnee; [ Kyusung ]    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora