Capitulo 98

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Volví a la casa de Harry porque estaba obligada. Querían subastar su ropa a caridad, esperaron 3 años hasta que su padre dijo que estaba bien y me sorprendía que aún la gente quiera algo de el, digo, ya pasó mucho tiempo, definitivamente la banda no era ninguna moda. Yo definitivamente no quería. 

No es que no tuviera corazón o algo por el estilo, pero es su ropa, aún tiene su escencia y es como si estuviera aquí.

Me negué muchas veces pero terminaron diciendo que no me harían caso a nada de lo que dijera. Eran muchos contra mí. A escondidas entré a la casa una hora antes de que ellos vinieran a llevarse sus cosas e intenté buscar algo con lo que pudiera quedarme, buscaba entre el closet pero no había ninguna que verdader llamase la atención. Unas llaves sonaron desde el piso de abajo y supuse que eran ellos, aunque no entendía mucho ya que debían venir en un rato.

Tomé lo primero que pude agarrar, una chaqueta azul muy grande, no la había notado, intenté bajar por las escaleras pero ellos las estaban subiendo, regresé al cuarto corriendo, pensé en esconderme pero eso no tendría caso, me encontrarían. Así que tiré la chaqueta por la ventana y dos segundos después ellos entraron a la habitación. Y lo típico, preguntando que hacía allí y esas cosas. Una charla motivacional verdaderamente aburrida por parte de la señora encargada de la fundación donde serían donadas las cosas. “Tienes que dejarlo ir” repetía, como es tan fácil, señora, muchísimo.

Al salir de allí quizá por ultima vez, fui a recoger la chaqueta que yacía en el césped tan tranquilamente, y caminé a casa tomándola en brazos, con una sonrisa extraña en el rostro, dando vueltas en la calle con las miradas de las personas en mí. Me importaba poco.

Practicamente bailaba con ese objeto, sentía su aroma salir y entrar en mis fosas nasales, por primera vez en bastante tiempo, muchísimo diría yo… tenía una sonrisa verdadera dibujada en el rostro. Una canción pasaba por mi mente, no sabía cual pero parecía tocada en el cielo, por ángeles, y sólo la tarareaba. Quizá estaba alucinando, pero no importaba ahora. 

Al llegar a la Universidad todo fue como siempre. Las burlas, murmuros y risas, entraban en mis oídos como rayos lastimando mis tímpanos, tomé con más fuerza la chaqueta cerré los ojos. Como en cámara lenta se pasó todo, caminando por los pasillos con todos los ojos nada más que en mí y sus bocas trabajando en maldecirme, hasta que sus palabras se difuminaron, se distorsionaron en mi oído, haciendo que ya no pudiera oírlos más, sonreí nuevamente. No entendía que pasaba, pero era agradable. No había consumido ninguna droga pero el mismo efecto estaba en mí, de forma natural.

Me olvidé de todo por un buen rato, sólo me acosté en la cama con la sonrisa puesta y abracé la prenda que llevaba conmigo muy fuerte, lo sentía, sentía el latido de su corazón en esa pieza, lo sentía. 

Me quedé dormida por unas cuantas horas, cuando desperté el cielo estaba oscuro, no había estrellas ni luna. Al moverme después de bostezar, sentí que algo estaba incomodando mi posición, al buscar en la zona, encontré algo en el bolsillo de la chaqueta, no dudé en sacarlo.

Su vieja cámara de video.

Había olvidado de su existencia, era bastante pequeña pero tomaba videos y fotos increíbles. La observé durante unos cuantos minutos, preguntándome si aún serviría. 

Pensé dos veces antes de presionar el botón de encendido, pero no dio mucho resultado ya que carecía de batería. Pero recordé quetenía un adaptador en algún cajón de mis cosas.

Tiempo después lo encontré y no dudé en conectar la cámara a la televisión. Con el control pude poner la pantalla completa, y que empiece la hermosa película.

“¿Segura que está grabando?” apareció él con la cámara enfocándole a sus ojos, sonreí.

“Sí, tonto” le dí un golpe ligero en la cabeza.

No es una tipica historia de amor (Niall, Harry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora