PARTE 1 INFIERNO (CAPITULO 9):

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No supe cuánto tiempo había pasado, cuando pude abrir mis ojos, de golpe y sentir luz en la habitación. Bocabajo como estaba al caer en la inconsciencia luego de semejante golpiza, así me desperté. Tenía mucho frío, me castañeteaban los dientes, la espalda quemaba y sentía mi cara como si me punzaran con algo. El lugar seguía oliendo nauseabundo. A orina, vómito, y otra cosa indescriptible. Miré a mí alrededor, sin alzar la cabeza y mis ojos se encontraron con los verdes de Gato, cautos, recelosos, como si quisiera saber si yo en serio estaba respirando.

Tragué con dificultad, intentando moverme un poco, en busca de una postura que fuese menos incomoda.

¿Cuánto habría pasado desde el castigo? ¿Qué había ocurrido en ese tiempo?

No capté ruidos en ningún lugar de la casa. Solo el motor de un autobús, en la distancia.

— ¿Cuánto?—balbuceé, encontrando por fin la voz— ¿Cuántos días han pasado?—negó.

—Solo unas horas. Es de noche. El combo está en una conmoción—parpadeé confusa—Líder y Coronel, se han tenido que marchar lejos, por un tiempo. La Mona tambien se fue con ellos—

— ¿Por qué?—no intenté levantarme. Me dolía demasiado la espalda, y además estaba desnuda en el pecho.

No quería volver a tener sobre mí, su mirada ávida.

—Es una situación compleja, vuelta un fiasco. Coronel nos contó que durante tu misión, asesinaste a dos personas. Un policía, y un tipo—afirmé a regañadientes.

No podía tampoco procesar, que había matado a alguien. Dos vidas que quizás eran inocentes, y en el momento, en la refriega, estaban tan asustados como yo.

—A ese hombre, lo apodaban El Diablo. Es uno de los duros, de las bandas de la comuna. Saben que eran los de esta banda los que estaban allá. Por esa muerte, buscan a Líder y a Coronel. Los quieren muertos gracias a ti—negó con la cabeza—deberían no haberte mandado. Se lo dije el día antes de que los enviara. Pero dijo que estabas lista, y que te iba a probar. Tienes suerte de que no pudiesen distinguir bien tu cara. O a estas alturas, ya estarías muerta flotando en el río. Aunque no pasará mucho tiempo antes de que se den cuenta—

—Creí que nosotros solo éramos expendedores de droga. No una banda—comenzó a reír.

—Chata, demuestra que tienes más cerebro que tetas. Aunque igual justo ahora no tienes ni lo uno ni lo otro—apoyé la cara en el suelo, hacia el lado que no me dolía.

—Ajá. Porque tú tienes muchas pelotas, imbécil de mierda—rió más—pásame mi ropa. Si es cierto lo que dices, tengo que irme de este mierdero antes de que se ponga peor—la sonrisa se le desvaneció, reemplazada por una cara molesta.

—Sabes bien que eso no se puede. Ya estás dentro, Chata. Sabes demasiado. Puedes perderte unos días, máximo unas semanas. Pero tendrás que volver. A menos que quieras acabar con moscas en la boca—bufé—y menos puedes salir en estas condiciones. Herida—

—Esto no habría pasado si no hubiese probado esa cochina droga—

—Esto no habría pasado, si no le dispararas a ese hombre. ¿Crees que se puso así violento esta mañana, porque tú tomaste heroína? Si hasta te estaban alabando tu valentía. Líder solo iba a dejarte encerrada y como mucho, te quitaría la droga por unos días. La cosa se salió de control cuando Coronel abrió la puta boca, y contó a quien le volaste la cabeza. Eso lo enfureció—conseguí levantar la cabeza, en el codo.

— ¿Él no me hizo esto por probar lo que era suyo?—negó.

—El asesinato del Diablo lo tomó por sorpresa. Y le dio tambien su miedo. Por eso huyó. Por eso te hizo lo que hizo—

Gabriel Corazón. L1 de la Bilogía: El ángel de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora