Después de aquella conversación con su abuela, hubo un enorme , largo e incómodo silencio, ninguna se atrevía a hablar, la abuela por su parte, no quería indagar más sobre el tema, pues veía que su nieta realmente no lo estaba pasando bien, y Matilda, ella pensaba que todo estaba dicho, y como era una mujer de palabra no iba a dar pie atrás, si Matías la amaba tanto, ella había hecho las cosas posibles para mejorar la relación, y todo había salido realmente mal, no era simplemente porque no lo amara, sino más bien debido a que en la nueva etapa que ella iba a iniciar ellos no eran compatibles, y era mejor para Matías terminar a que luchar por la relación y ella sin encontrar un pero que valiera la pena para seguir, acepto esa decisión.
Distrayéndola de todo pensamiento sobre su ex, sobre su parabrisas poco a poco se iba imponiendo una playa tranquila, algo despoblada, con un ambiente natural bondadoso, arboles por doquier, cerros para escalar y hacer senderismo, y una inmensa pasarela de arena para hacer caminatas y una vista maravillosa del mar en su esplendor. Matilda sonrió y se dejo encantar por lo que veía.
-Mati- dijo la abuela, ella la miró- al parecer este viaje no será tan malo después de todo ¿no?
- Tienes razón- dijo la chica mirando, una hermosa casa con vista a la playa situada en frente de ella.- hemos llegado- dijo estacionando en la entrada y dejando que tantos recuerdos de la niñez la embriagaran, el olor a aquella casa le recordaba muchos veraneos que había tenido con su abuelo, tardes en la playa, juegos de cartas, castillos de arenas, hacían ya 6 años que no compartían sonrisas, secretos e historias, su abuelo había fallecido de cáncer - bajo lentamente del auto, se acercó al asiento trasero y sacó una enorme caja- ¡Totto!, casi olvidaba que venias conmigo- ahí yacía un pequeño perro blanco que le ladró en señal de enojo.
- Entremos a la casa y comencemos estas vacaciones- dijo la anciana mientras abría la puerta y las ventanas del inmenso ventanal del living, dejando que el aire marino entrara a la casa, suspiró- mientras te acomodas prepararé algo para almorzar- y comenzó a preparar la comida.
- Antes de almorzar iré por un paseo a la playa, llevaré a Totto conmigo, seguramente después de dos horas de viaje querrá correr un poco- dijo la muchacha.
Matilda caminó y caminó por la orilla del mar, recordando veranos, y pensando en como sanar y dejar de sentir el vacío de su corazón, mientras Totto ladraba a las olas, ella disfrutaba de el hermoso paisaje, el aire marítimo y de cómo disfrutaría de la soledad de esas semanas en la playa, de un momento a otro un silencio opacado solo por las olas del mar y las gaviotas se hizo presente, Totto ya no estaba.
¡Totto!- gritaba desesperada- ¡Totto! ¡Ven acá!- hasta que de pronto se escucho un grito histérico. Y corrió en dirección al estruendoso grito.
-¡Hey! ¡Estúpido perro me has llenado de arena!- gritaba un chico alto, rubio y lleno de rizos y ojos azules lleno de arena.- mientras el perro seguía cavando un gran hoyo y cada vez con más y más ganas.
-Jajajajaja- reía un segundo chico trigueño y de cuerpo muy tonificado, ojos avellana, sonrisa tierna – eso te pasa por ser tan vanidoso, jajaja broncearse es para mujeres Joaquín o debería decir ¿Joaquina?
- ¡Ignacio deja de reírte! mira es tonto el perro, aún sigue lanzándome arena- decía emputecido- ¡déjate, lárgate, márchate, shú shú shú!- en ese momento un tercer chico apareció entre las dunas, era alto, de contextura normal, ojos pardos, cabellos claros revueltos, una sonrisa de aquellas que roban el aliento y suspiros, sus dientes blanquísimos y perfectamente situados, unos hoyuelos en sus mejillas.
-¡Joaquín, ni se te ocurra pegarle al perro!,¿ me escuchaste?- dijo sutilmente y a la vez amenazadoramente apuntando a su amigo- ¿entendiste?, perrito… ven acá… ven …ven – lo cogió.
- ¡Que ese perro es de el demonio!, mira como me dejó- dijo Joaquín parándose frente a su amigo y sacudiendo la arena- sácalo de mi vista Thomas si no quieres que…- pero se vio interrumpido
-¿Si no que?- dijo Matilda con cara de enojo- Disculpa, creo que tienes algo que me pertenece- mirando a Thomas- Ven acá Totto, ¡que susto me has dado!, - el perro saltó a los brazos de su dueña- gracias por salvar a mi perro del salvaje de tu amigo- dijo ella sonriendo.
Menos mal que llegaste, porque créeme que estos dos habrían peleado por el perro – dijo Ignacio parándose y poniéndose frente a la chica- por cierto mi nombre es Ignacio Mollet, el defensor del animal es mi amigo Thomas Kaplan, el chico aquí presente lleno de bronceador y arena es Joaquín Sotomayor, sabemos que el perrito se llama Totto, y ¿la dueña?- dijo con una sonrisa pícara.
Mi nombre es Matilda Vacchio, un gusto- dijo la chica, agregando irónicamente – Ignacio y Thomas- bueno me debo ir, espero que disfruten de su estadía acá, sinceramente si esperan tener paz, tranquilidad y cero conexión con la sociabilización, vinieron al lugar correcto. Nos vemos- se giro, caminando unos cuantos metros para regresar a su casa cuando alguien la frenó.
¡Matilda!, ¡espera!- venia corriendo Ignacio- disculpa a mis amigos, la verdad es que ellos usualmente no son así, pero bueno, no se les puede cambiar,- dijo nerviosamente- en fin,- suspiró- quería saber si estás alojando cerca de aquí, pretendíamos hacer esta noche una fogata todos los jóvenes en la playa, por si te gustaría participar.
Me encantaría- dijo la chica- necesito una verdadera escapada de rutina- se dio vuelta y apuntó una gran casa que se ubicaba en la entrada a un condominio sobre un pequeño cerro- allí estoy, nos vemos esta noche.
Okey, paso por ti al atardecer- dijo Ignacio- nos vemos.

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Mi eterno amor de verano
Genç Kurgu¿Quién dice que los amores de veranos, no pueden ser para siempre?Matilda, comete un error por el cual piensa que el supuesto amor de su vida se ha ido para siempre, sin embargo, sin ella sospechar,sus últimas vacaciones antes de entrar a la univers...