Respiré con dificultad, cerrando los ojos, y escuchando los gritos en el primer piso. Estaba atrapada. Me tenían rodeada. ¿Qué hacía? Retorcí mis dedos, aguzando lo más posible mis oídos, por si venían policías al cuarto.
— ¿Qué está pasando aquí?—escuché la voz de Magnolia.
Si no me mataba la policía, lo haría ella, por lo mucho que debía odiarme en este momento.
—Sabemos que está aquí de nuevo alias La Chata. Y la vamos a llevar. Y a ustedes tambien. Así que manos en alto—volvieron a gritar, y comenzaron los disparos—me arrodillé, queriendo sentirme pequeña y que no me pillaran.
—Alias la Chata no está aquí—gritó Magnolia—es una traidora y no ha vuelto—
—La vimos entrar. No mientan—rogué que Locky no me delatara. O estaría en serios problemas.
—Haremos búsqueda por toda la casa, y ay de ustedes si está aquí. No la van a esconder por mucho tiempo—
—Hagan lo que quieran, pero no la van a encontrar. ¡Sueltenmeeee!—
—Llévenla al camión—
¡Iban a arrestar a Magnolia!
Medité qué hacer. La ventana libre. Muchas cajas. Tuve un plan.
Sin hacer ruido, me puse de pie, caminando a la ventana, dispuesta a abrirla y despistar que había escapado por ella. Me tuve que agachar de nuevo, cuando vi que tambien había oficiales apostados a su alrededor, esperando verme salir por ahí.
Demonios.
Cambié el plan, empezando de una vez a apilar las cajas de forma diferente, buscando dejarme encerrada en una especie de cubo. Y que ellos creyeran que al rincón había más cajas y no un espacio vacío. Di gracias porque estuvieran vacías o con poco contenido para ser más rápida apilarlas. Y rogué, que ellos no fueran tan inteligentes, para descubrirme.
Se desató otra balacera en el primer piso y afuera de la casa. Solo se oían gritos y malas palabras. Me cubrí la boca, cuando pasos entraron al cuarto donde yo estaba.
¡Que no me encuentren, que no me encuentren!
Justo ahora, mi lado terco se hacía el pendejo, mientras el sensato me recitaba una y mil veces: ¿Porque salí?
Caminando por las cercanías del centro, Gabriel la buscaba con desesperación. Cuando Manchas lo llamó, no dudó ni un segundo. Dejó todo lo que ordenaba de la universidad, luego de salir con la fundación, y tomó un taxi hasta el centro. Cuando regresaba de su misión ese día, el auto se había varado y no podría llevarlo al taller hasta el día siguiente. Ahora el buscaba por las cercanías, creyendo que algo podría haberle pasado a María en carretera. Fernando la buscaba en otros lados en el auto. Y aunque él no creyera en la rehabilitación de la chica, Gabriel sí. Y lucharía todo lo que fuese necesario para salvarla, y que no le pasara lo mismo que a su hermanita.
Se detuvo en la loma, contemplando la noche fría, y la luna escondida entre unas nubes. ¿Qué pasaba si ya era tarde? ¿Y si ese "antes de que le pasara lo mismo que a su hermanita" ya no funcionaba? ¿Y si estaba por ahí mal herida o muerta? No. Que se rindieran los demás. El no. Su padre siempre decía que la esperanza era lo último que se perdía. Tenía que confiar en que María estaría bien, y saldría de esta.
¡Así tuviera que mudarse al centro todo el tiempo de su rehabilitación, maldita sea!
Suspiró.
ESTÁS LEYENDO
Gabriel Corazón. L1 de la Bilogía: El ángel de mis sueños
RomanceMaría, fue abandonada por su madre en un orfanato, cuando solo era una bebé. Y a sus doce años escapó. Dispuesta a buscarla y pedirle explicaciones. Ahora con veintidós años, conoce todas las drogas que pueden existir y vive entre la inmundicia que...