Sorpresas y más verdades...

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-Si es por lo de anoche tranquilo- dijo Federica sonriendo y tratando de calmar a Santi- de verdad fue solo un percance, descuida.

-Es que... mira seré sincero, me carga el campo, odio el olor a mierda, soy un hombre moderno, con suerte me he subido a un caballo dos veces en toda mi vida... ¡casi quedé sin bolas, por culpa del bendito animal!,  y el barro con mierda de animales por todas partes- soltó de sopetón- pero, anoche te vi y me encantaste y no he dejado de pensar en ti, pero claramente el campo para ti es tan importante que no tengo chance contigo...- suspiró.

-¿Terminaste?- preguntó ella- Santiago... eres... eres...

- El hombre más estúpido que has conocido- interrumpió él.

-Tienes un autoestima muy baja ¿eh?- dijo Federica- pues no... Iba a decir que me pareces un hombre encantador, y no por que no te guste el campo como a mi, quiere decir que me cerraré a la oportunidad de conocer a un guapo futuro doctor - sonrió al ver que Santiago se sonrojaba- pero no te creas tanto- agregó riendo.

-Gracias Federica- respondió él- creo que... de vez en cuando es bueno soltar todo ¿no?

-Sí, lo es- sonrió- pero deja de decirme Federica, ¿vale?, mis amigos me dicen Fede o Rica, mi nombre suena demasiado formal, pues Santi, si no te gusta el campo... ¿Puedo hacer que te guste?- preguntó ella tiernamente- estoy completamente segura que después de esta terapia que te haré, por lo menos no lo detestarás como antes.

-¿Segura?- preguntó él.

-Si, 1000% segura- sonrió- es más apostemos, si al finalizar el día tú aún odias el campo, yo te invito a cenar, y si no es así, tú me invitas a cenar.

-Perfecto- ambos se dieron la mano- es un trato Rica- habló él.

-Pues entonces Don Santiago... su primera lección será... cabalgar- indicó ella giró y comenzó a caminar hacia los establos.

-Perdónenme- susurró Santiago mirando su entre pierna- ¡Adiós futura generación!- comenzó a caminar tras la chica.

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Por otra parte Mey había pasado una larga e intensa noche junto a Ignacio, al despertar y verlo abrazado a junto a ella era maravilloso, los días que pasaba sin él, sentía que le faltaba su otra mitad, se abrazó nuevamente a él y se hizo la dormida al ver que él se movía.

-Sé que estás despierta- habló él- no te hagas la dormida- sonrió aún con los ojos cerrados.

-¿Cómo sabías que estaba despierta?- preguntó ella.

-Amor... podría estar en una sala llena de gente, sin embargo sabría donde estás.- respondió Ignacio.

-No lo entiendo Nacho... -inquirió ella.

-Pues amor- dijo el abriendo los ojos y mirándola- podríamos estar ambos en una habitación llena de gente y yo podría saber tu ubicación exacta... -comenzó a acariciar el rostro de ella- y lo sabría por que eres la única mujer que su mirada me hace sentir, me derrite, hace que se me pare el corazón.

-Y otras cosas más- bromeó Mey.

-Amor, mataste el romance- dijo él- luego ustedes las mujeres dicen que nosotros solo las queremos para tener sexo- se quejó- en este caso tu me usas a mi.

-Creo que nos usamos mutuamente, además yo no tengo sexo contigo- se defendió Mey- yo contigo hago el amor...- sonrió - en muchas poses... y es rico.

-Tan expresiva mi vida- dijo Ignacio acercándose para besarla- Buenos Días cariño.

-Buenos días amor- ambos sonrieron- ¿un baño?- sugirió ella y él solo asintió.

Mi eterno amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora