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Aquel hombre al momento que se iba acercando más hacia el más joven, provocó que sintiera escalofríos y tratara de buscar alguna otra salida en busca de ayuda. En busca de JungSoo principalmente, este sabría que hacer, o lo defendería, haría algo. Necesitaba realmente salir corriendo, abrir esas malditas puertas.

La desesperación se estaba apoderando de su cuerpo, cosa que jamás le había pasado, pero era lo que aquel individuo le estaba provocando.

Este se detuvo justo a unos pasos enfrente suyo, parecía que se divertía al ver el rostro del más joven quien trataba de ignorar la mirada tan dura que podía sentir. Así que alzó sus manos para poder retirar el gorro de la túnica para revelar su rostro.

Yesung lo reconoció. Era aquel mago que su padre estaba visitando muy a menudo en el mundo humano, aquel que se topó de enfrente en la última visita al mundo de esos malditos.

—Mi querido niño, no te haré ningún daño. No al hijo de mi aliado —alzó la diestra para poder acariciar su mejilla con delicadeza—, no nos presentaron la última vez. Te fuiste tan rápido.

Tragó saliva al momento de cerrar sus ojos con fuerza, su caricia se sentía totalmente fría, le quemaba.

—No estoy vinculado con mi padre..

—No estoy buscando a Frederick.

—No tengo nada que ver con ustedes.. —su voz temblaba y volvió a abrir sus ojos para enfrentarle—, este lugar está prohibido para alguien como usted, si mi tío...

El contrario posó su dedo índice sobre sus labios para que se callara, le recorrió con la mirada de forma tan lenta que parecía le estaba desnudando de manera lenta. Eso provocaba que se sintiera con náuseas, con ganas de gritar, empujarlo.

—SiWon Yuan, o Choi SiWon en el mundo humano, —una larga pausa antes de seguir hablando—, un gusto conocerte, Yesung Bathory.

Este se alejó al fin dando unos pasos hacia atrás, dando una mirada a su alrededor sabiendo que ese era el lugar menos indicado para tener una conversación.

Así que mientras estaba de espaldas, Yesung tomó su varita con discreción tratando de no ser tan obvio. Iba a salir de aquel lugar, e iba a avisar que esté se había colado en el instituto para que lograsen detenerlo antes de que se fuera. Solo debía de ser valiente, dejar todos su temores atrás. El apellido debía de estar limpio y todo dependía de sus manos.

Alzó la varita apuntando hacia la espalda de SiWon quién permanecía quieto sin hacer nada, era una gran ventaja que tenía justo en ese momento.

Al pronunciar unas cuantas palabras en latín y al tratar de mover su varita, el contrario se dio vuelta de forma rápida mientras alzaba su mano. Ese movimiento fue lo suficiente para que su ataque de defensa se desvaneciera en al aire convirtiéndolo simplemente en humo rojizo que se iba desvaneciendo a los segundos. Su varita también fue arrebatada de su mano a la vez de partirse en dos de forma tan repentina, aquella acción provocó que los diamantes salieron volando llegando a brillar durante su caída en el charco de agua.

Todo fue tan rápido, tan doloroso, su mirada estaba fija ahora en los trozos de lo que fue su varita la cual estaba rota a los pies de este. Toda su vida estaba en ella, los recuerdos eran algo que atesoraba en ella que le dolía verla en ese estado.

Se dejó caer de rodillas al piso sin importarle mojar sus prendas, pues una parte de su ser había sido arrebatado. Aquella varita lo significaba todo.

—¿Cómo? —susurró entre dientes antes de alzar su mirada— ¿Cómo es posible que hicieras eso? ¿Así?

Notó la sonrisa que había provocado en SiWon quien se acercó de nueva cuenta para ponerse de cuclillas enfrente suyo.

• Ya'aburnee; [ Kyusung ]    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora