No es una tipica historia de amor (Niall, Harry)

Capitulo 78

Ví un mensaje muy interesante: “No sigas insistiendo, sé que puede ser arrogante y mala para ti, pero, ella es simplemente mi vida… Sólo podemos ser amigos, ya me lo dejó claro, igual, yo no quiero tirar todos estos años juntos por decirle la verdad” El amigo le contestó: “Ella sólo te hace sufrir, abre los ojos” Harry respondió a tal mensaje: “No me importa, si ella me hace sufrir, es el sufrimiento más lindo que tengo” El amigo: “Pero, date cuenta que tienes millones de chicas con las que puedes estar y sólo te fijas en ella, solo te hace sufrir” Harry: “No me importa nadie más, si ella me hace sufrir, amo ese sufrimiento” El amigo: “Deja de pensar en ella, deja de pensar en…

No alcancé a leer todo el mensaje. Harry entró a la habitación, de manera inconsciente tiré el celular al suelo.

– ¿Qué hacías con mi celular? –dijo cerrando la puerta y encendiendo la luz.

–Pues… yo no tenía tu celular.

–¿Entonces, qué es esto? –dijo recogiendo su celular del piso.

–Es que… bueno. –Tartamudeando.

–Dime que hacías con el, no te diré nada muñequita.

–Nada, no hacía nada.

–Sólo quiero saber…

–Pues… pues, ¡Mira! Toma tu teléfono, a menos de que tengas algo ahí, no te preocuparías tanto por saber que estaba haciendo con el…

–¿De que hablas? No tengo nada ahí.

–Cuéntame bonito, ¿quién es la chica que te trae loco? A la que nunca le dirás que la amas, a la que te gusta tanto y no me mencionaste ni una palabra. –Resaltando la palabra ‘ni una’ 

–¿Revisabas mis mensajes? 

–A menos de que no tengas nada que ocultar, eso no te preocuparía 

–Pero no tengo nada que ocultarte, siempre te cuento todo lo que PUEDO.

El empezó a respirar más rápido, se notaba incómodo e inquieto. Hasta que se levantó de la cama agitado y salió de la habitación lo más rápido que pudo.

Salí corriendo atrás de el, casi me caigo por que me trabé el pie con la alfombra, lo seguí por todo el pasillo y el iba caminando rápido viendo hacia el celular. Intenté pararlo, lo abracé por detrás pero seguía caminando. Hasta que me adelanté, me posicioné delante de el y sólo así pudo detenerse. Me acerqué más a el hasta poder sentir su respiración en mi cara, eso me encantaba, pero igual, volviendo a lo que estaba… 

–Perdóname, ¿sabes? No debí actuar así. –le dije.

Él se quedó callado por unos minutos sólo viendo hacia el suelo.

–Tienes que entender que, aunque quiera contarte no puedo.

–Pero, eso ya no importa, ya no quiero saber, perdóname.

–No tienes que pedirme perdón, mi amor. –Dijo abrazandome.

Lo miré incrédula, el aún no sabía por que.

– ¿Mi amor? –le pregunté 

–Pues… ahh… ah… -tartamudeó.

–Así que…

–¿Qué? ¡No! ¡Nada! ¿De que hablas?

–Yo…

–¡No! ¡Silencio! ¡Callate! –gritó el.

–Callate tú. –susurré- Que nos van a oír hasta la calle.

–Pero es que no, no es lo que tu piensas.