—Háblame de ella—caminé por toda la finca, con su brazo rodeándome por el frío—bueno... si quieres, obviamente—miró la represa.
—Era algo loca, vivaz. Amaba leer, y tambien el chocolate. Mas el blanco que el negro. Le encantaba escuchar rock—vi por donde caminaba para no tropezar—su banda favorita era Evanescence. Bailarina de ballet, amante de las matemáticas, y tambien de los animales. Decía que quería ser una bailarina famosa, pero tambien una zootecnista con refugios para animales—suspiró, estrechándome en sus brazos, mientras mirábamos el amanecer—tenía tantos sueños, y todos se los apagaron como una vela soplada por el viento—
—Pero no por tu culpa—chasqueó la lengua, y supe que eso era lo que pensaba—ya te lo dije. No es tu culpa. Aunque la convencieras esa vez, ella igual trataría de ir con ese chico luego—no me miró, lo moví de la mejilla para que me viera—sé que te duele. Y está bien. Está bien extrañarla, pero tambien debes dejarla ir y dejar de culparte a ti. ¿Sí?—no respondió—hazlo por mí—susurré—porque no quiero verte así, porque tu tambien mereces ser feliz—por fin me sonrió.
—Ya lo soy, pequeña. Desde que tú llegaste a mi vida. Pero lo otro... no es tan fácil—
—Solo dime que al menos lo intentarás—
—De acuerdo. Lo intentaré. Pero no te prometo nada—me dio un beso en los labios. Me empiné y lo abracé— ¿Cómo amaneciste hoy?—
—Solo un poco dolorida. Pero no tan horrible como creía. Sigo insistiendo que me alegra que haya sido contigo—me dio un besito.
—Lo sé. Y a mí contigo—recostándome en su corazón, me dejé abrazar y contemplar el lago, los árboles en otras pequeñas islas, la piedra a lo lejos.
Esto aquí era un lugar de ensueño, del que nunca querría irme. Pero las vacaciones de fin de semana habían terminado. Hoy regresábamos a la ciudad, y mañana debía ir al centro, a seguir mi pelea contra ese oscuro mundo, que gracias a Dios, ya casi terminaba de dejar atrás.
Miré el árbol que había junto a la tumba. De una de las ramas colgaba el columpio y se mecía con suavidad por el viento
— ¿Tú te has subido alguna vez a él?—siguió mi mirada.
—Cuando era niño. Aunque no tanto como mi hermana. Era su favorito—
—Yo nunca he montado en uno—
— ¿Quieres intentarlo?—tomó mi mano.
—No sé cómo se hace—tiró de mi hacia allí.
—No es difícil—lo seguí hasta el árbol—siéntate en la tabla, sujetando con firmeza las cuerdas—obedecí—tiraré de ti hacia atrás. Cuando él vaya hacia adelante estiras los pies. Cuando se devuelva, los encoges, eso te dará impulso—
Afirmé con fuerza las cuerdas, cuando tiró del columpio hacia atrás. Sonrió viendo mi pánico.
—No te pasará nada, no te preocupes. Solo sujétate con firmeza y mantén el equilibrio—no respondí— ¿lista?—
—Si—
Lo soltó, y yo solté un gritito cuando él se movió hacia adelante y atrás, estirando y encogiendo mis pies. Gabriel me empujó con suavidad, y el columpio tomó velocidad. Sentí como si volara, como si fuera un ave surcando los cielos, elevándome con las corrientes de aire. Comencé a reír, primero con risitas nerviosas, aun temerosa de caer.
Pero cuando fui tomándole la tónica, manteniendo el equilibrio, e impulsándome por mi cuenta, me reí más fuerte, soltando grititos de júbilo. Gabu me contemplaba desde un extremo, con los brazos cruzados en el pecho, y sonriéndose de mi felicidad contagiosa.
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Gabriel Corazón. L1 de la Bilogía: El ángel de mis sueños
RomanceMaría, fue abandonada por su madre en un orfanato, cuando solo era una bebé. Y a sus doce años escapó. Dispuesta a buscarla y pedirle explicaciones. Ahora con veintidós años, conoce todas las drogas que pueden existir y vive entre la inmundicia que...