El tiempo pasó. Raudo. Difícil. La vida en la calle era una tortura. Conforme pasaban los días, me golpeó con fuerza, el hecho de que nadie me buscaba, de que a nadie en el orfanato le interesaba. Y por eso, cada noche antes de dormir, lloraba. Por lo que ya no tenía, por lo que había perdido y tal vez no volvería a ver. Mis llantos en un principio, ablandaron el corazón de mi compañera.
—La vida de la calle es dura, chiquilla. Debiste haber pensado las cosas antes de escapar de tu casa. Solo uno se da cuenta de que tenía una buena vida, cuando ya no hay vuelta atrás. Nadie sabe lo que tiene, hasta que le entra la ambición, se olvida de lo que tenía y termina en la ruina, sin lo que deseaba, y sin lo que antes era valioso—
Luego de varios días más, sin parar, hasta ella se hartó, y me pidió a gritos que me callara y asumiera mi nueva vida.
Mis pies no tenían fuerzas para caminar y estaban llenos de ampollas y heridas por todas partes. Moría de hambre, porque ahora conseguíamos muy poco dinero, y a menudo debía escapar y esconderme, huyendo de la policía, que parecía buscarme por mi primer delito. O por los que después se me fueron sumando. La necesidad, no solo me llevó a hurtar los primeros panecillos para comer. Ahora tambien había hurtado suéteres y gorros de los venteros ambulantes, e incluso vasos con fruta, por querer comer algo.
Otros días, cuando estaban vigilantes, y no podíamos robar, y no nos daban dinero, tenía que rebuscar en la basura lo que quedara. Huesos de pollo, cascaras de fruta, o la misma fruta podrida. Mary incluso una vez cazó una paloma para merendar, y mientras ella disfrutaba del festín, haciendo una pequeña fogata, yo contenía las arcadas de pensar que iba a comer un animal de esos. Por andar en compañía suya, me llené de piojos, mi ropa ya era un desastre, sucia e irreconocible, olía mal y mis dientes dolían, quizás por todas las caries, producto del desaseo.
Mary, por otro lado, enfermó la primera semana. Tanto, que estuvo a punto de no terminarla. Culpa de la carne que consumimos del vendedor callejero. Estaba en mal estado. Y aunque mi malestar duró solo dos días, el de ella, más de la cuenta. Estábamos deshidratadas y nos hizo falta un tiempo para recuperarnos y que yo le suplicara a una mujer que nos diera algo de dinero, casi sin fuerzas. Ahora, estaba recuperada del mal trago. Pero no quería verme cerca. Todo el tiempo decía que no habría pasado esto, de yo no aparecer. Y cuando hacíamos nuestras supuestas obras para ganar dinero, me pegaba todo el día porque según ella, yo lo hacía mal. Y si conseguíamos algo, por más que hubiese sido yo la que se ganara los méritos, me tocaba la peor parte. Porque ella argumentaba que tenía unos nietos que cuidar. Nietos, que nunca había ido a ver en estas tres semanas. Y nietos, que yo no sabía si en serio tenía.
Ya ella no parecía buena compañía. Menos, siendo tan insensible. Hace solo dos días, hubo un enfrentamiento por la zona donde nosotras nos sentábamos a pedir limosna. Una zona que mi compañera llamaba "San Antonio". La policía estaba haciendo de las suyas, queriendo erradicar tanto a los venteros ambulantes, como a nosotros, por obstaculizar las calles y fomentar el desorden. Y entre el disgusto de la gente, "El viejo Greñas" arremetió contra un oficial, golpeándolo en la cabeza con el bastón. Mientras Mary y yo, escondidas, veíamos el revuelo. Al anciano lo golpearon con un palo y entre varios, lo sujetaron, con intenciones de meterlo en un camión y llevarlo a la estación de policía. En su intento de escapar, una patrulla lo atropelló, arrojándolo por el aire y después cayendo como un peso muerto a la calle. Mientras yo tenía mis ojos cubiertos de lágrimas, y el pánico aceleraba mi corazón, Mary celebraba la acción de la policía, y rogaba que ojalá el viejo nunca volviese a levantarse del suelo.
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Gabriel Corazón. L1 de la Bilogía: El ángel de mis sueños
RomantikMaría, fue abandonada por su madre en un orfanato, cuando solo era una bebé. Y a sus doce años escapó. Dispuesta a buscarla y pedirle explicaciones. Ahora con veintidós años, conoce todas las drogas que pueden existir y vive entre la inmundicia que...