Primero fue solo una gotita, pequeña y fría, luego dos, y al final una llovizna que se convirtió en aguacero torrencial. Como las demás personas, corrí lejos de la lluvia, ocultándome donde pude. Una tienda. No. Un restaurante. Vi el pollo asándose, liberando un aroma delicioso. Uno que me recordó al pollo con papas fritas que a veces preparaban Sofía y Consuelo. Moría de hambre. Traté de no mirarlo, dorándose al calor, y saqué un nuevo paquete de galletas de mi mochila. Con este ya solo me restaban tres y la manzana.
NOTA DE AUTORA: ESTA ES EXACTAMENTE LA ZONA DONDE SE ENCUENTRA LA PEQUEÑA. SI MIRAN A LA DERECHA, VERÁN EL LOCAL DE POLLO DONDE SE ESCONDÍA DE LA LLUVIA. MAS ABAJO ESTÁ UNA VISTA DESDE LAS ALTURAS
Y aun no encontraba a mi mamá.
Miré un reloj dentro del local, marcando el tic tac, y la hora. Casi iban a ser las nueve de la noche. Y el local parecía tener cara de cerrar pronto. Aunque no entendía porque, con ese pollo allí. Era muy tarde.
A esta hora estaría ya entrando en mi cama, de resortes que sonaban, pero increíblemente cómoda. No estaría aquí en la calle en medio del frío, la lluvia y sin saber dónde. Apretujando mi bolso, miré las gotas de lluvia empapar el suelo y los techos de algunos autos que pasaban cerca. Al frente de mí, de forma irremediable en medio de la tormenta, una mujer con un toldillo de dulces, sintonizaba su radio y contaba el dinero del día en monedas.
El dueño del restaurante, miraba la televisión, bebiendo un refresco. Lo miré. Parecía amable, algo mayor, pero agradable. Me animé a plantearle una pregunta. Si estaba cerca de mamá, no importaría la hora en que la encontrara.
—Se... ¿señor?—me miró— ¿puede decirme que es esto aquí?—recordé las palabras que mi madrina nos pedía recitar. Y como me miraría ella en este momento por mi descortesía—por favor—completé al final.
—Estás cerca de La Alpujarra. Más allá de este puente peatonal que ves arriba de nosotros, está la entrada a toda la zona administrativa de la ciudad—rebusqué en mi bolso, no hallando el mapa.
NOTA DE AUTORA: VISTA DESDE LAS ALTURAS, DE LA ALPUJARRA, ZONA DONDE ESTABA MARÍA.
El que se suponía, me ayudaría en la travesía.
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Gabriel Corazón. L1 de la Bilogía: El ángel de mis sueños
RomanceMaría, fue abandonada por su madre en un orfanato, cuando solo era una bebé. Y a sus doce años escapó. Dispuesta a buscarla y pedirle explicaciones. Ahora con veintidós años, conoce todas las drogas que pueden existir y vive entre la inmundicia que...